Thursday, 6 September 2012

lo natural da vida...



  
Entre los anécdotas mas irónicos sobre la ciudad de Monterrey es que se fundó al lecho de un río que hoy se encuentra completamente seco. Y aunque la inserción de la ciudad en la modernidad le dio la oportunidad de crecer gracias a la tecnología - convirtiendo a nuestra querida urbe en una de las más importantes del país - también es cierto que la excesiva construcción ha desertificado el medio ambiente, y hasta cierto punto la vida social de nuestra comunidad.

Hoy en día se nos ha convencido de que el progreso es inevitable; este   debe darse a toda costa. Y es en esa línea que se justifican los numerosos proyectos de desarrollo urbano, los cuales por lógica deben llevarse a cabo encima de las pocas áreas verdes que nos quedan. Este es el caso del arroyo ‘El Capitán’ que se encuentra a la altura de la confluencia de la avenida Fuentes del Valle cruz con Gómez Morin, en la Colonia del Valle. 

Alguna vez fluyó mucha agua por ese pequeño arroyo, el cual tuvo que cederle su lugar a las calles que hoy en día llamamos vías, las cuales son metáforas de flujo para los  automóviles que  tanto vanagloriamos.  Y aunque es inútil criticar los avances materiales que han sido necesarios para sostener a una población tan grande como la nuestra, es menester tomar la oportunidad para focalizar la atención en una de las ultimas áreas verdes y naturales que – por una mezcla de intereses privados y públicos – será próximamente sacrificado para abrirle paso a otro ‘mega proyecto’ para la comunidad.

No queremos criticar el hecho de que existan obras públicas. Creemos que es más importante aun enfatizar que las áreas verdes son fundamentales para la vida y la sanidad mental de las personas, y que estas existen previo a la creación del concepto mismo de un espacio público, que comoquiera que sea  son siempre delimitados por el Estado. En pocas palabras, estamos eliminando la base orgánica que sostiene al espacio público mismo, y eso tiene consecuencias ecológicas de las cuales apenas somos conscientes.

Los países más avanzados del mundo, como los Escandinavos, miden una parte de su calidad de vida  con la existencia de dichas áreas verdes, las cuales son entendidas primero que nada como naturales, y después como públicas.  Es por eso que el civismo de aquella región es alto, ya que se es consciente de la importancia de mantener una reciprocidad orgánica con el ecosistema, para de ahí poder establecer una vida publica sana. Esto quiere decir que el progreso no solo se mide en la cantidad de cemento y acero que se monta sobre lo que se sabe le pertenece a todos desde un principio.

Una de las maneras de darnos cuenta el porque se ha vuelto tan fácil el arrebatarnos lo que nos pertenece, es la falta de consciencia que hemos mostrado como ciudadanía ante nuestra ecología local. El arroyo ‘El Capitán’ se ha convertido en un basurero, y esto es un reflejo de nuestra cultura apática, la cual no se da cuenta que los bienes son de todos y no de unos cuantos. Es por eso que nadie ha movido un dedo ante el inminente ‘despojo’ de otra área verde más en nombre del mentado progreso. No tenemos idea de lo que sucede.

Algunos de los objetos de basura encontrados en el arroyo – aparte de las cientos de botellas de agua, que para una ciudad con agua potable representan la paradoja más impresionante -  incluyen auto partes y artículos del hogar como teléfonos, pañales, preservativos, cables de video, et cetera. Es curioso observar que las parrillas de auto y cables de video casetera dejaron de ser valiosos dada la cultura consumista que hemos adoptado, que hace de la obsolescencia planeada una estrategia para mantener a la gente comprando cosas ‘nuevas’. Esto ha creado una conducta que acelera los procesos de deshecho.

Por eso el arroyo ‘El Capitán’ es un perfecto espejo donde podemos observar dos cosas. Por un lado, la falta de conocimiento de la importancia de tener una base orgánica limpia - la cual puede permitir una calidad de vida aceptable - si tomamos en cuenta en comparación a otros que han hecho  de ello una prioridad. Y por el otro lado, nos demuestra lo ingenuos que hemos sido en pensar que el simple hecho de construir en demasía es sinónimo de riqueza y modernidad. 

No solo de estabilidad, orden y  combustión vive el ser humano. Es imperativo tomar al arroyo como uno de los pocos ejemplos vivientes que nos enseña que el flujo natural del agua es fundamental para la vida.



1 comment:

  1. Que barbaro! Cuanta informacion que yo ni en cuenta, esta para que lo publiques en un medio masivo Juan Carlos... Felicidades por tan excelente editorial!

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