Estados Unidos de América y Europa forman la mayor parte de la unidad
cultural, económica y geo-política denominada ‘Occidente’, la cual ha sido
históricamente influenciada por visiones muy particulares. Entre ellas podemos destacar tres principales
que se pueden considerar como la base de su filosofía y legitimidad como
colectividades.
Por un lado esta el capitalismo
liberal, el cual podemos posicionar como el fundamento de la filosofía social de estas sociedades.
Eso quiere decir que los derechos a la propiedad, el trabajo y las
inversiones se ejercen bajo la tutela de
un Estado que permite las condiciones para que esto se de, sistema en donde se
buscan evitar los abusos de poder del
gobierno y de otros grupos con grandes capitales a su disposición. El
valor que se resalta aquí es el de la meritocracia, en donde el que logra las mejores
cosas es el más preparado para ello.
Por otro lado esta el libre
mercado, filosofía económica
moderna que técnicamente equipara el tablero de competencia de los actores que
participan en la economía. Aquí la clave es que el Estado no intervenga
directamente en la planeación de variables económicas, para que las leyes de la
oferta y la demanda distribuyan justamente lo que a cada quien le corresponde,
como resultado de lo que se trabajó e intercambió. El valor que se resalta aquí
es el de la competencia sana y libre.
Por ultimo esta la democracia
republicana, filosofía política
que institucionaliza caminos reales de participación ciudadana organizadas
dentro de una forma de organización colectiva en donde el pueblo es soberano,
pero representado por una clase política que teóricamente aboga por los
intereses del electorado. El valor determinante para este sistema es el de la
participación social de las decisiones públicas.
Pero la realidad de las cosas en el hoy es que estos tres pilares – el
filosófico económico, el filosófico social, y el filosófico político – no solo
se han puesto en entredicho, si no que muestran fracturas estructurales, dada
las condiciones actuales de su manejo por cuestiones de poder. A continuación explico a detalle.
Primero, la crisis de los libres mercados se pone en evidencia por el
crecimiento del Estado. Este actor político
- que debiese estar fungiendo como arbitro - ha crecido no solo en tamaño, si
no en atribuciones de todo tipo, lo que ha hecho del concepto y la practica del
libre mercado un mero adorno. Estados Unidos y Europa no solo manejan, en
términos reales, la mayor cantidad de subsidios públicos a distintos sectores
estratégicos de sus economías. Si no que sus respectivos Estado han fracasado
en permitir el surgimiento de actores – como los financieros de Wall Street y
la City de Londres – que han distorsionado las leyes de oferta y demanda
clásicas, en por ejemplo la búsqueda de estimulación de demanda artificial del
consumo y la construcción mediante la oferta excesiva de créditos, que los
llevaron a la explosión de la burbuja especuladora del 2008, el cual ha tenido
repercusiones alrededor del mundo. El Estado en ambas regiones ha absorbido las
perdidas de estas instituciones privadas, convirtiéndolas en deuda pública como
hoy se refleja en sus deudas soberanas. El Estado en México ha crecido
enormemente requiriendo hoy casi una tercera parte del PIB, lo que ha frenado
el crecimiento económico, como las cifras más recientes lo demuestran.
Segundo, la crisis del capitalismo liberal se precipitó por la falta
de regulación sobre sus actores, que paradójicamente un Estado mas grande
debiese estar previniendo. Esto quiere decir en la practica que los monopolios domésticos
se han transformado en corporaciones transnacionales, las cuales bajo un
sistema neoliberal, han hecho del Estado algo redundante en cuestiones de libre
competencia y meritocracia. La
corporación global ha externalizado la
industria mas pesada (exceptuando lo militar) hacia Oriente, y es desde ahí
donde ahora se manufacturan la mayoría de los productos que alguna vez
emplearon a los millones de personas que hoy componen las figuras de desocupación.
Esto en el camino ha empoderado a la corporación sobre los intereses
individuales y colectivos de la clase trabajadora. Pero también ha disminuido el poder adquisitivo de la clase
media en Estados Unidos y en muchos de los países europeos - desde España,
Italia, Grecia y Portugal, hasta Irlanda e Inglaterra. La corporatización de lo
social, y subsecuente privatización del espacio público, ponen en evidencia la
tacita y a veces obvia relación que existe entre Estado y corporación, lo cual
seria más fielmente representativo de relaciones de lealtad y fidelidad
feudales, que de autonomía y separación de una época más moderna. En este
esquema también cabe perfectamente México.
Por ultimo , la crisis estructural
de la democracia republicana, la cual se ha visto mermada para mantener
la relación de intereses anteriormente descrita. En la practica existen
elecciones y representación dentro de un supuesto espacio público. Pero cada
ves es mas fácil darse cuenta del excesivo poder de Bruselas y Washington sobre
los intereses de la población y de su capacidad de decidir por si y para si
mismos. Se vota pero no se logra resonancia con lo que se exige. La protesta
generalizada es la mejor muestra de ello.
Es por todo esto que Occidente esta fracasando. Los libres mercados no
solo no son libres, si no que los Estados participan en las economías con la
excusa de salvarlas de si mismas. La competencia y la meritocracia del
capitalismo se han estancado por el surgimiento e injerencia de grupos con
mucho capital que han torcido las leyes a su favor, evidenciando mas aun la
paradoja de un Estado grande que no ha hecho más que someterse a sus demandas.
¿Y que decir de la república en si misma, concepto que determina la soberanía
de la ciudadanía y el respeto del espacio público para si mismo?
Creo que el fracaso
de la democracia como forma efectiva de representación es en este contexto algo
secundario, si tomamos en cuenta que lo público en si esta desapareciendo por debajo
del poder avasallador del capital y demás intereses privados. Por eso digo que
la democracia se ha convertido en propaganda de relaciones públicas y
consentimiento socio-psicológico. En algunos casos, como el mexicano, el
autoritarismo ha sido el remedio, arrojándonos de facto decenas de años atrás
en cuestiones de organización social efectiva.
Tomando todo esto en cuenta creo que el fracaso nacional, social y
cultural mas sonado, que contiene en si mismo una combinación de todas estas
crisis, y que representa la epitome histórica y cultural de lo que conocemos
como Occidente, es Grecia. Este país europeo se ha convertido en la válvula de
escape para muchos, pero para otros simboliza lo peor de las practicas que
hacen que cualquier serie de filosofías fracasen. ¿De que te sirve
vanagloriarte de tu cultura si en la practica no existe congruencia? La caída final de Grecia pudiese representar
el fin de Occidente como tal. Esperemos que este país lidere, otra vez, el
resurgimiento de algo novedoso, que nos motive a volver a creer en la humanidad
y su civilización.
No comments:
Post a Comment