Tuesday 21 July 2015

De prisas y conveniencias

“Síntoma del declive de un imperio es su inhabilidad para sostener el sistema que alguna vez presidió”

-Martin Jacques (1945- ), periodista británico

La urgencia con la que Europa trata a Grecia, y EUA restablece relaciones diplomáticas con Irán y Cuba, evidencian la preocupación occidental por el surgimiento del mundo multipolar.

Además de las estrategias geopolíticas de siempre, en estos tiempos ha surgido un nuevo ingrediente que modifica las prioridades de los poderosos. Con esto me refiero a los nuevos órdenes de los BRICS y el Euro asiático, los cuales se han venido reforzando durante las últimas semanas, en respuesta a las recurrentes crisis en Ucrania, Syria, Grecia, Puerto Rico, etc.

Primero que nada está la prisa de EUA, que finalmente ha terminado con el embargo cubano, ya que la isla se estaba llenando de inversiones e intereses rusos y chinos. En esa línea, dicha renovación de ‘amistad’ con los Castro se volvió imperativa, por lo que es factible que Washington convierta a la isla en una ‘barrera’ económica contra sus enemigos geoestratégicos orientales.

En esa vena también se da el nuevo acuerdo con Irán, el cual sólo en la superficie tiene que ver con la energía nuclear. Sabemos que la potencia persa va a la alza por razones históricas, demográficas y energéticas, lo que explica el apresuramiento de su cortejo. Ulteriormente, una invasión fallida en aquellas tierras acabaría con la hegemonía de EUA y todo el 
andamiaje occidental.
Teherán venía aumentando su intercambio de divisas y su trueque con sus gigantes vecinos asiáticos, consolidando su lealtad con ellos. Los ayatolás tuvieron que actuar así, ya que las sanciones aplicadas por el Tío Sam están afectando profundamente a la nación.

Irán no es la primera potencia que recurre a alternativas para circunventar sanciones. Rusia fue el otro grande que hizo lo mismo, lo cual como efecto secundario de las sanciones, lo acercó todavía más a China.
Washington está consciente de esto, y por eso está tomando la iniciativa, matando dos pájaros de un tiro. Por un lado Obama se distanció del belicoso gobierno israelí, mientras que por el otro, firmó un acuerdo histórico con Teherán. El Presidente sabía que no podía arreglarse con los chiítas sin alejarse del gobierno de Netanyahu, y por eso nos demostró con creces que el tablero de poder ha cambiado.
Es por todo esto que la lucha de poder entre Washington y Berlín por el destino griego no hará más que enconarse. Un FMI manejado por EUA obviamente perdería dinero si se aplica la quita de deuda griega. No obstante, Obama sabe que perder la lealtad de Atenas significaría una perdida mucho más fuerte en el terreno geoestratégico al que me estoy refiriendo.

Alemania, por su lado, parece estar más preocupada por lo que se le debe que con lo que puede perder si Grecia se retira del euro. Francia, a su vez, sabe que Europa ha perdido mucho con la crisis ucraniana y con las sanciones rusas, por lo cual ha participado en la negociación con los ayatolás, en espera de concretar nuevas oportunidades de negocio con el milenario país chiíta.

Mientras todo esto acontece, incluyendo la manipulación de los mercados energéticos, financieros y los de metales preciosos, Obama está luchando para utilizar el desmedido poder que el congreso le otorgó con el fast track, con miras a aprobar el Acuerdo Transpacífico (TPP). De proceder, esta sería otra medida preventiva ante el surgimiento multipolar, cuyo corazón yace en Beijing, la estrella de los emergentes de Eurasia.

La mejor analogía medieval de lo que el TPP representa se cumple colocando metafóricamente a un rey montado sobre su caballo, acompañado de una larga columna de príncipes, todos a caballo, postrados frente a la campiña silvestre. ‘Caballeros, todo lo que sus ojos ven les pertenece’, serían las palabras emitidas por el monarca, rol que en el caso contemporáneo es jugado por el ejecutivo del imperio.

No se me ocurre otra forma de interpretar un ‘acuerdo’ que empoderará a las corporaciones trasnacionales aún más. Imagine Ud., estimado lector. Si este esperpento se aprueba, no habrá poder judicial sobre la tierra que detenga los excesos económicos y comerciales de un puñado de barones neofeudales.

Lo peor de toda esta urgencia por perpetuar el status quo es que se están atropellando los mismos valores que Occidente ha venido coronando desde siglos atrás, como son la república, la libertad, los libres mercados y la democracia. Esos valores, que supuestamente presumen, son criticados cuando otros los enarbolan, incongruencia que no augura buenas cosas para los que detentan la prisa convenenciera.

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