Thursday 25 June 2015

Desventaja organizada

Detrás de la matanza hay un mensaje de intimidación, acto que refleja la historia del terrorismo contra las instituciones negras involucradas en la promoción de derechos humanos y civiles

Anthea Butler (1972-) Profesora estadounidense

El análisis del debate público en torno al asesinato en masa perpetrado por un hombre blanco contra miembros de la raza negra en la iglesia de Carolina del Sur, EUA, evidencian cómo los medios de comunicación manipulan la cultura mediante un discurso selectivo, divisorio y jerarquizante.

Selectivo porque escogen cuidadosamente sus palabras y sus gestos para sublimar el impacto directo de un acto claro de terrorismo, si consideramos al terrorismo como la intención expresa de causar terror entre el público presente, a través de la violencia o la amenaza de la misma.

Como ejemplo están las palabras del director del FBI, James Comey, quien aclaró que la agencia que encabeza está investigando la muerte de nueve personas en Charleston, Carolina del Sur, como un crimen de odio, y no como un acto de terrorismo. Cabe puntualizar que el FBI es una de varias `legiones´ que el Estado ha gestionado para avanzar su agenda disuasiva intervencionista.

Selectivo porque, gradual y deliberadamente, el sistema mediático simbólico cultural ha ido modificando los significados de palabras como "terrorismo", convirtiéndola en etiqueta cuasi religiosa para legitimar una nueva cruzada contra sociedades, culturas y religiones divergentes, que por ‘malestares del destino’ habitan tierras deseables con recursos abundantes.

Basta con recopilar y enumerar todas las instancias en que los medios han empleado el termino "terrorismo" en relación a razas de color o pueblos de extracción musulmana, para darse cuenta como funciona su propaganda de modificación perceptual.

Para lograr su acometido, los medios constantemente interponen noticias lejanas a las suscitadas en casa, con el afán de utilizar las emociones y las energías resultantes a favor de la causa opresora en el exterior. Religiosamente se infla la amenaza fuera, para con ello desinflar el descontento que brota dentro.

Dicho discurso es divisorio porque se alimenta perpetuamente del antagonismo de los distintos grupos sociales. Dicho `entretenimiento agónico´ es la columna vertebral de su negocio, que mantienen bien lubricado con el favor de unas muy agradecidas autoridades. Su lema preferido es "nosotros y ellos".

Divisorio porque difunden la ilusión de que los acontecimientos domésticos suceden de forma aislada, como si la cultura `excepcional´ que refrendan estuviese desconectada de cualquier fenómeno global de trascendencia.

El mejor ejemplo de esto son las otrora declaraciones de George W. Bush, cuando expresó con marcado desconcierto su incomprensión por el odio del resto del mundo contra su país (dígase su política exterior). Claramente fingió demencia para evitar demostrar que estaba consciente de la causalidad y las consecuencias de su beligerante accionar alrededor del mundo.

Discurso mediático también jerarquizante porque presenta la superioridad racial, étnica y social del hombre blanco como algo intrínseco a su ADN y sus prácticas culturales y de negocios. El negro, en este contexto, es presentado como flojo e incapaz de llegar a la cima por sus propias deficiencias. Con esto se clavan los últimos clavos de la tumba de la idiosincracia meritocrática horizontal, que alguna vez coloreó la vida pública estadounidense.

Jerarquizante porque, como diría Antonio Gramsci, los medios sirven al poder mediante la construcción de una visión cultural hegemónica que extiende sus tentáculos de dominación sobre estructuras e instituciones de todo tipo. Se da como un hecho que la desventaja de algunos le es natural al sistema.

Este punto ilustra cómo el racismo institucionalizado rebota el odio y la condescendencia a través de todo el crisol social de la nación.


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