'¡No es justo!'
_chofer de moto taxi en Etiopía
Hay muchas formas de aprovechar un viaje, pero hay que ir más allá de delegarle toda la responsabilidad al intermediario turístico.
La primera pregunta sería, ¿te interesa aprender sobre la cultura que deseas visitar, interactuando con su gente, o simplemente quieres pasarla bien y tomarte la foto para agrandar tu acervo turístico?
Para mi la prioridad del viaje es el viaje mismo, experiencia que tiene la capacidad de transformar a cualquier persona de fondo. Para que esto funcione las prioridades deben establecerse de acuerdo a lo que más ofrezca posibilidades de aprendizaje, que en el caso del viajero, es la gente con la que se encuentra.
Si eres de los que no les gusta batallar, y por eso le sacas la vuelta al viaje independiente, haz caso omiso a esta nota, si no toma estos consejos.
Primero, en el caso de que tu viaje sea a destinos considerados de menor costo y nivel de vida económico que el tuyo, es mejor que no esperes pagar lo mismo que los locales por las cosas y los servicios. Algunos gobiernos establecen, por sistema, que los visitantes se sujeten a precios más altos que los locales; esto sienta un precedente para la comunidad receptora.
En el caso de que no, lo que entra en juego es el regateo, lo común para las sociedades con una infraestructura turística mínima o nula. Ahí la cultura transcurre de forma básica y, por su misma sencillez, carece de mercados y estructuras formales para facilitarle la estancia al visitante.
Cuando es así, las interacciones suelen ser más personalizadas, lo cual nos abre una enorme oportunidad para realmente conocer al otro desde sus necesidades, y no nada más las nuestras. No es que vayamos a los lugares a recoger lo que consideramos apropiado, si no que nos ‘inmiscuimos’ en su haber para construir la experiencia en la fuente misma, y al momento oportuno.
Una de las maneras más divertidas de hacerlo es a través de ese estire y afloje que resulta de la interacción, especialmente cuando queremos adquirir algo. Lo mejor es no tratar de ganarle al que tenemos enfrente como supuesto adversario, si no nada más aprovechar su presencia para lograr esa apertura que se requiere para encontrar el tesoro que yace detrás de una simple fotografía.
Puedes arreglar tu aproximación arrojando billetes, pero al hacerlo perderás de vista el objetivo central del viaje, el momento mismo. Si actúas como burócrata participarás de la creación de una economía avariciosa, que acostumbrará a la gente a esperar lo máximo posible de los siguientes visitantes, manteniendo así esa inercia en la que te incluiste.
Tampoco creas que podrás salirte con la tuya negociando precios por debajo de lo mínimo esperado, ya que es seguro que en la mayoría de los casos saldrás peleado. La metáfora del péndulo aplica aquí. Si lo estiras demasiado para el lado del exceso, despersonalizas la relación e interpones una barrera con el otro. Si lo llevas al otro extremo de ofrecer muy poco al grado de la cerrazón comprometes la comunicación, ya que la misma será interpretada como un un insulto por el afán de ganar a toda costa.
No se trata de ser eco turista o turista responsable. Se trata de sensibilizarse con el contexto en el que se está, pasar por ahí y dejar algo que trascienda lo meramente económico.
Si crees que por que organizaste tu viaje con una gran agencia, de esas que cobran hasta cincuenta veces los precios reales, y que por eso ayudas a la economía de la población del lugar al que fuiste, estás equivocado. Mucho de ese dinero que pagas se queda con las agencias y demás intermediarios que participaron, dejando apenas algo para los demás.
Algo más de lo que hay que estar consciente es que los destinos de moda tienen sus etapas. La primera es la ambiciosa, en donde la novedad como destino provoca una ansiedad a todo nivel por las divisas que el viajero carga consigo. Esta etapa suele ser la más difícil, y si no es regulada por el Estado, ocurre exactamente lo opuesto. Se crean hábitos abusivos y surgen pequeñas mafias que lo acumulan todo.
Esta etapa se trasciende cuando el gobierne interviene con sus regulaciones, que gradualmente desarrollan esa infraestructura turística de mercado que equilibra el tablero para los participantes. No desaparece la ambición, simplemente la autoridad mete la mano para dirigir y mantener el negocio a largo plazo.
Recuerda que muchas de esos países (aparte de EUA, Europa, Japón y otras potencias) son sociedades tradicionales, que puede que estén, o no, en transición hacia algo que se asemeja a lo nuestro. La clave es no frustrarse por que la situación no cambió ni cambiará con nuestra asistencia. Comoquiera que sea, hay que tratar de no añadirle al fuego transnacional. Eso le toca al país sede.
Ulteriormente, aunque el discurso turístico presente a sus destinos estandarizados para incentivar el negocio, esto no quiere decir que todo mundo se desarrolla y viva por igual. Cada cultura es una historia, y una expectativa y un plan distinto.
Por lo pronto aprende a saludar y agradecer las cosas en los idiomas con los que concurras. Verás como ello te abre más puertas que el dinero mismo.
Blog: danzanegra.blogspot.com
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