‘‘Si te acercas a la gente con violencia, así es como reaccionará’’
Nelson Mandela (1918-2013) Expresidente de Sudáfrica
México lidera ya las compras militares de Latinoamérica, claro indicador de que nuestro sistema político se ha endurecido desproporcionadamente.
Urge analizar las causas del descontento social, para con ello hacer consciencia de lo que necesitamos para recuperar la paz y la armonía de la comunidad.
Lo primero a considerar es el ya conocido conflicto contra el narcotrafico, el cual honestamente no terminará hasta que el problema no se corte de raíz. Seguimos tratando de pelear al mismo nivel contra el enemigo, por lo que, de seguir así, no obtendremos resultados positivos.
Ya no hay que esperar a que nuestros socios norteamericanos legalicen las drogas para hacerlo nosotros. Si no intervenimos en el asunto con la licitud en la mano, terminaremos destruyendo la poca civilidad que nos queda. Ley significa ‘‘orden sutil’’, cosa muy distinta al enfrentamiento directo contra algo imparable. En esta misma línea debe combatirse el lavado de dinero, ya que sin atacar las fuentes de financiamiento no lograremos trascender nunca al narcotráfico y sus formas.
Después, está el sistema de seguridad cuasi dictatorial que se ha emplazado con nuestros impuestos, el cual no ha hecho más que impedir el crecimiento económico y la convivencia social de la nación. No podremos volar libremente con miedo y excesiva seguridad, ya que lo que traemos bien puesto es el freno de mano.
No hay más que voltear a vernos para observar cómo se ha complicado la vida colectiva. No obstante, en esto no somos monopolio. Nuestro vecino del norte ha entrado en una etapa de parálisis, también debido a la exagerada seguridad que le provee a su gente. Muchas personas ya empiezan a sufrir por tanta obstaculización, siendo un claro ejemplo sus aeropuertos y los cada vez más comunes atrasos en sus vuelos.
El autoritarismo termina siendo insustentable, ya que se acaba burocratizando de más, paralizándolo todo en el camino. ‘‘Securititis tramititis’’ es como hay que llamar al fallido orden que nos recetamos.
Por otro lado, una de las más pauperizadas –ademas de la economía y la sociedad– es la identificación con el proyecto nacional mexicano, realidad sociocultural que seguirá desangrando si no cambiamos de fórmula.
Agresión es negación. Hemos transformado nuestra cultura política y social en una salvacionista, la cual siempre tiene a héroes y víctimas contrapuestos en eterno combate. Es así que cuando agredimos buscando resolver algo, lo que hacemos es eludir las causas y las mismas soluciones al problema.
Y qué decir de la situación económica. Hemos priorizado nuestra relación con EUA, pero los más recientes números que emanan de su economía son desalentadores. Apenas un 0.2% creció en el último trimestre debido a causas que le son propias a un imperio en debacle, que por más que juega con las cifras, no logra estabilizar la nave.
Pasar factura al pueblo de la represión equivale a opresión, ya que los impuestos que tendrían que estar lubricando lo público, terminan persiguiendo al que los paga.
Ha llegado la hora de discutir las alternativas, pero primero hay que aceptar que lo que estamos haciendo ya no funcionó. Punto.
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