`Las armas nucleares estuvieron listas durante la crisis ucraniana´
-Vladimir Putin (1952-) Presidente de Rusia
-Vladimir Putin (1952-) Presidente de Rusia
La incertidumbre en el frente ucraniano está al alza, ya que la especulación mediática sobre el paradero de Vladimir Putin se está reflejando en lo financiero con un Fondo Monetario Internacional (FMI) rompiendo su propias reglas para forzar a Kiev hacia la órbita occidental.
En contra de sus mismas normas, que impiden prestarle dinero a países quebrados y en conflicto, el FMI acaba de soltarle $17.5 miles de millones de dólares al gobierno de Petro Poroshenko, quien, como sabemos, encabeza un gobierno impuesto por Occidente.
Paradójico no sólo es el préstamo, sino las declaraciones que se dan dentro del mismo contexto. Poroshenko comentó que 11 países europeos, los cuales no reveló, le enviarán armas letales para defenderse de la `amenaza rusa´.
Se sabe que entre las naciones que no apoyan el envío de armas, y en sí el recrudecimiento del conflicto, están Alemania, Francia, España Italia, Eslovaquia, Hungría, Grecia y Chipre. Entonces, lo que plausiblemente tenemos es la confluencia del eje tradicional antiruso –Inglaterra, Paises Bajos y Bélgica– uniendo fuerzas con Polonia, Letonia, Lituania, todas exrepúblicas y satélites soviéticos. Dicho de otra forma, Europa no sólo se ha dividido en cuanto a lo económico y lo financiero, sino que ahora se fragmenta en política exterior y toma de decisiones.
Al parecer a muchos, entre ellos la FMI, no les importó el acuerdo de paz alcanzado el mes pasado en Minsk, Bielorrusia, el cual fue logrado gracias a los esfuerzos de François Hollande y Angela Merkel. Es por eso que estarle prestando dinero a alguien que abiertamente presume que adquirirá armas (que obviamente serán pagadas con el dinero del FMI) es una amenaza directa a lo negociado por Francia y Alemania.
En medio de esta incongruencia surge una propuesta del epicentro político en Bruselas, de donde emerge un plan para una fuerza europea militar común para técnicamente poder enfocar el esfuerzo continental de contención de Rusia.
La verdad de las cosas es que una pequeña versión de la OTAN no sólo serviría para lidiar mejor con Rusia, sino también para contrabalancear la injerencia de Washington en los asuntos europeos. Es por eso que algunos en Berlín están coqueteando con la idea. No obstante, esto sería mal visto por esa periferia rebelde, que ahora empieza a disfrutar de ciertas libertades. Considerando esto, y su debilitada situación económica, es muy factible que se opongan a otro proyecto centralizador, con su respectiva dosis de des americanización.
Mientras todo esto acontece, el embajador chino en Bruselas por fin emite una declaración de tácito apoyo a Rusia al criticar el juego suma cero que Occidente tiene en contra de Moscú. En otro frente, la cancillería germana critica al comandante europeo de la OTAN, ya que consideran sus comentarios sobre la situación de Ucrania como ‘propaganda peligrosa, que pone a Occidente en riesgo de perder su credibilidad’, esto según un reporte del periódico Der Spiegel.
La ola de paranoia no para ahí, ya que Rusia retiró su personal diplomático de su embajada en Londres, lo cual representa el pozo completo para las relaciones entre ambos países.
Y mientras 80% de los rusos expresan opiniones negativas de los EUA, según Levada Center, Putin reaparece después de 10 días poniendo en alerta a 40,000 tropas, que involucran a la flota del norte, así como la fuerza aérea y algunas líneas de ataque en el occidente del país.
No quisiera terminar esta columna sintetizando nada, pero sí creo que las cosas están subiendo demasiado de tono. Ojalá esto no acabe en guerra, ya que, de ser así, la cuarta guerra mundial se peleará con piedras.
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