‘‘Venezuela es una amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y política exterior estadounidense’’
Barack H. Obama (1961- ) Presidente de los EUA
Barack H. Obama (1961- ) Presidente de los EUA
El intento que hizo la administración de Obama de imponer sanciones contra Venezuela provocó una respuesta conjunta latinoamericana de inconformidad a través de instituciones regionales como Unasur, ALBA, Mercosur, Petrocaribe y hasta la OEA.
En este sentido, lo primero que hay que recalcar es que el subcontinente americano y algunas naciones caribeñas aclaran que la región ya no es dominada por la ideología de la Doctrina Monroe (América para los Americanos), que en siglos pasados puso en entredicho su soberanía.
Es así que hoy no sólo Europa ha incrementado su presencia en América Latina, sino también Rusia y China, algo impensado en el pasado. Fue debido a esa inercia que Washington se reconcilió con Cuba, cosa que todavía no acaba de convencer a los republicanos. Así que para suavizar la crítica en contra de su mandato en política exterior, y de pasada darle por su lado a la oposición, Obama reavivó sus amenazas contra el régimen de Nicolás Maduro en la República Bolivariana.
Los razones públicas como siempre esconden algo, y en esta ocasión EUA juega una carta doble. Por un lado está la disputa de política interna que menciono, pero por el otro está la presión que el Tío Sam viene incrementando en contra de gobiernos petroleros, que pudieran poner en entredicho la preponderancia del petrodólar y el control de los mercados energéticos globales.
Aquí se colocan Rusia, Irán y ahora Venezuela, tres de los principales productores y distribuidores de crudo, que han sufrido considerablemente con la drástica caída del precio del petróleo. Entonces, las sanciones económicas son una forma de afectar todavía más a sus reservas para supuestamente debilitar al Estado en favor de la ciudadanía. No obstante, hay suficiente evidencia para constatar que las penalidades suelen afectar más a la población que a las autoridades, lo cual me lleva a pensar que lo que se busca es simplemente molestar al liderazgo enemigo.
Aclaro que no estoy a favor del chavismo ni el madurismo como ideología y práctica, pero considero todavía peor el querer intervenir para tratar de ‘‘salvarlos’’, intentando con ello legitimar en el camino el intervencionismo de que el fin justifica los medios. Irak, Libia, Siria, Yemen, Afganistán etc., son algunas de las naciones que han recibido su respectiva dosis de ‘‘salvacionismo’’, y todo ellos, sin excepción, se encuentran en peores condiciones que antes.
Interesante será ver cual es el desenlace de todo esto, ya que bajo Obama los EUA han experimentado varios reveses en política exterior. Primero Siria, después Ucrania y al parecer ahora Venezuela nos demuestran que las cosas han cambiado en el orden internacional en la teoría y en la práctica.
La unanimidad con la que respondieron las distintas organizaciones sudamericanas son un ejemplo del fortalecimiento de los regionalismos, que por razones geopolíticas y económicas han tomado más responsabilidad ante el colapso moral de la ONU.
Muy diferente sería la situación latina si no existiese un verdadero y marcado despegue monetario. Durante los últimos años, el subcontinente ha cristalizado alternativas al sistema occidental de crédito operado desde el FMI. Y aunque las deudas ahora le pertenecen a los gobiernos locales o a China, el rechazo a las imposiciones de Washington es algo muy relevante.
Cierto es también que entre los aletargados resalta Venezuela, pero creer que por ser uno de los más débiles se facilita el molestarlo me parece poco realista. El mundo es ya distinto. Es nuestra labor elaborar el discurso que más se apegue a ello.
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