Saturday 30 December 2017

 
Cada final de año se nos invita a confiar en el siguiente como el redentor de las esperanzas prometidas pero todavía no cosechadas. Futuro proyectado, premeditado y dosificado por aquellos que lo sostienen por mera convención y conveniencia.

Yo no escogí este mundo de principios y finales artificiales, donde se nos pide que volteemos al pasado y al futuro para reforzar lo que somos, aunque eso signifique abandonar el presente que tenemos, que nos coloca en unísono con el todo, desde donde se facilita visualizar la sensibilidad de los ciclos que nos rodean y nos componen.

Esta humanidad tan obsesionada con los tiempos psicológicos ha perdido contacto con su vulnerable y atemporal presencia, esa que nos recuerda cuando la sintonizamos que es necesario cambiar constantemente de hábitos, ropaje y sistema político, para así liberarnos de las enormes expectativas de los proyectos eternos y lineales de eso que llamamos cultura.

El tiempo que nos recetamos es mucho más que optimista. Es una maquina perfeccionista que asciende sin cesar en micro aumentos - minutos, horas, meses y semanas-, que en su mecánico accionar atropella a los ciclos, las recurrencias y las sincronías de la naturaleza, misma que decenas de miles de pueblos ya reconocían y celebraban antes de la llegada del sostén del tiempo lineal, ese cristo sobre el cual se cuelgan las lineas del ayer y del mañana con las cuales se amarra a nuestra ansiosa colectividad.

No hay mejor maestro que las estaciones. El otoño nos prepara para las perdidas, mientras que el invierno nos las corrobora, solo para devolvernos lo que se fue con mayor sabor y color en la primavera, fertilidad que yace ahí para ser descubierta - cura y amuleto para nuestra confundida, regulada y super formulada existencia.
 

Thursday 28 December 2017

La esencia y el cascarón del enojo


Reaccionar ante lo que nos enoja es sucumbir a la agresión, alineando nuestra vibración con la del adversario. Reaccionar agresivamente es perder una oportunidad de oro para extraer la esencia y las causas del enojo, para convertirlas en el boleto para la siguiente etapa de nuestro desarrollo personal. 

La mejor reacción es la no reacción, espacio y tiempo que nos otorgamos para enfocarnos en nosotros mismos, plataforma de despegue para lo que deseamos ser. Ahí es donde se disipan las malas vibras y los conflictos en los que nos quieren enredar, aquellos que esperan alimentarse de tu reacción negativa para seguir sangrando. 

Una vez que dejas al enojo fuera de la ecuación puedes abocarte a exprimir la esencia de lo que lo disparaba, permitiéndote trabajar con esa esencia ya sublimada y transmutada de densidades vibracionales.

Toma la esencia de lo que te molestaba y úsala para convertirla en la base del reclamo que se hace necesario para finalmente cerrar el ciclo y finiquitar su trascendencia.

Se firme, certero y asertivo, usando la esencia de las emociones fuertes como tu defensa y escudo energético, y verás como las agresores y sus agresiones menguarán sutilmente, para desaparecer completamente de tu tablero perceptivo.
Una competencia más sana es consigo mismo, para que la congruencia ayude a refinar lo que somos, así facilitando la cooperación, entendida como la operación conjunta de algo. Sólo habrá conjunción y conjugación de proyectos comunes si los participantes están bien seguros de si mismos, para no acabar sometidos a los planes o las ideas que los reúnen.

El problema con la sociedad es que lanzamos a los niños a competir contra todo en preparación para la vida institucional, haciendo de ello la medición de su supuesto éxito como personas.
Es así que lo que tenemos es gente que apenas se conoce a si misma y que no sabe cooperar sin perder su individualidad en el proceso, debilitando su poder para articular demandas personales efectivas para cuando las instituciones pierdan su brillo, por la falta de iniciativa de sus miembros ó la costumbre y la zona de confort de sus líderes.
El consumismo crea ilusiones y fantasías que están afuera de ti -en la punta de una pirámide-, atractores materialistas para que aspires y te motives a perseguirlos eternamente. Esto genera dos cosas. Primero se refuerza la dualidad, haciéndonos creer que existen cosas allá afuera que intrínsecamente nos hacen falta, y que solo obteniéndolas seremos felices. Por otro lado se abre un hueco de insuficiencia -un agujero en nuestro corazón- por donde nos arrebatan el tesoro de autenticidad que entregamos ciegamente a cambio de dichas fantasías materiales. 

