Saturday 29 September 2012

El individualismo radical y la ilusión de la libertad personal materialista





Siempre han existido personas que se han caracterizado por ser diferentes a los demás, al común denominador de la gente. Pero en un mundo antiguo o arcaico carente de identidades colectivas y nacionales, hubiese sido casi imposible el ser uno mismo completamente.  Es por eso que el concepto de la individualidad personal debe surgir y entenderse desde un contexto en donde las colectividades y grandes grupos son ya una realidad social. Esto quiere decir que somos seres sociales, nos guste o no, y que la individualidad que tanto anhelamos debe conseguirse generalmente a contraposición de aquellos otros que practican  cosas similares como parte de patrones  grupales y culturales compartidos.

En ese sentido podemos colocar a las grandes civilizaciones como la base de la organización social, las cuales bajo el hombro del patriarca hicieron de las individualidades aisladas un anacronismo. Ya no tenia sentido el estar separado ni en la teoría ni en la practica del orden y la estabilidad compleja que los nuevos lideres cuasi-divinos habían impuesto para nosotros. Y por eso fue que se inventaron los artífices llamados Estados y las religiones organizadas. Había que darle identidades colectivas a la gente para controlarlos en un nuevo afán de administración social.

Los místicos orientales de la India denominados Rishis (videntes) se organizaron como una casta  - Brahmán - para la época en que occidente, liderado por Grecia, había logrado llevar a sus sociedades a un grado de refinamiento que se convertiría en la cuna de la civilización occidental. Pero la  gran diferencia entre los Brahmanes y las clases políticas de filósofos griegos es que los primeros consideraban que la liberación de los individuos,  y por ende de las comunidades, se obtenían de forma espiritual y no mediante la instauración de regímenes políticos de ningún tipo. Pero por su propio lado filósofos de la talla de Platón y Aristóteles concluían que solo a través de la sociedad política (polis) le seria posible al hombre desarrollar su máximo nivel de desarrollo. De aquí surge en concepto de que el hombre es un ‘animal político’, y que solo mediante la sociedad política le seria posible superarse.


El mejor ejemplo de una sociedad oriental que todavía hoy combina conceptos espirituales con los sociales es la India. Pero comoquiera que sea al final  surgieron grupos – como la casta guerrera Ksatrya - que creían que la política podría ser una herramienta para la evolución social. Esto llevó a una cohabitación entre visiones místicas y políticas, y fue así que la casta Brahmán mantuvo su fuerte influencia sobre los haberes de la sociedad en aquella parte del mundo. Ellos enfatizaban la liberación (moksha) como algo individual, aunque ulteriormente todos formásemos parte de un organismo colectivo que ellos entendían como  una emanación del Uno (Braman). El alma individual (atman) forma parte del todo (Braman), y por eso se torna en fútil el buscar individualidad material y convencional en esta tierra. Es obvio que el día de hoy la India se ha modernizado enormemente, importando ideas de progreso material e individualismo occidentales. Pero también es cierto que el componente espiritual permea a  esta sociedad como a ninguna otra. Siempre han existido sramanas, ascetas, ermitaños y habitantes de los bosques que se han abstraído de la sociedad y sus complejidades.

Por su lado la Grecia clásica tenia de todo, y no nada más visiones de que el individuo podría ser únicamente  refinado mediante la polis  e identidades políticas. Pero el fin de esta civilización terminó con posiblemente uno de los pocos experimentos humanos a pequeña escala. A partir de aquella experiencia social se estableció el control de grandes grupos humanos por lideres fuertes que hicieron del Imperio el común denominador civilizatorio. Pero hay que agregar a esta mezcla al elemento religioso, que para los primeros siglos de nuestra era ya se había fusionado con el Estado, transformado a las antiguas  creencias animistas y politeístas en cultos imperiales y  de dioses antropomórficos,  los cuales facilitaban enormemente el cauce de la sociedad y de su  futura indoctrinación.

