La distancia más sana es la que existía antes de que nos convencieran a compartir nuestro destino con el de millones de personas en ciudades super amontonadas.
Ni siquiera la sobre población mundial ni la ciudades son nuestros principales problemas como especie, si no el querer forzar a tantos millones -diez, veinte, treinta- en un mismo espácio, esperando que haya armonía y calidad de vida para todos.
La arquitectura y la construcción son profesiones nobles, pero no es lo mismo tener 20 o 30 edificios bonitos y funcionales que tapizar la ciudad con cemento con la esperanza de que se vendan y rellenen de gente, sin importar que la ciudad sume todavía más gente.
Ese es el modelo que no respeta banderas y que ya fracasó, como vemos con las grandes potencias que se ven forzadas a reprimir a sus confinadas poblaciones, ya que un hormiguero tan desbordado, contaminado y propenso a las epidemias solo puede funcionar con economías justas que incluyan a las mayorías, lo cual es muy dificil con tantísimos pataleando por los mismos recursos.
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