Tuesday, 2 June 2015

Piedras en el estanque

´Washington ha renunciado a la idea de que una China ascendida puede ser cooptada como participante en el orden global actual´

-Financial Times, 30 de abril de 2015  

El ascenso chino está causando inconformidad en las altas esferas de poder de los EUA, cuya única respuesta es apretar aún más las tuercas de su cansada hegemonía global.

Cito las últimas declaraciones del periódico de tinte nacionalista chino Global Times: ´La guerra es inevitable, al menos que EUA se retracte de interferir en los reclamos de tierra chinos –y los derechos consecuentes– sobre los límites territoriales de las Islas Spratly, las cuales fueron hechas por el hombre´. En pocas palabras, Beijing le exige al Tío Sam que lo deje en paz en su propia esfera de influencia.

Como le he venido platicando, estimado lector, los chinos están subiendo el tono de su protesta contra Washington. Esta declaración sobre las Islas Spratly se suma a las que hace unos meses puntualizaron que Ucrania es parte de la esfera de influencia rusa. En esta línea se acomoda la presencia del secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China, Xi Jinping, junto al presidente Putin durante el 70º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial
en Moscú el 9 de mayo, donde se vio al Ejército chino marchando junto al ruso, flanqueados en el mar mediante ejercicios navales conjuntos.   
A estas alturas del juego geopolítico salen sobrando mis interpretaciones, ya que los simbolismos y los enunciados dejan más que claro que la fricciones entre Occidente y algunas potencias de Oriente son ahora la norma en la arena internacional.

Es en este sentido que Washington aumenta su despliegue de todo tipo de armamento bajo el dichoso Pivote a Asia, estrategia de contención militar para el dragón chino. Asimismo, por el frente comercial resalta el Tratado Transpacífico (TPP), cuya intención es expandir los intereses corporativos de EUA y sus socios alrededor del mundo, excluyendo a China.

Por otro y muy sorprendente ángulo está la profundización de la relación militar entre EUA y Japón. El 27 de abril ambos países acordaron ampliar su cooperación en defensa. La nueva directriz elimina los confines geográficos de operación del Ejercito nipón, por lo que ahora ya podrá desplazarse alrededor del mundo para cumplir con sus ´compromisos bélicos´.

Mientras Washington y Tokio tocan el tambor de guerra, los chinos aceleran el ritmo de la diversificación de sus inversiones billionarias, las cuales ya permean partes de África, Asia y Sudamérica. Europa no se queda tan atrás, ya que la reciente adhesión de casi todos sus miembros al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés) evidencian a ese par de necios que se mantienen renuentes al flamante mundo multipolar. 

El analista Gerald Celente mide muy bien la temperatura de las aguas geoestratégicas cuando nos dice que ´el negocio chino es el negocio, el negocio americano es la guerra´.

Las autoridades de Beijing saben que enfrentar directamente en lo militar a Washington es sucumbir. No obstante, es fundamental abrir los ojos para observar el flujo de poder en el tablero, el cual obviamente no se conforma únicamente por armas. El peso de Beijing en el mundo trasciende lo poblacional y lo militar. Ulteriormente, la presencia de la cultura y la economía de esta antigua civilización ha llegado para quedarse.

Seamos realistas, todos somos humanos y nos hemos hecho la guerra cuando nos ha convenido. La cultura china no es la excepción. Lo interesante es que actualmente el dragón no se ha puesto tan agresivo. Su plan ha sido el trabajar y enriquecerse, esperando la hora para lanzar sus llamas.

Por eso prefieren continuar con un perfil bajo, acumulando cada vez más oro en camino a su próxima hegemonía, todo mientras los EUA se endeuden sin cesar en su afán de perpetuar un sueño americano que hace mucho que caducó.

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