“SI QUIERES TOTAL SEGURIDAD VE A LA CÁRCEL”
DWIGHT D. EISENHOWER (1890-1969) EXPRESIDENTE DE LOS EUA
Las excesivas medidas de seguridad del avión Germanwings imposibilitaron las alternativas para tratar de salvar a la tripulación.
Lo que separó al copiloto suicida del resto de la tripulación, dándole tiempo suficiente para llevar a abo su siniestro acometido, fue una puerta blindada, que según las medidas internacionales es lo más apropiado para garantizar la seguridad de los vuelos.
La caja negra ya fue descubierta. Al parecer el capitán trató de abrir la susodicha puerta a hachazos, pero debido al fuerte blindaje es que no pudo derribarla.
Es obvio que ese tipo de seguridad blindada se ha puesto de moda durante los últimos años, debido a los muy mediatizados eventos que han convertido a nuestra cultura en una paranoica. ¿Cómo olvidar aquella supuesta bomba liquida, noticia que todavía nos tiene el día de hoy luchando para tratar de subir perfumes y champús a
los vuelos?
Una puerta blindada ya no es una puerta, como tampoco es muy republicano el blindar cualquier municipio o país en pro de la seguridad. Al cerrar los espacios de forma reptiliana lo que se logra como efecto secundario es segregar comunidades
y paralizar movilidades. Y aunque las autoridades siempre presuman las ventajas de aplicar la fuerza para resolver las cosas, la evidencia de una cultura nocturna exiliada
los contradice.
Cuidado. No estoy diciendo que deben eliminarse las medidas básicas requeridas para la aviación o la conducción de sociedades complejas como la nuestra. Lo que si creo es que es cuestión de grado. Una cosa es hacer algo, y otra es tratar de justificarlo siempre por conveniencia política. Entonces, lo que considero determinante es que la población haga consciencia con respecto a decisiones de envergadura que le conciernen, ya que rara vez se le toma en cuenta al ser aplicadas.
Vivimos en sociedades cada vez más reprimidas, ya que el discurso público que se ha venido elaborando durante décadas es uno del miedo. Es así que se legitiman medidas que originalmente pudieran ser buenas para ‘‘parar el sangrado” de cualquier serie de fenómenos que nos aquejan. No obstante, los efectos de perpetuar esa manera de ser han sido contraproducentes en varios sentidos.
Primero está la perdida de libertades que resulta del priorizar lo policiaco y lo voyerista. Las libertades civiles afectadas son, entre algunas otras, las de asociación, de movimiento y de privacidad. Hoy damos por un hecho de que tenemos que sacrifi car libertad para conseguir seguridad, pero cada vez es más evidente que nos estamos quedando sin ambas por falta de aplicación ciudadana.
Confi amos en que se hace lo mejor para nosotros. Por eso estallamos cuando resulta que no es así.
Después esta la reducción en crecimiento económico que deviene del excesivo gasto en estrategias que derraman poca o nula utilidad monetaria para la comunidad. Hemos alterado las prioridades de la colectividad, por lo que ahora tenemos a la seguridad muy por encima de todo, incluyendo a la educación la cultura y los incentivos para el crecimiento y el desarrollo.
Tercero esta la cultura de la desconfianza y la burocratización que se genera en el camino hacia la dichosa tranquilidad, la cual paradójicamente buscamos con los
medios equivocados. Realzamos a elementos que técnicamente velan por nuestros intereses, pero tarde o temprano estos se voltean en nuestra contra en auto referencia autoritaria.
Ulteriormente habría que analizar la salud de las instituciones contemporáneas en este contexto del miedo que habitamos. Sería interesante ver que tanto nos hemos
alejado como sociedad de ese gozo de vivir en el presente, aterrados por nuestras necedades de prevención y planeación del futuro.
Concuerdo en que hay que prepararnos para el mañana, pero de ninguna manera creo que debemos apostarlo todo, buscando reducir esa ansiedad que nos es natural como ‘‘civilización’’. La salud y la paz mental deberían de ser la prioridad, no la creación eterna de problemas para poder justifi car soluciones cada vez más complejas y costosas para la vida pública.
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