Tuesday, 6 January 2015

Monterrey, ciudad Gótica

`No dejaré la alcaldía para competir por otro puesto de elección popular´

-Margarita Arellanes (1976- ) exalcaldesa de Monterrey, México 

  
Las generaciones del futuro conocerán nuestra historia, esa que escribimos día a día y que se reporta en los periódicos. Para ellos será fácil concluir que lo que nos hizo batallar tanto fue esa misma incongruencia que afectaba a toda la sociedad.
Los pueblos tienen lo que se merecen. Hasta cierto punto esto es cierto, ya que es la sociedad la que al final se acostumbra o no a formas de gobierno positivas o contraproducentes. Dicho esto, también debemos de incluir a los actores políticos –en sí, a la burocracia–, que en sistemas como los nuestros son los líderes de ese barco que llamamos comunidad.

Los lectores del futuro, como los de cualquier otra época de la historia, podrán decir que fue el desequilibrio social y de poder de eso que denominamos ‘‘la comunidad” lo que complicó las cosas hasta el desgaste, como sucede ahora en Monterrey.

Lo que trato de decir es que, simple y sencillamente, debemos observar la evidencia que se nos muestra para darnos cuenta de las causas que nos tienen divididos como comunidad: una ciudadanía cada vez más desconfiada de los políticos y los mismos políticos que se presentan en público como lo más deshonesto e incongruente posible. Esto es algo que se da a nivel nacional, pero en Monterrey ha alcanzado niveles alarmantes.

¿Quién defiende a una ciudadanía descobijada por una autoridad empecinada en el poder y el dinero?

¿Quién defiende a los pocos espacios verdes que quedan en la ciudad?

¿Quién le pone un alto a la mentalidad que hace de los estacionamientos privados la excusa para hacer negocio con los bienes naturales y públicos?

¿Quién hace algo para que ya no se mueva tanto dinero en unas campañas electorales ya de por sí inundadas de dinero de todo tipo?

¿Quién le pone un fin a los chapulinazos?

¿Quién le dice al poderoso que lo que necesitamos son calles en buen estado y no tantos policías?

¿Quién le pone un dedo a la deuda, aparte de los políticos que ya lo están haciendo?

¿Quién le dice al de arriba que la educación es más importante que los globos y conciertos musicales con fines electorales?

¿Quién limpia la calle para defenderla de los `oportunos´ representantes de Dios?

Sabemos que, si se los permitimos, estos políticos nos llevan el baile. La cosa es que no podemos jugar su juego, ya que al hacerlo los enfrentamos directamente en lo que mejor saben. Ya marchamos pacíficamente, pero tampoco se logró reacción de los políticos, que están con mucha prisa con lo de su próximas campañas electorales.

Entonces, ¿qué es lo que puede hacer cualquier comunidad ante una realidad que nos demuestra que no existe voluntad de cambiar la forma en la que operan? Que en este caso equivale a, por lo menos, mostrar ganas de querer frenar esas luchas de poder, que hasta dan asco.

Estoy contento con las candidaturas independientes, me parecen un logro. Dicho esto, no quisiera pensar que tendremos simplemente más manos metidas ahí en la política, enredando las cosas. Me encantaría saber qué tienen pensado de propuestas específicas, como, por ejemplo, qué harán con los espacios naturales y públicos ante el evidente ecocidio y asfixia urbana.

De no hacerlo, nadie sacará el tema para no ser visto como invotable, y así nos perderemos en las batallas que estos héroes librarán contra los partidos tradicionales, los cuales aprovecharan su poder de partido para evitar tener que luchar para cambiar algo. En pocas palabras, prefiero que los independientes se enfoquen en lo suyo antes de meterse al box con los pugilistas ideológicos de siempre.

El honesto no tiene por qué preocuparse por tener que dar explicaciones. Entonces, ¿por qué vemos a tanto político defendiéndose de tanto, últimamente?

Si creen que la ciudad va a crecer económicamente, permitiendo tanta especulación y construcción ilegal –en cuanto a la violación de los límites legales a su iniciativa–, pues que sean todos conscientes de que alargaremos la agonía de no poder nunca.

Si uno estira demasiado una cobija de un lado, el otro se descobija, y es así como está la relación entre comunidad y gobernantes en el Monterrey y el México de ahora.

Lo dejo con una pregunta, estimado lector. Si fuera posible cuantificar qué tanto la mentira afecta cómo estamos, ¿qué número le pondría?

Esto que te hizo reaccionar es la propuesta, ahora te toca a ti transformar tu voto ciudadano en voz humana para expresar lo evidente.


Correo: juanguerra@hotmail.com

JUAN CARLOS GUERRA: Licenciado en Estudios Internacionales por la UDEM, con Maestría en Sociología por la Universidad de Essex, Reino Unido. Especialista en Teoría Social y Política. Actualmente locutor y analista del programa d radio Global-es, en la Universidad de Monterrey.


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