  

La historia occidental habla de la caída del Imperio Romano, el cual fue sustituido por una especie de imperio religioso oscurantista autónomo.  Este a su vez fue poco a poco  cediendo su lugar (y poder) al surgimiento nuevamente de instituciones políticas - lideradas por hombres fuertes, y en algunos casos ‘divinos’-  los cuales mantuvieron la colectivización de las masas como la base de su dominio.  Con esto quiero decir que la individualidad a gran escala no existió  durante cientos y miles de años, ya que no solo no era de conveniencia para los patriarcas, si no que socio-culturalmente tampoco habían grandes posibilidades ni actividades en formas efectivas que abriera la posibilidad real para el desarrollo de narrativas individuales.


No fue realmente hasta la Ilustración y la Industrialización (XVIII) que se abren caminos de libertad individual a gran escala Siempre habían existido posibilidades de que algunos individuos no perteneciesen a grandes rasgos de las actividades que el común denominador de sus seguía sin mayor cuestionamiento Pero fueron los avances económicos y sociales de las clases medias lo que por fin emancipo a muchas nuevas personas en esta nueva Era de avances sociales de la modernidad. 

La Ilustración justificaba el fin del antiguo régimen monárquico, abriéndole el paso al individuo a emanciparse mediante el uso de la razón, la cual era universal e intrínseca al ser humano. Por su lado la Industrialización cristalizaba estas ideas de corte filosófico-moral en lo económico, ya que el capitalismo como sistema  se complementaba con realidades de corte material  que aseveraban que la movilidad social, y la subsecuente individualización, podrían ser realidades tangibles para todos. A este nuevo esquema se tuvo que someter el nuevo tipo de liderazgo representativo que todavía hoy entendemos como ‘moderno’.

Pero en la practica seguía siendo muy difícil obtener esa libertad individual tan añorada por algunos, ya que las nuevas sociedades solo habían cambiado las maneras y los medios para su obtención. En ese sentido lo que no se cuestiono fue  el modelo colectivo en si,  que supuestamente seguía siendo la mejor plataforma para obtenerlo. Es por eso que el sistema logro mantenerse como forma de control, ya que solo en la teoría se abrían espacios de representación para la individualidad.

Es en ese sentido que la sociedad en masa transito a una sociedad del consumo. Los lideres buscaban caminos que  prometían  la emancipación individual, aunque en realidad no creyesen, ni mucho menos les conviniere.  ¿Que función tendría la burocracia en un mar de individualidades sin ninguna meta colectiva? La intermediación de cualquier tipo se justifica mediante el control de variables que solo tienen sentido en colectividad. Es por eso que la búsqueda eterna de la burocracia es evitar el ser redundante.  Y no fue hasta la modernidad, por lo menos en occidente, que abiertamente se hablo de la individualidad como una posibilidad social, pero generalmente de corte materialista. O sea, a nadie le convenía que los individuos huyeran de la sociedad como alguna vez hicieron los antiguos escépticos y epicúreos en el antiguo mundo helenístico. No, el individuo moderno solo se cristalizaría como tal  mediante los mecanismos colectivos determinados para el, y fue así como se mantuvo el control y ‘progreso’ de las sociedades occidentales.

Este esquema obviamente se mantuvo hasta  la época en que surgió la famosa ideología llamada el Neoliberalismo (1980), la cual supuestamente ofrecía ahora si por fin los caminos sociopolíticos y económicos para lograr la competa libertad individual. Estos en la practica incluían la disminución de la participación del Estado en la economía y de la injerencia de cualquier otra variable social en la misma, en esa búsqueda de las personas que ahora se postulaban como racionales y utilitarias, en lo que a necesidades individuales  refería.

La modernidad había sido un fenómeno principalmente europeo, el cual no solo incluía reformas sociales que permitieron la representación política, si no que también se desarrollaron sistemas legales, tecnológicos, de salud, transporte y demás tipos de comunicación que permitieron el nacimiento del mismo Estados Unidos como concepto. Pero lo interesante de la nación de las barras y las estrellas es que no solo tomo la batuta de la modernización del mundo en el siglo XX, si no que este país se juro como la supuesta nueva forma de obtener esa individualidad tan añorada, la cual según ellos, Europa había obstaculizado por la permanencia de estructuras anquilosadas de poder.

