‘‘Siempre obedientes y sujetos a los pies de la santa Iglesia’’
Santo Tomas de Aquino (1225-1274) teólogo y filósofo católico
Las organizaciones no gubernamentales (ONG) contemporáneas son, en un sentido, extensiones de la cultura que las patrocina, aunque se vendan como difusoras de lo mejor que la civilización ha ideado. Es por ello que muchas veces son rechazadas por las autoridades del país en las que se establecen.
Qué mejor que traer a la memoria la forma en cómo estas operaban en tiempos pasados, usando la comparación histórica para mejor analizar lo que hoy sucede. Las órdenes Franciscanas, Dominicas y Jesuitas de la Edad Media tardía propagaban distintas visiones del cristianismo. No obstante, éstas no se desplazaban como hordas mendicantes itinerantes, como si hacían aquellos profetas rapsódicos que, sin lealtad a patrones ni banderas, atravesaban la campiña.
Los ‘atletas de Cristo’ respondían a valores institucionales determinados por facciones particulares de la Iglesia, las cuales por lo general coincidían con el vértice papal. La monarquía electiva católica las justificó como necesarias a partir de que se dio la consolidación de la Iglesia como institución religiosa, aunada a la centralización del poder absoluto en la figura patriarcal de Pontífice. Sólo así fue posible imponer el conservadurismo organizacional sobre esa tradición monástica nomádica autónoma que proliferó durante el Oscurantismo.
Entonces, estas ‘legiones’ cumplían, además del discurso que cada una exponía, con el objetivo ‘trascendental’ de expandir la ideología católica. Durante el proceso se incautaba nueva feligresía, la cual era seducida para abandonar sus creencias tradicionales a favor del hijo de Dios y del hombre, y con ello cimentaban las avenidas ideológicas que, gota a gota, incrementaban el poderío de la institución occidental.
En cuanto a detalles, los Franciscanos practicaban el pacifismo austero, ya que debían ser a la vez ejemplo y liderazgo para el olvidado y el oprimido, mejor reconocido por su etiqueta de pobre.
Los Dominicos estaban más orientados a clases o segmentos de la población más favorecidos y mejor colocados, por eso dependían de un discurso mucho más escolástico que el de sus colegas Franciscanos.
De los Jesuitas, ya sabemos que fue una ‘legión’ educada enciclopédicamente para competir en Europa con el naciente protestantismo, y que gracias a esa dura y bien letrada experiencia es que se pudieron encaminar hacia Latinoamérica. Éstos fueron enviados a ‘conquistar’ las mentes y los corazones de los millones de indígenas que vivían enclaustrados por la espada de la colonia española.
El trabajo de dichas órdenes no causó tanta inconformidad en su momento, ya que como sabemos, todos, con sus debidas acepciones, rendían pleitesía y respeto al mismo Dios cristiano. Las estrategias de cada una eran distintas, pero lo que no variaba era la obligación de convertir a aquellos que por ‘desgracia’ todavía no conocían la ‘buena nueva’. Fue por ello que, aunque existieron fricciones, las mismas no hundieron su barco misionario, por lo menos mientras el Estado político no irrumpió en la escena social con su laicidad moderna.
La cosa es diferente en el mundo actual, ya que aunque no son lo mismo, las ONG patrocinadas por algunos gobiernos son también un mecanismo sutil para propagar cultura e ideología. Así como en el pasado el cristianismo fue considerado por sus atletas como el óptimo credo a seguir, hoy la democracia es proyectada como algo universal.
Las misiones no gubernamentales de ahora podrán presumir un secularismo en el sentido tradicional del término, apuntalando la separación oficial de Iglesia y Estado. No obstante, lo que hacen éstas –en el papel de organizaciones autónomas– es sembrar ideales democráticos y liberales, como si ello fuere intrínsecamente lo mejor posible (eso sin tomar en cuenta si los fundadores son congruentes con ello). Por eso es que las ONG son percibidas con desconfianza por los jerarcas receptores, quienes se dan cuenta de la misión encubierta de los patrocinados.
Cuidado, no digo que todas las instituciones de ese tipo hagan esto, lo que digo es que en distinto grado muchas acaban incomodando al país sede, debido a la renuencia cultural, histórica y política de algunos, quienes simplemente piensan y se comportan distinto a nivel poblacional y burocrático.
Fue exactamente a través de una red de ONG en Ucrania que Washington financió la animadversión hacia las autoridades prorrusas, algo que fue abierta y despóticamente señalado por Victoria Nuland con su famosa frase de los $5,000 millones de dólares. Esta ‘diplomática’ reconoció sin remordimiento que se patrocinaron gobiernos leales a la idiosincrasia estadounidense a través de las organizaciones no gubernamentales. Por eso no hay que sorprenderse, pues, del confuso desenlace en Kiev y sus alrededores territoriales frente a esta lucha hegemónica entre distintas visiones del mundo.
Vladimir Putin y XI Jinping, de China, entre otros mandatarios, han actuado directamente para erradicar a muchas de las ONG, que como explico, estimado lector, han sido acusadas de ser sucursales occidentales infiltradas en aquellas latitudes.
Por eso le recomiendo que analice no sólo las hojas y las ramas del árbol que se planta en otros lados, sino también las raíces y el sedimento que lo sostiene para descubrir lo que realmente motiva a este tipo de organismos.
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