El acuerdo para prevenir que Irán desarrolle armas nucleares trastoca elementos que van más allá de lo militar.
El arreglo logrado hace un par de días en Lausana, Suiza, forzó al país árabe a ofrecer más concesiones que el mismo grupo negociador internacional que lo propuso. Teherán ha aceptado reducir sus centrífugas instaladas en dos terceras partes, y tampoco podrá enriquecer uranio arriba del 3.67% por lo siguientes 15 años. Ulteriormente, la robusta inspección de la cadena de suministro de combustible nuclear iraní durará 25 años.
La promesa para Irán de subscribirse a este convenio verbal, el cual será finalmente firmado el 30 de junio de este año, es que las sanciones que penden en su contra eventualmente serán liberadas. No obstante, los EUA se reservarán el derecho de usar la fuerza militar para prevenir que la República Islámica desarrolle una bomba nuclear, esto según el secretario de Defensa, Ashton Carter.
El acuerdo es posiblemente el mejor logro diplomático de Barack Obama, quien tenia mucho tiempo tratando de conseguir un triunfo para equilibrar su desastroso récord en política exterior. Comoquiera que sea, este acercamiento con la nación oriental responde a otras necesidades.
Primero esta la urgencia de establecer algún marco legal que pueda balancear la beligerancia de Washington en Medio Oriente, esa que se viene exacerbando desde la caída de las torres gemelas el 11 de septiembre del 2001. La imagen de los EUA ha sufrido considerablemente alrededor del mundo, siendo una de las principales razones su desastrosa participación en esta región durante los últimos años.
Después esta el balance de poder que puede darse entre Irán, Israel y Arabia Saudita, ya que estos tres países están luchando por la supremacía de la región. Washington apoya abiertamente a Riad y a Tel Aviv, pero su alianza con Teherán logrará convencer a algunos de que sus intereses van más allá de echarle fuego al profundo sectarismo que hoy aqueja a esas tierras. Asimismo, lo logrado con Irán es una llamada de atención a Israel y su política expansionista.
Otro razón importante es el tratar de frenar la amistad iraní con el bloque euroasiático liderado por China y Rusia. Dicha relación no ha hecho más que fortalecerse bajo el régimen de sanciones económicas contra Teherán y Moscú. Si a esto le sumamos las incesantes injerencias de Occidente en la región, entenderemos porque ha aumentado la oposición a esa parte del mundo en cada vez más países del cercano y el lejano Oriente.
Además, están las motivaciones económicas que para las corporaciones transnacionales representan los diversos mercados iraníes, que van desde el petróleo y las inversiones, hasta la explotación de los múltiples minerales que yacen en esas zonas.
Por último, y no por eso menos importante, está la intención de Obama y su administración de actuar acorde al clamor popular. Según una encuesta del Washington Post realizada unos días antes del trato, la mayoría de la gente —desde los liberales (70%) e independientes (60%), hasta los moderados (59%)— apoyaban el acuerdo con Irán.
El presidente estadounidense le acaba de demostrar a el ala ideológica más recalcitrante de su país que la diplomacia todavía es una buena herramienta política. Sólo falta ver si al legislativo dominado por los republicanos no se le ocurre torpedear esta histórica resolución.
El arreglo logrado hace un par de días en Lausana, Suiza, forzó al país árabe a ofrecer más concesiones que el mismo grupo negociador internacional que lo propuso. Teherán ha aceptado reducir sus centrífugas instaladas en dos terceras partes, y tampoco podrá enriquecer uranio arriba del 3.67% por lo siguientes 15 años. Ulteriormente, la robusta inspección de la cadena de suministro de combustible nuclear iraní durará 25 años.
La promesa para Irán de subscribirse a este convenio verbal, el cual será finalmente firmado el 30 de junio de este año, es que las sanciones que penden en su contra eventualmente serán liberadas. No obstante, los EUA se reservarán el derecho de usar la fuerza militar para prevenir que la República Islámica desarrolle una bomba nuclear, esto según el secretario de Defensa, Ashton Carter.
El acuerdo es posiblemente el mejor logro diplomático de Barack Obama, quien tenia mucho tiempo tratando de conseguir un triunfo para equilibrar su desastroso récord en política exterior. Comoquiera que sea, este acercamiento con la nación oriental responde a otras necesidades.
Primero esta la urgencia de establecer algún marco legal que pueda balancear la beligerancia de Washington en Medio Oriente, esa que se viene exacerbando desde la caída de las torres gemelas el 11 de septiembre del 2001. La imagen de los EUA ha sufrido considerablemente alrededor del mundo, siendo una de las principales razones su desastrosa participación en esta región durante los últimos años.
Después esta el balance de poder que puede darse entre Irán, Israel y Arabia Saudita, ya que estos tres países están luchando por la supremacía de la región. Washington apoya abiertamente a Riad y a Tel Aviv, pero su alianza con Teherán logrará convencer a algunos de que sus intereses van más allá de echarle fuego al profundo sectarismo que hoy aqueja a esas tierras. Asimismo, lo logrado con Irán es una llamada de atención a Israel y su política expansionista.
Otro razón importante es el tratar de frenar la amistad iraní con el bloque euroasiático liderado por China y Rusia. Dicha relación no ha hecho más que fortalecerse bajo el régimen de sanciones económicas contra Teherán y Moscú. Si a esto le sumamos las incesantes injerencias de Occidente en la región, entenderemos porque ha aumentado la oposición a esa parte del mundo en cada vez más países del cercano y el lejano Oriente.
Además, están las motivaciones económicas que para las corporaciones transnacionales representan los diversos mercados iraníes, que van desde el petróleo y las inversiones, hasta la explotación de los múltiples minerales que yacen en esas zonas.
Por último, y no por eso menos importante, está la intención de Obama y su administración de actuar acorde al clamor popular. Según una encuesta del Washington Post realizada unos días antes del trato, la mayoría de la gente —desde los liberales (70%) e independientes (60%), hasta los moderados (59%)— apoyaban el acuerdo con Irán.
El presidente estadounidense le acaba de demostrar a el ala ideológica más recalcitrante de su país que la diplomacia todavía es una buena herramienta política. Sólo falta ver si al legislativo dominado por los republicanos no se le ocurre torpedear esta histórica resolución.
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