Sunday 31 May 2015

Somos desplazados

“En México existen un total de 281,400 desplazados internos debido a la violencia ligada al tráfico de droga”

Centro de Vigilancia de Desplazados Internos, Ginebra, Suiza

La parálisis económica de Norteamérica, aunada a la incesante guerra y la violencia, están desplazando a grandes cantidades de población dentro de México.  

Este fenómeno es algo nuevo para nosotros, ya que la migración a la que estábamos acostumbrados era la que se iba para el norte, hacia los EUA.

Primero hay que puntualizar que esa migración literalmente se frenó debido a factores domésticos de nuestro vecino, el cual está pasando por uno de sus peores momentos en lo socioeconómico y lo geopolítico. 

El 11 de Septiembre del 2001 marcó un antes y un después para el aparato de seguridad de Washington. Los trágicos avionazos en NY legitimaron la militarización de las policías y de la frontera con México, esto de acuerdo con el guión del acto Patriota, que al parecer se quedó como más prioritario que el mismo orden constitucional. El Tío Sam cerró la parroquia debido a su incontrolable paranoia, por eso reforzó las chapas de la puertas como nunca.

Otra razón por la que nuestro vecino endureció su relación migratoria con México es su difícil situación económica, misma que viene agudizándose desde la caída del castillo de naipes financiero de 2008. Si a esto le sumamos el profundo desempleo de décadas de privatización y externalización de su industria, nos quedará claro el porqué se niega a la mano de obra barata que le proveíamos. Simplemente no se ha restablecido esa poderosa actividad económica que justificaba a más gente en su mercado laboral. 

Otra razón por la que se fortaleció la frontera fue para poder subsidiar más eficientemente esa guerra contra las drogas que hoy le peleamos (Iniciativa Mérida) como chivo expiatorio. Esta estrategia, con sus debidas acepciones, es la misma que aplica para Siria, Irak y muchos otros, pero todo facturado a nombre del terrorismo. 

De hecho no es casualidad que otras organizaciones internacionales nos comparen ya con Siria e Irak en cuanto al número de muertes. Con todo y propaganda y la telenovela mediática que busca disuadirnos, nuestro país es ya uno de los más notorios de todo el orbe en cuanto a su crisis  humanitaria. Es natural que nos duela aceptarlo, pero la única forma de trascenderlo es reconocerlo como tal para lograr romper esa disonancia cognitiva colectiva que mantenemos para refutarlo. 

Regresando a lo del estudio suizo, quiero aclarar que la organización que lo elaboró no analizó a detalle las causas exactas ni el porcentaje de responsabilidad de las mismas. El IMDC (por sus siglas en inglés) se limitó a mencionar a la amenaza perpetua del narcotráfico y al Estado mismo como culpables, ya que lo de los 43 ya le fue atribuido a quien detenta el poder político de la nación. No obstante, nuestras autoridades no sólo no han reconocido su participación en la matanza, sino que tampoco aceptan oficialmente al desplazamiento interno del que nos alerta el reporte.

Algo interesante es que el mundo entero por fin se está atreviendo a llamar las cosas por su nombre. Estamos por cumplir 10 años desde que Calderón lanzó al Ejército contra un enemigo inquebrantable, que no hace más que crecer gracias a la ingenua prohibición de algo que sigue llamando la atención por ilegal. No tocamos las leyes ni a los bancos que lavan las ganancias del narco, pero seguimos creyéndonos el cuento de que triunfaremos en esta cruzada moralista contra esos ‘malitos’ que se multiplican cada día. Ulteriormente, esta guerra no sólo provoca muerte, sino también muy graves  desplazamientos poblaciones, los cuales están provocando el sufrimiento y la transformación de la estructura social del país.

En la siguiente columna continuaré con los desplazados internos, pero desde la óptica de la desigualdad del neoliberalismo y sus privatizaciones, que en su avaricioso afán de comprarlo todo afectan las relaciones humanas y de producción de nuestra nación.

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