`La escuela pública no se vende´
-Lema de protesta en la Plaza del Pueblo de Roma, Italia, 5 de mayo de 2015
La base de la democracia está en el manejo de la educación pública, ese instructivo que nos enseña a ser mejores ciudadanos.
Hace unos días me tocó reportar desde Roma sobre una protesta generalizada en relación a la educación pública italiana, la cual paralizó sus labores a escala nacional debido a la inconformidad de profesores, maestros y estudiantes de todos los niveles de aprendizaje, en relación a una reforma que está a punto de ser aprobada por el legislativo.
La intención de la reforma gira alrededor de dos ejes fundamentales. El primero es de corte administrativo, donde se contempla reducir la plantilla de profesores y maestros. Esto equivale en meter en cintura a un sistema burocrático anquilosado, ya que los académicos de la nación son un poder en si mismos.
El Estado busca renegociar los contratos de su plantilla educativa, como también reducir el numero de cursos que se ofrecen, para con ello tratar de concentrar un poco más de poder en los directores y demás encargados de las escuelas y universidades. En ese sentido, uno de las metas es reducir el numero de gente que hoy se hace cargo del conocimiento institucionalizado, de donde irónicamente surgieron los organizadores de la notoria protesta del 5 de mayo.
El otro eje de la reforma es el financiero, ya que al deuda pública italiana es profunda, y por ello se quiere rebajar la tajada que se destina al sector educativo. La paradoja es que Italia -la tercera economía de la eurozona- ya de por si gasta poco en educación, un poco menos del 5%, por lo que recortarle más la afectaría considerablemente.
Otro de los objetivos de este eje financiero es reducir el gasto para lograr cumplir con las exigencias de Bruselas, que pide a sus miembros que mantengan una disciplina fiscal sana, algo que se vuelve más difícil con el paso del tiempo y las recurrentes crisis políticas y económicas de la Unión Europea.
Un eje extra encubierto, esto según los manifestantes, tiene que ver con la centralización y la privatización de la educación, consignas que fueron externadas sin cesar por las masas de protestantes y su liderazgo durante las dos horas que duró la expresión de inconformidad en la Plaza del Pueblo.
`No al corporativismo y la reducción del financiamiento educativo´, gritaban los del grupo que tuvieron acceso al podio y el micrófono, enunciados que acompañaban a las preocupaciones de estudiantes como a la que me tocó entrevistar durante el evento.
`Es cada vez más difícil encontrar trabajo como egresado´, me dijo una chica bajo el caluroso sol de mediodía. Asimismo, no muy lejos del lugar de mi conversación se leían mantas con frases como `La educación no se reforma con arrogancia e incompetencia´, un buen ejemplo del sentir de muchos de los que se dieron cita ese día.
La protesta terminó de forma civilizada en Roma, pero sus contrapartes de Milán, Turín y Palermo no corrieron con la misma suerte. No obstante, confieso que lo que más me sorprendió fue la calidad de la organización y la cantidad de asistentes, los cuales abarrotaron una de las plazas de más insignia en esta bella ciudad.
Este álgido suceso al que asistí me recordó a lo acontecido en México hace un año, con aquello de las protestas en contra de las examinaciones que finalmente fueron repelidas por los que se aventaron a la calle en clara desaprobación. Siempre he pensado que la única constante es el cambio, y que la renuencia a aceptarlo por los sindicatos, mafias y demás grupúsculos de maestros aferrados a su posición no ha sido buena para el avance del país. Dicho eso, enfatizo que la insensibilidad también ha caracterizado a nuestros gobernantes. Y aunque para ellos parezca fácil, las cosas no se arreglan con simples plumazos y vueltas de hoja.
Las reformas a la educación y su operación debiesen ser los laboratorios mismos de la democracia, ya que es en la enseñanza y sus contornos donde se aprende a tolerar y negociar por el bien de todos. Ulteriormente, y como se observa acá en Italia, las cosas no deben subir tanto de tono, al grado de echar a perder lo poco o mucho que se ha caminado en esto de las colectividades.
Estoy tan en contra de la privatización de la educación como de la venta de los recursos naturales, no por que sea anti capitalista o anti iniciativa privada, si no por que evidencia existe de sobra de que muchas de las decisiones son tomadas por un pequeño grupo para su propio beneficio.
Ojala y pudiéramos hacer consciencia de la necesidad de definir los roles de cada quién en este experimento llamado comunidad. Si no distribuimos equitativamente las cuotas del poder, no podremos salir nunca adelante como sociedad, sea esto en México o en Italia.
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