Es por eso que USA se avocó a cementar a  la movilidad social meritocratica como la base y lubricante de su colectividad. Esto quiso decir en la practica que muchos lograron salir de la pobreza por si mismos, y esto creo un espíritu empresarial y competitivo como nunca  antes. Pero esto no evitó las concentraciones de poder que siempre han sido la piedra en el zapato de nuestra especie, y el sistema fracaso a principios del siglo XX con la Gran Depresión del 29.

El haber experimentando con el socialismo fue un retroceso en ese afán de individualidad tan añorada por muchos, y fue por eso que el estado socialista benefactor se desmanteló con la implantación del neoliberalismo.  Para 1990 el discurso social se había transformado, ya no solo en el sueño americano de estatus y competitividad de los grupos, si no que se desplazó hacia el individuo y sus deseos y fantasías. Filosofías como las de Ayn Rand legitimaban el egoísmo radical. Es por eso que el establecimiento del individualismo radical como  discurso socio-político, cultural y económico  se volvió la obsesión de muchos.

El final del milenio pasado observó el inicio del afán concertado de EUA de buscar la individualidad para toda la especie, pero esta vez seria obtenida mediante la difusión a gran escala de las bondades que la cultura del consumo ‘ofrecía’. Esto quiere decir que en la practica el control se volvía más sutil. Y en este caso, ya no era tanto el Estado, si no la iniciativa privada y la nueva oligarquía financiera y mediática la que estaría al frente  para hacer de este sueño y fantasía material la base de la globalización, la cual tenia como ingrediente principal la exportación de la ‘democracia liberal’ como fundamento de la política exterior y de expansión del imperio. Un mundo cada vez más interconectado fue uno en que las ideas occidentales de libertad individual y consumista se hicieron la base de lo que hoy entendemos como la occidentalización de la cultura global.

Lo que subyace a todo esto es que la modernidad se transformó en una imposición de una forma de vida, que en el caso de EUA se había simplificado a la liberación de otros de sus antiguos regímenes, para de ahí buscar lograr imponerles una cotidianeidad de consumo y de crédito. Todo esto se vendió, y se vende,  en el supuesto interés de la libertad individual la cual era supuestamente buscada por todos, aunque se tratase de culturas muy lejanas y diametralmente distintas, incluyendo el hecho de que estas  por milenios han sido fundamentalmente colectivistas.

Y es aquí en donde para mi recae el choque principal de las civilizaciones contemporáneas. El antiguo sueño de libertad de la Grecia clásica era el de refinar a la sociedad, pero no de buscar invadir su mundo privado en búsqueda de su supuesta emancipación. ¡Y es por esto que paradójicamente no solo el Estado creció en el mundo contemporáneo, si no que las necesidades de dar esta libertad a otros  le permitió a los poderosos reforzar más aun su mando sobre la colectividad en su afán de liberarla!

La crisis de paradigmas en occidente se resume en el hecho de que muchos otros en distintas latitudes les han comprado la modernidad a medias, excluyendo al individualismo radical de la ecuación. Es innegable que la ciencia, la tecnología y  demás avances culturales de occidente son muy buenos. Pero también es cierto que no a todo mundo le interesan todas las practicas culturales de occidente. Y mucho menos les interesa el que se les trasplante una cultura individualista radical en lugar de lo que ellos han sostenido por milenios. 





Tuesday 11 September 2012

Paranoia social y fascismo





El Estado suele ser la pieza más firme de cualquier arreglo social. Este tenderá a elaborar cualquier justificación necesaria para mantenerse  siempre al frente de todo, pase lo que pase. Por eso siempre existirá   la posibilidad de que este se torne igual o mas  violento que las mismas fuerzas que  busque repeler. No importa el retroceso social en calidad de vida que se experimente; la razón de Estado ‘debe’ prevalecer.

Esta arcaica idea lleva con nosotros varios milenios. Y en esa línea los Estados no son buenos ni malos, solo son. Eso quiere decir que la respuesta violenta no se ve como mala; es un medio necesario  y ‘legitimo’ para re-establecer el orden. Entonces la estrategia consiste en definir y refinar  al otro como malo, para después proceder a eliminarlo del espacio público.  En este sentido el Estado se rebaja al nivel de aquellos que busca exterminar, y con eso no solo pierde legitimidad racional, si no que también desacredita al Estado de Derecho mientras dura dicho escenario de batalla.

