El referéndum griego de este domingo, que cuestiona la continuidad de la austeridad impuesta de la Troika, es sólo un formalismo, ya que desde el punto de vista financiero la población ya `emitió ´ su voto en contra del sistema que la esclaviza.
Con esto me refiero a los millonarios retiros de efectivo desde los cajeros de las últimas semanas, los cuales tuvieron que ser bloqueados a la fuerza mediante un corralito que logró parar temporalmente el `sangrado´. La gente le estaba diciendo a sus representantes que ya no confiaban en la salud de la banca, por lo cual esta actitud puede interpretarse como una forma de protesta (además de las multitudinarias que se organizan casi a diario en las plazas públicas).
De eso fue de donde se agarró el Estado griego, que con mucho coraje y determinación metafóricamente desconectó uno de los nodos del salvaje sistema que somete a su sociedad. El corralito que se aplicó internamente para salvar a la banca local equivale a controlar el flujo de capitales que entran desde el exterior. O sea, cerraron la `válvula ´ para detener el movimiento de dinero en todo sentido.
Este acto es uno revolucionario, si tomamos en cuenta que el control de capitales era algo impensable dentro de la Unión Europea, que centraliza las decisiones financieras y políticas por que emite el euro, moneda única que robó la soberanía y el futuro de naciones como las que ahora exigen clemencia.
No obstante, las demandas de Tsipras hacia Bruselas no conllevan una carga ideológica sustancial, con todo y que Syriza es considerado por sus acreedores un partido de izquierda radical.
El `príncipe´ se plantó en el castillo del `reino´ de la Troika para aclararle al rey que dejará de pagar su tributo, y esto en sí es lo más radical de todo. Radical porque representa un cambio fundamental en cómo se han venido haciendo las cosas. Radical porque enfrenta el miedo y las amenazas institucionalizadas.
Creo que sería buen momento de dejar de tildar a Syriza como izquierda radical, y en su lugar, llamarle opción de sentido común, de acuerdo a la terrible situación socioeconómica y cultural por la que atraviesa el pueblo heleno.
Lo que hay que entender es que esta dictadura financiera cuasi religiosa está mucho más allá de los países e identidades mismas, sean éstas nacionales o Europeas. Lo que está en juego, estimado lector, es el reinado dictatorial de un manojo de banqueros transnacionales, que hacen y deshacen naciones simplemente para incrementar sus utilidades.
Narrar en este espacio los quehaceres del capitalismo neoliberal sería ingenuo, ya que a ello me he abocado los últimos dos años. Lo que sí le digo es que la mejor evidencia de la interconexión de los tentáculos de esta bestia especuladora la vimos un día después en Puerto Rico, país que se declaró incapaz de cumplir con sus astronómicas deudas, como hizo Atenas.
Imagine usted un gordo enorme cuyo camisón está a punto de estallar debido al sobrepeso inflacionario del portador. El botón de mero abajo en el camisón sería Grecia. El segundo hacia arriba es Puerto Rico. El tercero está por revelarse.
Es cierto que el ‘liderazgo’ anterior a Tsipras se endeudó hasta la médula, pero eso no significa que la ciudadanía tenga que pagar por ello eternamente. Fue por eso que el primer ministro la aventó la pelota a la gente. Se quiere aprovechar del hartazgo generalizado para asegurar un ‘gol’ democrático, que de anotarse simbolizaría un cambio de paradigma capital.
Tsipras no está solo, ya que como le platiqué en mi columna anterior sobre este tema, el accionar de este ministro está siendo apoyado por Rusia y otros actores del novedoso mundo multipolar, al cual se resisten los que imprimen los euros, dólares y demás bonos de plástico que pululan nuestras finanzas.
Se cierra una llave, pero se abre la del gas ruso, ése que fluirá a través de Atenas y los Balcanes con rumbo a Austria, punto final del nuevo gasoducto acordado con Putin.
El referéndum es antes que nada una llamada de atención al sistema actual.
Blog: danzanegra.blogspot.com
Correo: juanguerra@hotmail.com
JUAN CARLOS GUERRA: Licenciado en Estudios Internacionales por la UDEM, con Maestría en Sociología por la Universidad de Essex, Reino Unido. Especialista en Teoría Social y Política. Actualmente locutor y analista del programa de radio Global-es, en la Universidad de Monterrey.
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