Las identidades colectivas, especialmente las muy ambiciosas como el patriotismo y la "excepcionalidad", otorgan seguridad psicólogica a sus miembros a cambio de una influencia considerable en su personalidad. Se les convence a canjear su esencia por algo mucho más grande que ellos mismos. Los indoctrinan desde niños, y por eso priorizan los valores colectivos sobre su individualidad y la de los demás.
Sin embargo dicha identidad colectiva tiene que resonar con lo más básico como un trabajo estable y bienes a precio razonable. Por eso, cuando la cosa se pone dificil, los liderazgos mesíanicos buscan reforzar los conceptos identitarios que en condiciones normales unen al colectivo, tratando de llenar el vacío con demagogia y lenguaje alti-sonante.
Por su parte, la masa más proclive a los patriotismos y excepcionalismos es la que tiende a "endiosar" a su lider mesiánico, ya que este identifica claramente a los supuestos enemigos que atentan contra una forma de vida que comoquiera que sea ya no exíste. El "padre simbólico autoritario" actúa como esponja que absorbe y concentra las agresiones de la masa disposeida.
Más aún, dicho mesías equipara su papel político con el de la patria y sus valores ulteriores, vendiéndose como el "salvador" de todo ello. Por eso lo defienden a ultranza para que preserve la supuesta "excepcionalidad" que encabeza, ya que su ausencia desprotege a su indoctrinado rebaño, enfrentándolo con su propia vulnerabilidad.
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