Es por eso que la persecución del ‘mal’ (el cual raramente es una categoría fácil de definir) termina con la gobernabilidad de cualquier nación. Las autoridades se comportan como un rufián más, y por eso alimentan el espiral de violencia de baja vibración que destruye la vida civilizada. En este sentido es que se dice que el Estado es fallido, ya que lo que gobierna durante este tipo de episodios es la violencia misma. Es entonces cuando la colectividad se centra alrededor de un nivel de consciencia colectiva muy bajo, ya que coloca al miedo como la premisa fundamental. 

El miedo, a su vez, es disparador de otras emociones de muy baja vibración - como el odio, la frustración y la desesperanza. Pero la conducta más fácilmente identificable en la ciudadanía es el egoísmo exacerbado,  ya  que  causa efectos en nuestra psicología y humor, al transformar nuestros rostros y sus expresiones en duros reflejos de lo que se vive y se siente sobre la tierra que se pisa. Por otro lado,  tampoco hay que olvidar que esta emoción potencializada a gran escala  destroza cualquier sentido de colectividad, ya que el auto-exilio de las calles y el aislamiento social correspondiente son unas de sus principales características.

El egoísmo publico nos lleva a la cerrazón  en esa búsqueda de la seguridad perdida. Entonces se incrementa  la desconfianza hacia el vecino y   cualquiera se vuelve sospechoso. De aquí surge la cultura de la denuncia, la cual corrobora y profundiza dicha desconfianza. Y la respuesta del Estado ha sido históricamente la misma: ofrece mayor vigilancia y rondines policíacos/militares. El resultado natural de esto es el excesivo gasto y burocratización, que eventualmente se sedimenta en pro de esa seguridad que se promete. Un resultado de esto es que ese tipo de  política pública se institucionaliza al grado de convertirse en una  rama estatal cada vez mas administrada, que requiere de cada vez mas capital para sanear sus operaciones, las cuales al llegar a cierto punto, requerirán de cuantiosos enemigos reales o simulados para justificarse. Es por eso que el autoritarismo se perpetua y el sistema se  vuelve auto-referencial. El problema inicial se ha consolidado como practica cotidiana, - institucionalizada - la cual termina convirtiéndose en un supuesto ‘servicio  público’ que una ciudadanía cada vez mas asustada reclama a  gritos.

La necesidad inicial de restauración del orden público convierte  al que la persigue en una obstrucción a esa misma forma de vida civilizada tan anhelada. Es en esta etapa cuando se ha perdido de vista el problema inicial, ya que las necesidades de legitimar lo que se hace para solucionarlo crecen de forma astronómica, arrastrando en su camino hasta a los mismos medios de comunicación que lo informan todo. Es aquí cuando puede decirse que hemos pasado del autoritarismo - como política pública - al fascismo  como sistema. La violencia y el control crecen. Y el desmantelamiento del sistema de seguridad y vigilancia se imposibilita a esas alturas. Por eso es muy  difícil  transitar de regreso a un   acuerdo republicano.

La paradoja del control reside en que la tecnología termina recetándose como estrategia liberadora, aunque en la practica exacerbe más miedo – y por ende mas egoísmo – que acaba por minar las relaciones sociales de la comunidad. Al responder con violencia nos arrojamos de facto al nivel de consciencia del adversario. La formula es sencilla, en ausencia de confianza institucionalizada mayor será el autoritarismo. Las cámaras de vigilancia no solo ayudan a identificar criminales. Representan el poder visual que un Estado desconfiado mantiene y refleja sobre  su territorio y sus súbditos.


Thursday 6 September 2012

Global-es / Lo natural da vida...

http://archive.org/details/Global-esLoNaturalDaVida

lo natural da vida...



