“La única razón para que el tiempo exista es para que no ocurra todo a la vez”
Albert Einstein (1879-1955) filósofo alemán
Albert Einstein (1879-1955) filósofo alemán
No discutiré el concepto del tiempo desde un punto de vista físico-matemático, sino desde lo psicológico-social, es decir, como algo que organiza nuestras vidas en la sociedad.
Alrededor de este torrente simbólico de días, horas y segundos se construye la cultura, la política y la religión, formas de vida que se encargan de temporalizar nuestra biografía. Naciste en un país con miles de años de historia, que es gobernado por un grupo de gente en lapsos temporales, que a su vez fueron definidos por una religión obsesionada con el control de la vida y la muerte. Asimismo, se te dice que llegarás a la adultez cuando hayas cumplido cierta edad, mientras que por otro lado, las deudas, los créditos y demás compromisos sociales te recuerdan que habitas un mundo que lleva prisa. Es en este sentido que el tiempo puede considerarse la primera institución, ya que es en relación a este que localizamos la narrativa de nuestra existencia.
Nuestras vidas solo hacen sentido civilizatorio cuando realizamos que vivimos un presente que antecede a un futuro, sucesos mentales que se postran sobre un supuesto pasado ya registrado y almacenado. Y aunque toda vuelta de año puede verse como el inicio de un ciclo desde lo astronómico y lo natural, la idea predominante en nuestra especie es que el tiempo es en esencia lineal, dándonos a entender que enero de 2015 es ´lógicamente´ distinto al enero de 2014.
El sol sale de manera parecida en cada estación, pero la humanidad ha reprimido la obviedad de lo ordinario en pro de sus cálculos ´objetivos´. Es así como se entiende a este mundo institucional, sobre el cual depositamos nuestras esperanzas de que ahora sí modificaremos esas conductas negativas que hasta ahora no nos han servido. En pocas palabras, es la novedad la que motiva al humano a intentar cosas nuevas, aunque en realidad no haya cambiado nada más que su propia mente anclada en el tiempo.
Nuestra sociedad esta programada para empezar y cerrar fases, que se venden como necesarias para cristalizar esas etapas de la vida que desde el comienzo se nos dieron como obligatorias. Esta ascendencia en lo temporal nos invita a desarrollar perpetuas aspiraciones y novedosas soluciones, cuando en verdad lo que teníamos ayer era más que suficiente para corregir eso que preferimos delegarle al futuro.
Por su lado, el patriarcado se legitima con la planeación de nuestras vidas y las de la sociedad, organizándolas en unidades, bloques y rutinas temporales, y es allí donde yace el dominio más sublime. Sabemos perfectamente lo que la burocracia tiene que hacer para arreglar los problemas de siempre, pero gracias a que habrá un mañana es que nos mantienen con la expectativa de que se corregirán después, justificados en eterna autoreferencia.
Si no resolvemos lo que ya traemos con las maneras que ya conocemos, de nada nos servirán los propósitos para hacer cosas distintas en paraísos venideros de fantasía. Nos convertimos en víctimas del ego cuando proyectamos esa perfección en el futuro, y al hacerlo, sacrificamos nuestra presencia en el aquí y el ahora, instante en donde las experiencias y resoluciones significativas se suscitan.
Aferrarnos al pasar del tiempo es alejarnos de los vaivenes de una naturaleza que nos incluye, ya que una línea recta no es un círculo. Liberar nuestros apegos a los tiempos artificiales equivale a reducir la ansiedad generada por vivir aprisionados en ellos.
Se puede cohabitar con el tiempo de forma convencional, pero no debemos dejar que este nos limite, ni mucho menos que se robe nuestra presencia de este preciso momento.
No hagamos del tiempo la excusa para posponer decisiones que ya cumplieron su ciclo, creyendo que porque tenemos ´tiempo´ podemos postergarlas para siempre. Tampoco dejemos nuestra indecisión a las autoridades, ya que siempre nos llenarán de todo menos de lo que necesitamos para nuestra plenitud. Cuidado con pensar que las instituciones y el mundo social son antídotos a la soledad y la miseria psicológica que se acumula cuando no actuamos. Ulteriormente, el tiempo sirve para aplazar decisiones, cierto, pero la actitud es atemporal.
Cambiemos nuestros propósitos futuros por actos presentes y conscientes.
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