Tuesday 30 August 2016

La dichosa figura única

La sociedad  se inauguró con el brujo y el jefe tribal, dando paso al  Emperador y el Rey, hasta llegar al día de hoy con los presidentes nacionales. La figura única -como representante de la colectividad- sólo se ha mantenido vigente gracias a su 'poder' de convencimiento. Dicha 'alquimia política' ha sido una labor cada vez más difícil, ya que las sociedades que los nombrados únicos presumen liderar no han parado de crecer en complejidad y números, desde que inventamos la civilización para salvarnos de la indomable naturaleza. 
Por eso el sistema se ha visto forzado en desarrollar tecnologías perpetuamente en afán de refrendar a una persona al frente de todo. Paradójicamente al mismo tiempo que se perfecciona la parafernalia monotemática aumenta la cantidad de personas que toman las decisiones, efectivamente amasando el poder real detrás de las apariencias.
Es así como el mito del líder único ha   transitado, desde la antigua utilización de la escritura, al  abuso de las estatuas y los bustos politizados romanos, hasta la actual proliferación de la televisión. 
     
Todas estas tecnologías en su momento han ayudado al Estado para galardonar al 'ejecutivo' como supuesto mandón de las masas. En esta línea , una sociedad compuesta por millones de personas como la nuestra sólo entra en contacto con su presidente a través de la TV, mientras que las pequeñas tribus que en algún lugar sobreviven se dan el lujo de conocer a sus jefes en persona. 
Por eso es que la polémica, el chisme, y el protocolo se vuelven necesidades orgánicas para sistemas como los nuestros. Si el presidente no hace ruido en TV nadie se entera que existe. Dicho de otra forma, los medios de comunicación no sólo abren un espacio de representación para los políticos. Los medios de comunicación CREAN la política como realidad social en la consciencia del público. Es así como la TV logra robar tanto de nuestra atención para enfocarla sobre la narrativa de una sola persona.

Cada avance en tecnología ofrece más poder de difusión al líder. Sin embargo, lo más irónico es que dicho poder de divulgación orilla al 'ejecutivo' a actuar con suntuosa perfección, ya que de lo contrario su imagen puede ser destruida en unos segundos. 
Un show televisivo mal manipulado puede enfrentar a la fantasía protocolaria con la realidad, como vimos con las vociferadas protestas en contra del presidente mexicano en Canadá, espectáculo que sirve para comprender la actual relación  entre la clase política y la ciudadanía. 


El universo recibe tus decretos, pero tu tienes que hacer tu parte. 
O sea que no se trata de un dios personal que cumple tus caprichos por solo pedirlos.
Tienes que dar seguimiento a lo que pides, solo así llegará lo que añoras...

Monday 22 August 2016

La dichosa tesis plagiada

La estrategia de coronar a líderes polémicos como Peña Nieto, que distraen con sus constantes errores y excesos en TV, sigue rindiéndole frutos al poder. 
Enfocamos nuestra atención y energía en una sola persona, y por eso perdemos de vista la 'colmena' de ideologías que es el sistema.
Es así como el enojo que le tenemos al presidente nos distrae de las realidades estructurales por las que atraviesa México, las cuales obviamente superan por mucho lo que cualquier ser humano pueda presumiblemente controlar.

Trump el chivo expiatorio

   

Algunos pueblos antiguos correteaban a un diablito en las calles. El sacerdote les ofrecía una figura 'maligna' (chivo expiatorio) en donde depositar sus enojos, con lo cual se lograba la unidad del grupo alrededor del culpable en una especie de magia colectiva.
Dicho ritual en la era de masas televidentes tiene un efecto propagandístico, ya que la TV mueve a mucho más gente que un simple cura. El malo de la película es Donald Trump. Los constantes ataques mediáticos en su contra, que ahora suman la novedosa aparición en las calles de una obesa, desnuda, y ciertamente burlesca estatua, irónicamente hacen que veamos a su contrincante como menos peor, o hasta mucho mejor.
Juramos que Hillary hará mucho mejor las cosas que el mismismo 'diablo'. Nada más que al aceptarla aceptamos al establishment imperial militar, financiero, mediático y energético en turno, o sea, la forma de siempre de hacer las cosas.