  
Entre los anécdotas mas irónicos sobre la ciudad de Monterrey es que se fundó al lecho de un río que hoy se encuentra completamente seco. Y aunque la inserción de la ciudad en la modernidad le dio la oportunidad de crecer gracias a la tecnología - convirtiendo a nuestra querida urbe en una de las más importantes del país - también es cierto que la excesiva construcción ha desertificado el medio ambiente, y hasta cierto punto la vida social de nuestra comunidad.

Hoy en día se nos ha convencido de que el progreso es inevitable; este   debe darse a toda costa. Y es en esa línea que se justifican los numerosos proyectos de desarrollo urbano, los cuales por lógica deben llevarse a cabo encima de las pocas áreas verdes que nos quedan. Este es el caso del arroyo ‘El Capitán’ que se encuentra a la altura de la confluencia de la avenida Fuentes del Valle cruz con Gómez Morin, en la Colonia del Valle. 

Alguna vez fluyó mucha agua por ese pequeño arroyo, el cual tuvo que cederle su lugar a las calles que hoy en día llamamos vías, las cuales son metáforas de flujo para los  automóviles que  tanto vanagloriamos.  Y aunque es inútil criticar los avances materiales que han sido necesarios para sostener a una población tan grande como la nuestra, es menester tomar la oportunidad para focalizar la atención en una de las ultimas áreas verdes y naturales que – por una mezcla de intereses privados y públicos – será próximamente sacrificado para abrirle paso a otro ‘mega proyecto’ para la comunidad.

No queremos criticar el hecho de que existan obras públicas. Creemos que es más importante aun enfatizar que las áreas verdes son fundamentales para la vida y la sanidad mental de las personas, y que estas existen previo a la creación del concepto mismo de un espacio público, que comoquiera que sea  son siempre delimitados por el Estado. En pocas palabras, estamos eliminando la base orgánica que sostiene al espacio público mismo, y eso tiene consecuencias ecológicas de las cuales apenas somos conscientes.

Los países más avanzados del mundo, como los Escandinavos, miden una parte de su calidad de vida  con la existencia de dichas áreas verdes, las cuales son entendidas primero que nada como naturales, y después como públicas.  Es por eso que el civismo de aquella región es alto, ya que se es consciente de la importancia de mantener una reciprocidad orgánica con el ecosistema, para de ahí poder establecer una vida publica sana. Esto quiere decir que el progreso no solo se mide en la cantidad de cemento y acero que se monta sobre lo que se sabe le pertenece a todos desde un principio.

Una de las maneras de darnos cuenta el porque se ha vuelto tan fácil el arrebatarnos lo que nos pertenece, es la falta de consciencia que hemos mostrado como ciudadanía ante nuestra ecología local. El arroyo ‘El Capitán’ se ha convertido en un basurero, y esto es un reflejo de nuestra cultura apática, la cual no se da cuenta que los bienes son de todos y no de unos cuantos. Es por eso que nadie ha movido un dedo ante el inminente ‘despojo’ de otra área verde más en nombre del mentado progreso. No tenemos idea de lo que sucede.

Algunos de los objetos de basura encontrados en el arroyo – aparte de las cientos de botellas de agua, que para una ciudad con agua potable representan la paradoja más impresionante -  incluyen auto partes y artículos del hogar como teléfonos, pañales, preservativos, cables de video, et cetera. Es curioso observar que las parrillas de auto y cables de video casetera dejaron de ser valiosos dada la cultura consumista que hemos adoptado, que hace de la obsolescencia planeada una estrategia para mantener a la gente comprando cosas ‘nuevas’. Esto ha creado una conducta que acelera los procesos de deshecho.

Por eso el arroyo ‘El Capitán’ es un perfecto espejo donde podemos observar dos cosas. Por un lado, la falta de conocimiento de la importancia de tener una base orgánica limpia - la cual puede permitir una calidad de vida aceptable - si tomamos en cuenta en comparación a otros que han hecho  de ello una prioridad. Y por el otro lado, nos demuestra lo ingenuos que hemos sido en pensar que el simple hecho de construir en demasía es sinónimo de riqueza y modernidad. 

No solo de estabilidad, orden y  combustión vive el ser humano. Es imperativo tomar al arroyo como uno de los pocos ejemplos vivientes que nos enseña que el flujo natural del agua es fundamental para la vida.