`El caos político está conectado con la decadencia del lenguaje´
-George Orwell (1903-1950) filósofo británico
Entre más crisis relacionadas con el Internet se susciten, más se irá dificultando su navegación.
Crisis como la de Sony Entertainment versus Corea del Norte suelen ser excusas para un mayor control informativo, todo anclado en el miedo. Para efectuar dicho control, el Estado se aprovecha de su contubernio con las corporaciones, que como quiera que sea ya se venían apropiando de la red, justificadas en que las libertades de mercado les permiten infiltrarla como cualquier otro negocio. Dicho de otra forma, el control del Internet viene escondido como privatización, ya que hoy somos testigos de cómo una tecnología desarrollada inicialmente por el Estado ha sido cooptada por los grandes intereses privados.
Similar a como la Iglesia católica lanzó su contrarreforma en el Siglo XVI en contra del flujo informativo que la imprenta desató, ahora el Estado está tratando de ponerle un freno al Internet, tecnología que ha abierto canales informativos que han democratizado la opinión como nunca.
Fundamental en este gradual proceso de control es la ideología neoliberal que impera, la cual se ha convertido en la excusa para vender ese canal de opinión abierta en afán de limitarlo. En pocas palabras, la gente está leyendo demasiado, informándose de asuntos que le empoderan como sociedad civil. Esto no es del agrado de los poderosos, los cuales han declarado la guerra contra la libertad informativa.
Aquí entra la iniciativa privada de cobrar por servicios premium en la red, lo cual, con todo y que pudiere sonar atractivo para algunos, por otro lado significará un obstáculo para millones de usuarios que no desean adaptarse o que, de plano, no podrán pagar los incrementales cobros. Es así como el Estado se escuda de las acusaciones que lo implican directamente en el control de la red. Solo tiene que citar las libertades del capitalismo para disculparse de esta nueva injerencia privada en el flujo informativo del Internet.
No falta mucho que para la web se segmente entre el 1% que pueda pagar lo premium y el 99% restante, que tendrá que acostumbrarse a velocidades y contenidos relegados. Esto no será casualidad, ya que las corporaciones de dogma neoliberal le harán lo mismo al Internet que lo que le hicieron a la sociedad: dividirla entre megaricos y el resto de los mortales.
El asunto contra Corea del Norte, cuya culpabilidad en el hackeo de Sony no ha sido comprobada, se convierte en la perfecta excusa para meterle más mano a la red. Obama dijo que el hackeo representa un ataque contra la forma de vida americana, algo que seguramente será usado para tratar de aplicar más trabas legislativas. Además citó a Sony Entertainment, corporación líder en el ramo tecnológico, que finalmente se vio beneficiada con tanta publicidad, lo que ya se reflejó en las ventas de la susodicha película tan criticada por los coreanos.
El péndulo girará todavía más hacia el control corporativo de la red, acelerando la estandarización de sus contenidos. Esto apunta a una mayor simplificación del discurso, en términos orwellianos.
Ulteriormente, así como el ejemplo de la Iglesia medieval y su contrarreforma informativa luchó contra las múltiples interpretaciones de dios que la imprenta abrió para muchos, actualmente tenemos a una asociación neofeudal de corporaciones haciendo algo similar. Internet se creó para defender a la población del posible ataque soviético, pero hoy se ha transformado en una herramienta peligrosa para las autoridades, las cuales no han vacilado en encargarle a sus barones corporativos que interfieran para evitar la llamarada de bits democratizadores.
Ciertamente, la Edad Media y el mundo contemporáneo son épocas diferentes basadas en tecnologías distintas, pero lo que no ha cambiado nada es el afán de prevenir que la gente se entere. La manzana del conocimiento sigue siendo incómoda para los que detentan del poder.
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