Sunday 9 November 2014

La legalización es inminente

´Las penas en contra de la posesión de una droga no deberían ser mas dañinas para el individuo que el uso de la droga misma´
-Jimmy Carter (1924 - ) exPresidente de los EUA

La inercia legalizadora de la marihuana ha llegado a la capital estadounidense, hecho que marca un parte aguas a favor de su completa legalización a nivel nacional.

En esa línea, es muy factible que el gobierno federal, el cual cada vez es más influenciado por el partido republicano, utilice el asunto de la legalización para politizar aun más su relación con el opositor partido demócrata. Casi todas las recientes encuestas sobre la legalización indican que más de la mitad de la población   están ya a favor, tendencia  que seguramente será aprovechada por los que buscan consolidarse en el poder en las próximas elecciones.  Por eso es ya muy fácil aseverar que la total legalización se aproxima. 

Muy pronto nos tocará ver como los republicanos tuercen su discurso conservador anti droga para ‘arroparlo’ como nuevo  negocio. Ese proceso habrá finalizado cuando hayan  convertido a la marihuana en un producto legitimo más, de esos que son intercambiados sin problemas en los libres mercados que forman la base económica de su país.  

Por el lado discursivo la legalización será usada por los republicanos para enterrar el legado de  los demócratas, ya que por fin  están reconociendo lo ineficaz  que es la guerra contra las drogas. A esto hay que sumarle las criticas  a nivel internacional, las cuales están repudiando el enfoque punitivo que se ha venido siguiendo.

Washington está consciente de lo perjudicial que ha sido la guerra para el Estado mexicano (con todo y que las empresas armamentistas están de bonanza), por lo que es posible que estén considerando los efectos que le legalización traerá para nosotros. 

Es así que la principal duda que surgirá  con la legalización es la viabilidad de la costosísima  guerra contra las drogas, que  ha sido un fracaso de ambos lados de la frontera. El legalizar lo que hoy se persigue eliminará de golpe la principal justificación punitiva para esa deteriorada política pública, por lo que la ‘luz verde’ para la planta ciertamente obligará a terminar con su beligerante persecución. 

Las implicaciones para México de esto serán fundamentales, ya que ha sido la presión estadounidense la que no nos ha permitido hacer algo distinto. Ulteriormente, esta  guerra nos ha traído  mucho más violencia de la que ya teníamos antes de su lanzamiento.

Los mejores indicadores del fiasco contra las drogas son tres. El primero es la cantidad  de muertos desde el 2006, los cuales hoy se contabilizan en mas de 200 mil. Lo segundo tiene que ver con la abundancia de droga y  su calidad, factores que no han hecho más que agudizarse debido a la ilegalidad de las sustancias.  Lo tercero es el relato de la militarización de nuestra vida social. Las inversiones en seguridad y vigilancia han subido dramáticamente durante los últimos años, y esto ha sucedido en detrimento de otros sectores clave como la cultura y la educación. 

El fenómeno de la legalización abrirá una enorme  área de oportunidad para la sociedad civil, la cual necesita aprovechar la coyuntura para hacerse relevante. Urge  acotar al Estado policiaco que se ha montado a nuestra costa. 

Lo que estos momentos tan álgidos exigen es una novedosa actitud, para poder participar en el desmantelamiento de un Estado guerrero, como también  para contribuir en  la refundación  de una sociedad  que ha legitimado la violencia. 

Ya nos dimos cuenta que no existe final feliz para la estrategia militar en contra del narco, ya que el mismo es el reflejo material de la desigualdad económica y el inmovilismo social de este país, y no de la intrínseca ‘maldad’ de los caídos.  En ese sentido, las etiquetas de ‘malos’ que se le venían colgando a la mayoría de las victimas, eran una forma de simplificar la compleja e inconforme  realidad socio económica que experimentamos.   

La privatización de la guerra contra las drogas –con su maniquea contraposición de buenos y malos– nos ha distraído de la guerra contra la extrema pobreza que libramos cotidianamente. Por eso le corresponde a la sociedad civil  transformar su voluntad en participación, buscando recuperar el  espacio público que hemos perdido entre tanto conflicto.

Es momento de abrir los ojos, para por fin dar vuelta a esta condimentada pagina de nuestra historia.

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