Reaccionar ante lo que nos
enoja es sucumbir a la agresión, alineando nuestra vibración con la del
adversario. Reaccionar agresivamente es perder una oportunidad de oro
para extraer la esencia y las causas del enojo, para convertirlas en el
boleto para la siguiente etapa de nuestro desarrollo personal.
La mejor reacción es la no reacción, espacio y tiempo que nos otorgamos
para enfocarnos en nosotros mismos, plataforma de despegue para lo
que deseamos ser. Ahí es donde se disipan las malas vibras y los
conflictos en los que nos quieren enredar, aquellos que esperan
alimentarse de tu reacción negativa para seguir sangrando.
Una vez que dejas al enojo fuera de la ecuación puedes abocarte a
exprimir la esencia de lo que lo disparaba, permitiéndote trabajar con
esa esencia ya sublimada y transmutada de densidades vibracionales.
Toma la esencia de lo que te molestaba y úsala para convertirla en la base del reclamo que se hace necesario para finalmente cerrar el ciclo y finiquitar su trascendencia.
Se firme, certero y asertivo, usando la esencia de las emociones fuertes como tu defensa y escudo energético, y verás como las agresores y sus agresiones menguarán sutilmente, para desaparecer completamente de tu tablero perceptivo.
Toma la esencia de lo que te molestaba y úsala para convertirla en la base del reclamo que se hace necesario para finalmente cerrar el ciclo y finiquitar su trascendencia.
Se firme, certero y asertivo, usando la esencia de las emociones fuertes como tu defensa y escudo energético, y verás como las agresores y sus agresiones menguarán sutilmente, para desaparecer completamente de tu tablero perceptivo.
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