Sunday, 25 January 2015

De agresión y desconfianza


'La Unión Europea necesita girar en dirección hacia el este, hacia Rusia'

Jean Marie Le Pen (1928-) fundador del Frente Nacional francés

El divide y vencerás está siendo aplicado por Washington en Europa y Medio Oriente para tratar de evitar la fusión geoestratégica de la masa continental Euroasiática.

En ese sentido la crisis ucraniana y la israelí-palestina son el mejor ejemplo de guerras subsidiaras (proxy), donde el financiamiento y el envío de armas alimentan el conflicto de forma permanente. A Israel no sólo se le defiende por ser la cuna del patriarcado judío cristiano occidental, sino que además su existencia garantiza la base de operaciones para afrontar a la cultura árabe e islámica que es vista como una amenaza, y que encima de todo es dueña de la mayor riqueza de recursos fósiles del mundo.

Cabe recordar que tanto Washington como Tel-Aviv han preferido lidiar con regímenes religiosos que nacionalistas, ya que estos últimos por lo general suelen tener mucho más apoyo popular, lo que los realza como opción política en la región.

De hecho hoy podemos ver ya los efectos de esta forma de operar en Medio Oriente, ya que el desgaste del sectarismo religioso paradójicamente ha acercado a algunas monarquías del golfo y a Irán con los rusos y los chinos. La intención era separar a los sunitas y chiíes para debilitar cualquier consolidación pan-arábiga y musulmana, pero el resultado ha sido desastroso en cuanto a vidas humanas, geopolítica y el exorbitante gasto público destinado para la guerra.

Es ahí donde cabe la manipulación del mercado petrolero saudí y su OPEP. No sólo es fundamental para los barones corporativos de la energía y las finanzas el perpetuar su petrodólar a toda costa, sino también lo es asegurar la alianza con los saudíes, los cuales ya han coqueteado con el eje Beijing- Moscú en un par de ocasiones. Ulteriormente, el fenómeno ISIS le ha funcionado muy bien a todos los involucrados en el petrodólar, ya que estos fundamentalistas de financiamiento múltiple han extendido la violencia en detrimento de la homologación de políticas regionales, que pudieran servir a los locales para oponer resistencia a los embates de los invasores. ISIS ha exacerbado el sectarismo y la islamofobia como ninguna otra ´marca´ de terrorismo manufacturado en los últimos tiempos.

Por el otro lado está Ucrania como puente energético y cultural entre Europa y Rusia. EUA es el más interesado en enfrentar a Moscú con la UE por dos razones.
La primera es geopolítica.  Ahora que la popularidad de Putin está a la alza en Oriente, es cuando se acelera el entrometimiento en su esfera de influencia. El objetivo es frenar a Rusia, y por eso Washington ha subido la presión en varios ejes, desde lo económico y lo comercial  hasta lo energético y lo militar.


De ello están conscientes cada vez más líderes europeos, los cuales aparte de estar bajando su tono en relación a Israel, y aminorando su participación en el conflicto ucraniano, al mismo tiempo han subido su voz en contra de las sanciones para Moscú, las cuales están resultando contraproducentes para sus países. Dicho de otra forma, no todos los europeos están cayendo en la trampa de la rusofobia que impera en EUA.

Washington le ha asegurado a Europa en repetidas ocasiones que no tiene por que preocuparse en cuanto a la energía y el libre comercio, y es en este sentido que se le está invitando a Bruselas para fortalecer los lazos comerciales con EUA, a través de la Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP por sus siglas en inglés). Dicho tratado es mucho más que un plan para la profundización de los lazos comerciales entre Europa y EUA. Washington sabe que Europa ya ha sido invitada a formar parte de la Unión Euroasiática, por lo cual se vuelve imperativo mantener al viejo continente dentro del eje Occidental.

Difícil se ve el panorama para el eje Occidental, ya que la marea de la desconfianza está subiendo. Cada vez son más países europeos que le exigen sus reservas de oro a EUA, lo cual, aunado a la actitud de los suizos, quienes acaban de firmar un acuerdo con Beijing para la próxima inauguración de la primera sucursal de un banco chino en Zurich, nos demuestra que la incertidumbre es lo que delinea las relaciones de poder en Occidente. En pocas palabras, Zurich desconfía tanto de Berlín y su euro como Berlín duda de Washington y su petrodólar.

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