Según el Jefe de Marketing y Comunicaciones de FedEx, Brie Carere, para el 3 de Marzo China reactivaba al 90 - 95% de sus grandes fabricantes, mientras que el 65 - 70% de los pequeños negocios manufactureros regresaban a trabajar.
Esto en uno de los países más criticados por su socialismo intervencionista, con un Estado cuya legítima autoridad logró erradicar los nuevos casos de contagio por Coronavirus.
Del otro lado del mundo el supuesto parangón del Libre Mercado llamado Estados Unidos profundiza el "socialismo para los ricos", gracias a una mayor intervención Estatal de trillones de dólares en el sector financiero de Wall Street desde por lo menos la crisis de 2008, período que ha registrado una mayor concentración de la riqueza que ningún otro de su historia. (Según Deutsche Bank para finales de 2018 el 0.1 % tenía la misma riqueza que 90% de la población).
O sea, que la Corona pandemia está evidenciando a ambas super potencias en sus aspectos positivos y negativos. Tanto así que el gobierno de Donald Trump no puede tapar la realidad de un sistema canteado a favor de una minúscula élite decimal, al grado que el hiper privatizado sector salud no tiene ni el interés ni la infraestructura necesaria para atender a los contagiados. Tan deteriorada está la situación social que la solución de ésta élite fue desplegar al ejército en principales ciudades del país, endurecimiento que se asemeja más a lo que hace China que lo que quisieran reconocer.
Y mientras Washington reprime a su población sin lograr reducciones en contagios , Pekín arrecia su "diplomacia sanitaria" multiplicando la cantidad de ayuda a países como Italia, España, Serbia, Camboya, Irán, Irak, Filipinas y otros, contradiciendo a aquellos críticos de escritorio que hablaban del "fin de su liderazgo globalizador".
Seguramente esta ayuda sanitaria china tiene un interés comercial. Pero detrás del interés existe una capacidad industrial recuperada para respaldarlo, y que seguirá ofreciendo los precios más baratos del mercado. Precios que seducirán a los países quebrados que abusaron de las cuarentenas socio-económicas.
No cabe duda que China no solo resucitará, si no afianzará su liderazgo de la globalización que Estados Unidos abandonó, por estar más preocupado por la obsesiva especulación financiera que de la mismisima producción que constituye economías sanas y estables.
Washington no tendrá más opción que continuar con su ya de por si excesiva intervención financiera, ensanchando una deuda que al día de hoy contabiliza 25 trillones de dólares. Ilusión hegemónica que los mantendrá endrogados y envalentonados en sus agresivos dictados contra los países endeudados por sus promesas y billetes.
Con todo y demagogia nacionalista y retórica proteccionista de Donald Trump, seguirá siendo más fácil imprimir dinero en casa y endeudarse para perpetuarse como consumidores, que realmente invertir en lo que se debe para poder dejar de comprar lo producido más barato en China y demás potencias emergentes, con todo y gripa, catarro o lo que sea.
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