Thursday, 30 April 2015

El alfil ejecutivo

´La política y la religión nacieron y morirán juntos´

En momentos en que arrecia la lucha para ´seducir´ a países y regiones enteras, la declaración del papa Francisco en torno al genocidio armenio puede interpretarse como una profundización del conflicto civilizatorio entre Occidente y Oriente. 

No hay que olvidar que cualquier enunciado del Papa emana de un pulpito religioso, pero también de uno de los centros de poder más influyentes del mundo, el Vaticano. Por el lado religioso está la moralidad y la ética occidental, la cual técnicamente se concentra en la Iglesia Católica desde hace muchos siglos. Era de esperarse que la institución de creencia organizada más grande del mundo asomaría su cabeza para expresarse al respecto. 

El problema más serio recae sobre el lado político de la Iglesia, ya que aunque no se venda como tal, toda religión institucionalizada ha sido revestida de política e ideología desde su incepcion. Esto quiere decir que organizaciones de esta envergadura pueden ser juzgadas por su accionar, ya que su conducta y forma de pensar influye en las decisiones de corte global en las que participan todo el concierto de naciones.

Apariciones mediáticas, como las del Papa refiriéndose al genocidio otomano, tienen el poder de anestesiarnos temporalmente de los atropellos que toda institución religiosa o política –con toda la gama de naciones y Estados– han cometido a través de la historia, incluyendo sociedades de corte cristiano, judío, musulmán, hindú, budista, et cetera. Aparte del otomano han habido muchísimos genocidios, perpetrados por todo tipo colonialismos en todo momento. 

Aquí lo grave es que la TV no permite réplica, y por eso es que el ganador de la ´contienda simbólica´ suele ser el que se galardona ante millones de personas. El que declara en TV sabe que cualquier conjunto de conceptos y significados se amplían exponencialmente, dándole el poder suficiente para modificar el consentimiento de las masas. La furiosa respuesta del presidente turco, Erdogan, no hizo mucho ruido debido a que no recibió el mismo tratamiento que el Papa en la mayoría de los televisores occidentales. 

Parecería que existe una intención del Vaticano de sumarse a la inercia que ya tiene rato subiendo de tono, en cuanto a la diplomacia que busca arrastrar a algunos hacia aguas más ´amigables´. No hace mucho tiempo el papa Francisco utilizó su poder para mediar a favor de la restauración de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, algo que para muchos fue una clara triangulación económica-política y religiosa a favor del campo occidental. 

Esto no fue más que la faceta política de la Iglesia, que de nuevo le sirvió como relaciones públicas a un Occidente que ha transitado a colectividades ultra competitivas e híper individualistas, en donde la moralidad y la ética son secundarias al dinero y el poder. 

Lo que al parecer no tomaron en cuenta estos estrategas es que no se pueden emitir ese tipo de afirmaciones sin afectar a terceros países. Y aunque en el proceso se apoyó a Armenia y a su diáspora alrededor del mundo, uno de los efectos secundarios más álgidos de lo dicho por Francisco fue la mencionada reacción de Erdogan. Esto pudiere pronunciar el alejamiento que ya existe entre Turquía y Occidente (¿otro dominó para Eurasia?) debido a las injerencias del bloque europeo y americano en Medio Oriente, las cuales no han hecho más que incrementarse desde que los fenómenos Al-Qaeda e ISIS hicieron su aparición en los medios masivos. 

Rusia, por su lado, da mayor prioridad a Armenia que a Turquía, ya que el primero fue pieza clave de la ex URSS. Por eso aprobó la moción sobre el genocidio otomano. En la nueva guerra fría lo que importa es arrebatar la lealtad de los países, como sucedió con el otro vecino Georgia y la guerra que ahí se desató en 2008. 

El conflicto que hoy engloba a Armenia está siendo explotado por la Iglesia para mantener su relevancia en el mundo contemporáneo. Es este mismo sentido el Papa Juan Pablo II abogó por su natal Polonia a finales de los ochenta, acto que activó la chispa que detonó el posterior colapso de la URSS. 

En es pasado medieval se cristianizaba a los países para anexionarlos a Europa o a Bizancio. Ahora sólo se requiere de una buena y convenenciera diplomacia como preludio a la ´vacuna´ financiera, esa que termina por consolidar las alianzas, sea la cultura del ´invitado´ afín o no a la de quien centraliza.   

Turquía es el caballo en este ajedrez. El peón lo juega Armenia. El alfil ejecutivo es sin lugar a duda el Vaticano.

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