‘‘Soy mejor americano que el 99% de los de la Casa Blanca’’
Seymour Hersh (1937-) periodista estadounidense
Según un periodista de prestigio de nacionalidad estadounidense, la narrativa de la muerte de Osama Bin Laden presentada por el presidente Obama es falsa.
La historia original, comoquiera que sea, no era muy convincente, ya que no se mostró el cuerpo del occiso y supuesto líder de Al Qaeda. Hay que recordar que, en teoría, el cuerpo se arrojó al mar, lo cual de alguna manera era muy dudoso, ya que había que tomar en serio la palabra de esos `expertos´ que fabrican mitos y leyendas.
Fue en 2003 cuando la supuesta amenaza de las armas de destrucción masiva justificó la invasión de Irak, falsa aventura que al día de hoy sigue provocando sufrimiento a una de las civilizaciones más antiguas del mundo. No sólo se comprobó que Bagdad no tenía dichas armas, si no que también se ventiló que esa estratagema fue y ha sido la excusa para legitimar la interminable serie de invasiones que tienen a Medio Oriente en llamas.
La más reciente investigación, que niega la versión oficial, corrió a cabo de Seymour Hersh, el periodista que hace algunas décadas reveló las masacres de civiles durante la Guerra de Vietnam. Él dice que Bin Laden fue capturado por los pakistaníes desde el 2006 y que a partir de esa fecha se le tenía detenido en el país, hasta que los `navy seals´ estadounidenses lo mataron a sangre fría, eso sí, durante la `táctica´ operación anunciada por el mandatario en Washington, en mayo de 2011.
Hersh nos dice que, según sus fuentes, Bin Laden no estaba armado con el rifle de asalto AK-47 que la declaración oficial anunció, así como tampoco hubo ninguna mujer que se interpuso entre los asesinos y el afamado guerrillero. Lo que el reporte que esta causando furor alrededor del mundo dice es que Osama no portaba armamento y que, no obstante, lo mataron a quemarropa. Lo curioso es que al parecer se respetó su rostro, ya que los balazos fueron recibidos únicamente por el cuerpo, información también proporcionada por los allegados al periodista. Posteriormente, los ‘‘seals’’ se deshicieron del cadáver, pero no en la forma en que se aseveró en los medios.
Otra actor clave en el reporte es Arabia Saudita, el cual financió el cautiverio pakistaní de Bin Laden, ya que lo menos que la monarquía de dicho país quería era que los estadounidenses lo encontrarán y, con ello, que pudieren cuestionarlo hasta el cansancio. Su miedo era que se afectasen las relaciones entre la principal potencia petrolera y el imperio ya que como sabemos, las cosas estaban color hormiga desde que se supo que los pilotos que volaron los aviones el 9/11 eran en su mayoría sauditas.
La relación entre Riad e Islamabad es natural por su afinidad religiosa, pues ambos comparten el sunismo como visión del Islam. Dicho esto, los servicios secretos americanos sospechaban que la monarquía deseara un arma nuclear desde hace mucho. Islamabad, por su lado, no quería perjudicar su relación con Washington, ya que la misma viene fortaleciéndose y financiándose desde que el general Pervez Musharraf se convirtió en el mejor aliado del Tío Sam en el sur de Asia, como valuarte regional de la guerra contra el terrorismo de Occidente.
Como podemos ver, estimado lector, las cosas siempre están mucho más politizadas de lo que se reconoce. En el caso de Osama Bin Laden, como muchos otros chivos expiatorios a través de los tiempos, habían demasiados intereses entrecruzados como para creernos el cuento de que los americanos lograron entrar sin mayor problema a un país lejano, violando en el camino la seguridad de los servicios secretos y el Ejército, todos instalados en Abbottabad, el corazón de la defensa de la nación.
Fundamental para descifrar todo este acertijo está el hecho de que Obama peleaba la reelección en 2011 cuando dio el magnánimo anuncio, mismo que representó una bocanada de oxígeno para su campaña. Casi 10 años habían transcurrido desde los ataques de las Torres Gemelas, por lo que la población estaba mucho más que lista para el desenlace del mito Bin Laden. Por eso no hay que sorprendernos con fiascos peliculescos como el narrado. Este ha sido el hilo conductor de toda nuestra historia `civilizada´.
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