Tuesday 3 March 2015

Síndrome planeta de la simios

`La historia de Irak se empezó a reescribir con la invasión de 2003´

-Zainab Bahrani (1962-) profesora iraquí 

El dichoso grupo ISIS está encrespando a la opinión pública destruyendo esculturas, estatuas y demás símbolos de la desaparecida cultura asiria, que forman parte de la colección histórica del museo arqueológico de Mosul, Irak.

Es natural que nos aterre el que alguien extermine el legado cultural de otros para imponerse sobre lo que había. La única diferencia entre esos locos que buscan dominar Irak y Siria, y todos los demás que lo han hecho en nombre de grandes virtudes, es que estos primeros no se andan con hipocresías, tratando de defender lo que hacen en supuesto bien de la civilización.

ISIS repite esta milenaria practica, pero no se jacta de instaurar  la democracia o la libertad civilizatoria, si no que simplemente arruinan en pro de la consolidación de su propio Califato.

Siempre ha sido practica común el enterrar a civilizaciones anteriores para montarse encima de ellas -como la cultura prehispánica por los españoles-,  bajo la idea de que la cultura suplantada es intrínsecamente inferior a la que se impuso.

La historia se escribe por los que ganan las guerras, esa eterna excusa humana para apropiarse de lo ajeno. En esa línea, la evolución (o involución) cultural depende de la interpretación, y por ende, lo que los poderosos buscan es encumbrarse de forma institucional, para convertirse en una especie de clero que determina lo apropiado para el imperio o la nación en turno.

Para lograr esto es que se vuelve imperativo el tratar de borrar cualquier legado histórico de los que ya no están -sus textos, su arquitectura y su arte- para así facilitar la sustitución con los productos culturales de esa nueva civilización que ocupará el espacio.

Encima de todo está el gran negocio que es el destruir y reconstruir sobre el terreno, lo cual consolida a la guerra como la mejor forma de imponerse sobre los demás. Nada de esto es nuevo, ya que desde las arcaicas formaciones de clanes en tribus, y de estas últimas en naciones, la humanidad ha necesitado de enemigos perpetuos para lograr definir identidades colectivas sólidas. El patriotismo y el nacionalismo se refuerzan contraponiéndose a las identidades ajenas, por lo cual se vuelve una obligación orgánica  el devorar a otros en tiempos de crisis domésticas.

Esta dura realidad es la que subyace a todo proceso civilizatorio. Es por eso que siempre hemos inventado discursos paralelos a esta inercia demoledora, para tratar de sublimar públicamente ese ímpetu agresor. Lo irónico es que coronamos la falsedad a escala institucional, ya que hacemos de una mentira la base filosófica de la política exterior de las potencias del mundo.

Aquí cabe perfectamente la ONU, la cual bajo este esquema, se ha convertido en un laboratorio de relaciones públicas de poder blando. Dicho de otra forma, la ONU representa sólo en teoría los valores más refinados de tolerancia multilateral y cultural. En la practica, esta ha sido utilizada –empleando el discurso dualista del enemigo y el salvador– para `legitimar´ las invasiones ilegales de  Afganistán (2001) e Irak (2003), entre otras.

Lo que ISIS está haciendo hoy con lo poco que queda de la antigua Mesopotamia no fue iniciado por ellos. Este abuso comenzó con las injerencias europeas durante el periodo de colonialismo que finalizó en el siglo XX, para ser revivido por la nueva etapa neocolonial del actual ocupador los EUA.

La ironía de las estatuas que están siendo pulverizadas por ISIS es que muchas son copias de yeso, ya que mucho del original acervo cultural iraquí forma parte de las múltiples colecciones ‘arqueológicas’ de  museos occidentales.

Los poderosos simios de la película `El planeta de los simios´ confinaron los restos de la humanidad que aniquilaron al basurero de la historia. Algunos en el mundo real tratan de maquillar sus agresiones contra otros, tergiversando las narrativas escritas y condimentando las películas que nos proyectan como propaganda cultural.

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