Por eso la clave para superar esto es entender la naturaleza creadora de oposiciones (adentro/afuera) de ese sistema, para así poder integrar ese o cualquier otro esquema de dualismos para finalmente liberarnos. Una honestidad autentica es una vibra mucho más ligera que la pesadez de las mentiras mercadológicas, autenticidad que abre y vacía esos contenidos que tu corazón desea compartir en amorosa presencia. 

Deconstruye tus opuestos para encontrarte en unidad, hoy y siempre...

Monday 11 December 2017

El instructivo para el mundo está en el mundo


Apenas y llegamos al mundo y se nos está acomodándo 'satisfactoriamente' en el. Escuelas, prisas, identidades y marcas se nos recetan para equiparnos para el éxito, lo cual nos acaba separando del mundo en confusión perpetua. 
Debemos participar con el mundo en comunión presente, ya que el instructivo son sus cíclos y caracteristicas propias, y no las fórmulas, proyecciones y expectativas humanas. Es darse cuenta que la salud y el bienestar confluye con lo que observamos y entendemos como lo natural. Si no hacemos esto nos la pasamos rellenando vacíos para no tener que enfrentar nuestra fragil y compleja esencia. 
Fluir es mucho más que dejar ir o afinar actitudes. Es navegar con la naturaleza que nos compone, así reduciendo la velocidad y las ganas de controlarla para salvarnos de nosotros mismos, así reduciendo la fricción que dificulta nuestras existencias. Fluir es ser uno con el mundo, imitándolo hasta donde se pueda, ya que en el rebosan las enseñanzas más simples y evidentes, disponibes solo para ojos abiertos y pacientes. El correr del agua, el dia y la noche, la montaña, los animales, las estaciones y las migraciones, maestros que yacen ahí latentes para todos. 
Fluir es reconocerse uno con el rio, ya que nuestros cuerpos  se mueven a la par de las aguas que deseamos domar para calmarnos. Es aceptar la mortalidad como sólo un pedazo de la totalidad de lo posible, que abre y cierra compuertas para mantener el equilibrio entre lo que se va y lo que se queda, independientemente de los aferramientos corporales y los reclamos territoriales de nuestra ingenua especie.

Monday 4 December 2017

El gondolero del amor

Por cultura hemos presionado a los niños desde una posición de autoridad para que sigan el modelo de adultez con el que formamos nuestras familias.  La niñez siempre carece de algo, por lo cual creemos que debemos acelerarla  para  transformarla. Promovemos el rol de padre desde temprana edad, colocándolo como la forma optima de adultez, dando por un hecho que cumple con las características de autonomía, independencia y éxito que nos vende la sociedad.  

Esa supuesta carencia de los niños justifica el  que los adultos tomen decisiones por ellos, considerándolos como insuficientes e incompletos. Es así que sólo cuando se conviertan en 'adultos' es que podrán decidir por  si mismos,  celebrando así el supuesto arribo al puerto final del desarrollo social. 

Para mi la adultez equivale a una niñez bien madura, en donde el niño interior lleva la  riendas del destino, que no es nada más que la capacidad bien ejercitada de tomar decisiones al momento que se requieren, así reforzando la  voluntad, la seguridad personal, el auto estima y el amor propio de quien las toma, independientemente del nivel o etapa de desarrollo en que se encuentre. 

El cliche de 'solo quien se ama puede amar a otros'  empieza tomando el control de nuestras propias decisiones, así estableciendo fronteras y limites con lo que nos rodea, fortaleciendo nuestro campo energético y emocional ante las excesivas influencias, criticas y  circunstancias ajenas a nosotros. Si no aprendemos  a manejar  la incertidumbre y la ansiedad que genera la indecisión cerramos la compuerta hacia nuestro mundo  interior.

Decidir es encenderse una luz en el camino. Es pulir la esencia para mantenerse fresco y alegre, empoderando a la persona sin importar identidades, marcas o expectativas.  Decidir es  aprender a manejar  la  procrastinación.  

El gondolero del amor es la persona que sabe navegar entre sus decisiones, ya que durante su niñez no se le arrebató la voluntad para hacerlo en afán de apresurar su llegada  a la dichosa adultez, lo cual honestamente no es más que la proyección de nuestras propias necesidades psico-sociológicas como progenitores.