La
historia de la humanidad esta llena de culpables, y sospecho que el primero
pudo haber sido el otro, el diferente. Esto pudo haberse creado al momento
que terminó de estructurarse el ego en
nuestra especie. En este sentido el ego se volvió un mecanismo de defensa
individual, que sirvió para ocultar nuestros más profundos miedos. Es así que
nos embarcamos en la tarea de proyectarle nuestras ansiedades a la persona de
enfrente, para que cargase con nuestras expectativas.
Fue por
eso que se invento la política, como una manera de no solo guiar a la gente a
algún fin común, si no para otorgar también identidades (egos) colectivas, que
nos hicieran sentir especiales en contraposición a otros que a su propio tiempo hacían lo mismo. Es por eso que podemos ver a la historia
‘civilizada’ de la humanidad como la invención perpetua de chivos expiatorios –
enemigos – que de alguna forma estropean el camino para nuestra realización
personal o la de nuestros semejantes. El chivo expiatorio es montonero por
naturaleza. Si se esta en contra de lo que alguien determinó como malo se es
tildado de traidor o vende patrias.
El
enemigo tiene una cara doble, por un lado cumple con la función antropológica
de unir al grupo bajo un fin común. ‘Nos identificamos como similares a
diferencia de aquellos’. Y por el lado político tiene la finalidad de encumbrar
al líder de tal grupo que representa nuestra identidad, como el que también se
encargara de lidiar la batalla contra el enemigo en cuestión, que pone en
entredicho la supervivencia de nuestra colectividad. Esto fortalece al líder
en ambos sentidos, en la homologación del grupo, y en el refrendo de su poder
al frente del mismo.
Si nos
llevamos esto a los ejemplos entendemos como el judío se convirtió en enemigo, así
como también el sarraceno (musulmán medieval). Más aun, esto nos sirve para
entender porque se justificaron las Cruzadas y el Colonialismo, el porque se
vilificó al comunista y al terrorista, etc.
Entre la larga lista de chivos expiatorios confieso que el mas ridículo
- pero sublime a la vez - es el diablo. Este representa la superstición del mal
en si mismo para la jerarquía católica, y en muchos casos, su iconografía es el reultado de la fusión de varios animales, siendo uno de ellos el chivo.
El chivo
expiatorio focaliza la atención y la consciencia publica, y en consecuencia
moldea nuestra psicología social. O sea,
lo que pensamos acerca de nuestra sociedad y como debe regirse, esta
influenciado siempre por visiones externas que buscan mejorarla, depositando a
la colectividad en un recipiente que acumula la perpetua ansiedad por lograr
esos fines que se nos han establecido como los ulteriormente más refinados.
El chivo
expiatorio de moda en México tiene distintas formas de abordarle, y propongo
tres. Por un lado el hecho de que
importamos de Estados Unidos un chivo expiatorio denominado ‘droga’, donde su
persecución se volvió imperativa para el Estado. Algunas sustancias alteran la consciencia a
niveles que en algunos casos hacen que la gente reflexione sobre su situación
personal y colectiva dentro del grupo. O sea, hacen que la gente se cuestione,
y esto abre la posibilidad de que incluyan las relaciones de poder y autoridad
en su lista de cuestionamientos. Octavio Paz llama a esto una disidencia de
opinión con carácter espiritual. En este sentido la droga es una amenaza en el
doble sentido que ya explique, en el antropológico y el político. O sea, pone
en entredicho al grupo de forma mental, abriendo la posibilidad de que se dude
del rol o participación de cada quien,
lo cual a su vez es riesgoso para la estabilidad de la posición de quien nos organiza
y controla.
Pero la
droga no se convierte en amenaza por si misma, ya que para que esta tome su
carácter político necesita engarzarse con fenómenos sociales que también pueden
aprovechar ser expiados, en el afán de colocarlos simbióticamente a todos como
malos. Esto quiere decir que muchas veces yo le hecho la culpa al otro de cosas
que no he resuelto conmigo mismo, y el mejor ejemplo aquí es Hitler y su odio a
los judíos. Ellos eran todo lo malos, según el Fuhrer, pero detrás de esto se escondía
una realidad social germana paupérrima. Esto quiere decir que el chivo expiatorio
no solo une y refuerza al líder, detrás
de su creación y proyección se esconde
algo propio.
El líder
mexicano amarró a la droga con el fenómeno de los ‘malitos’, que se han vendido
como un grupo de gentes que hacen el mal intrínsecamente, y que lo hacen en conjunción
con un sustancia previamente expiada como la droga. Son cosas distintas, pero
se matan dos pájaros de un tiro. A lo que voy con todo esto es que Estados
Unidos podrá tener sus propias razones para tener ilegal a la droga, pero México
aprovechó las suyas cuando importó esa
idea.
En
nuestro caso he dicho hasta el cansancio - que al igual que en los tiempo de
Porfirio Díaz se les llamaba ‘pelones’ a los pobres inconformes - hoy nuestro
país ha hecho de los malitos el ‘chivo expiatorio’, que esconde detrás una realidad
de estancamiento y de falta de movilidad social para millones. Esto se ha ido gestando
como resultado de las ultimas tres décadas
de neoliberalismo y del fracaso del éxodo rural pos-revolucionario, pero se ha venido
agravado en los últimos años.
En este
sentido es que podemos entender el pacto social al que fuimos obligados a
participar en los últimos años. Aceptamos una guerra contra los 'malitos' que
hacían de la droga (inicialmente) su forma de vida. Aunque no lo justifico,
también he dicho que la droga ha sido una forma de movilidad para muchos que
han estado fuera étnica, cultural y económicamente del progreso en este país.
Por eso
- ahora que Estados Unidos esta legalizando la marihuana - y que la guerra contra algunas drogas se
convierte en un anacronismo, me parece que la estrategia perseguida se ve
clara. Se buscó los tres factores que anteriormente explique. Primero, le
compramos la guerra a Estados Unidos, el cual de forma geoestratégica y
geopolítica decidió que era de su interés el que México funcionase como su propio
chivo expiatorio, desviando la atención mediática
lejos de sus propios problemas estructurales. Segundo, el presidente de México necesitaba
de legitimidad, en un momento en que la elección había puesto en duda, no solo su
triunfo, si no todo el sistema democrático nacional. Esta parte política de la
ecuación le daba también ímpetu a la antropológica, ya que se le daba a la
gente una nueva significación ante una crisis de desigualdad socio-económica: el de un pueblo unido y cruzado en contra del
mal que le aquejaba.
Ulteriormente
todo esto encajaba perfectamente en el cumplimiento de la variable de nuestra disuasión
mediática propia, donde se buscaba mantener al inconforme lejos del espacio de
representación mediática y social. Los millones de inconformes con el sistema
se volvieron en sus victimas - ahora en este nuevo contexto de persecución - chivos expiatorios de una carne asada que parece no tener fin.
No te pierdas este video didáctico sobre el concepto del chivo expiatorio:
http://www.youtube.com/watch?v=EbqtUN8U3aI&feature=relmfu