Tuesday, 20 January 2015

Europa se tambalea

`Grecia es la bomba de Hiroshima del cuarto Reich´

-Juan Carlos Monedero Fernández-Gala (1963- ) político del partido PODEMOS 

€330,000 millones de euros es el tamaño de la deuda soberana griega, cifra que ha desatado las fuerzas democráticas en el país que vio nacer a Occidente.

La elección de este domingo 25 de enero determinará el futuro de la relación griega con todo el andamiaje europeo, ya que SYRIZA, la opción de izquierda antiausteridad neoliberal, ha cuestionado al sistema que tiene de rodillas al país. Lo interesante es que este novedoso partido lleva la delantera en intención de voto.

Dicho esto, es fundamental entender el fenómeno griego no sólo como el fracaso de una pieza única de la eurozona, sino como la fractura estructural de una supuesta política pública convertida en ganancia privada. Para entender esto hay que considerar las bajas tasas de interés generalizadas alrededor del continente, las cuales, como sabemos, son determinadas por el Banco Central Europeo (BCE), en coordinación con el FMI y la Comisión Europea en algo conocido como la TROIKA.

Las bajas tasas de interés se mantienen como parte de una estrategia para asegurar que la banca sea la institución predominante, ya que subir dichas tasas es reventarla, a la vez que se encarece el movimiento del dinero a través del sistema. Lo malo es que las bajas tasas logran un efecto desalentador para las inversiones en pro del crecimiento, lo cual, aunado a la baja producción industrial, al fuerte desempleo y el bajo poder de compra, ha paralizado a la economía europea.

Entonces, la respuesta del BCE al estancamiento es la misma que han seguido la Reserva Federal de los EUA y el Banco Central de Japón. Básicamente lo que los poderosos en Europa tienen bajo la manga es un `estimulo fiscal´ (entiéndase: impresión de dinero), con la intención de resucitar la economía.

Dicha política keynesiana difícilmente resolverá las cosas, ya que, como sucedió en el caso de EUA, las bajas tasas de interés permitirán que los mismos bancos acaparen en un mediano plazo las mayores tajadas de los recién creados euros.

Es por eso que el Banco Nacional Suizo decidió romper con la paridad que existía entre el tipo de cambio del franco y el euro desde septiembre de 2011. Esto se explica por dos razones. Primero que nada están las grandes cantidades de reservas en euros y en bonos que el Banco tenia acumulados, los cuales crecían sin limites. Después esta la desconfianza que los suizos venían desarrollando para con el euro y, en sí, con el proyecto europeo de integración. Hoy el euro ha perdido valor frente al dólar, y esa idea de imprimir más euros para resarcir la parálisis económica no cayó bien en las esferas de poder helvéticas.

Es por eso que Suiza quiere recuperar su oro que está fuera del país. Alemania por sí sola repatrió 140 toneladas en 2014, y hoy hay otros países –entre ellos Bélgica y Países Bajos– que están siguiendo el ejemplo. La única diferencia es, que para incurrir en una política de esta envergadura, el país helvético primero necesita organizar un referendo. Como sabemos, ésta es una de las pocas naciones en el mundo que realmente considera la opinión de la ciudadanía. Por eso es posible que éstos últimos acontecimientos, que incluyen la apreciación inmediata de casi un 30% del valor del franco suizo frente al euro, motiven a muchas personas hacia un mayor proteccionismo de metales en un sentido mercantilista.

La desconfianza de uno de los principales socios (no miembro) de la Unión Europea (UE) no augura buenas cosas para el viejo continente. Es obvio que lo de Suiza afecta mucho más la imagen de la UE que la factible salida de Grecia, ya que ésta última representa apenas el 2% del total del poderío económico continental. Como quiera que sea lo que suceda en Atenas, será un parteaguas para lo que viene.

Habrá que estar pendientes del resultado de la elección del domingo, ya que aunque Alemania no lo acepte, el resultado griego pudiere influenciar a sus vecinos mediterráneos, los cuales también forman parte de la periferia olvidada del concierto de naciones.

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