Thursday 20 November 2014

China y la ilusión del progreso


`EUA debe ir acostumbrándose a la idea de que los chinos seremos los primeros´

-Xiang Bing (1963- ) consultor y académico chino

Tarde o temprano se dará la transición hacia un mundo en el que China dictará las reglas del juego global.

Esto quiere decir que lo que cambiará cuando se dé la consolidación definitiva del dragón asiático es el papel dinero que rige las transacciones comerciales y financieras del mundo, así como también el andamiaje de leyes internacionales, que hoy ha sido rebasado por los esfuerzos occidentales de contener la multipolaridad de potencias en el mundo. La moneda china será la que determinará las cosas a gran escala, ya que su surgimiento se debe a la continuación del sistema financiero que hoy nos gobierna. Dicho eso, aclaro que las características de su poderío no le permitirán anclarse como la súper hegemonía única del planeta.

Esto será así debido a dos realidades. La primera es la crisis ambiental por la que atraviesa la especie, la cual, con todo y empuje asiático, no nos permitirá continuar con esta forma de vida intacta. Simple y sencillamente no hay recursos naturales para proveer de materialismo a otros 1,000 millones de personas. China compite contra el mismo sistema que empoderó a Occidente, por lo que como resultado lo perpetuará hasta agotarlo. Lo segundo son las capacidades militares de países como EUA, Inglaterra, Francia, Alemania, Arabia Saudita, India y Rusia. Hay muchos poderosos en el tablero como para permitir que Beijing disfrute en paz su estancia en la cima.

Por lo pronto hay que irse a acostumbrando a la caída de más dominós a favor del posicionamiento internacional del yuan. En Argentina el Banco Central ya está recibiendo yuanes a la par del dólar, mientras que en Alemania Frankfurt ya empezó la conversión directa de yuanes a euros. A esto hay que sumarle la presencia de bancos de inversión chinos en Londres, como también las transacciones en yuanes que los ingleses están efectuando en Hong Kong. Por último están los arreglos directos de Beijing con una gama de países que no forman parte del BRICS, como Irán, Nigeria, y otros africanos.

Con todo y estos avances en lo económico, lo financiero y lo militar es importante denotar que la transformación cultural a nivel global tardará bastante más que la numérica. Esto porque la globalización del mundo ha sido llevada a cabo por la dupla anglo-americana durante doscientos años, que han hecho del idioma inglés y de sus prácticas de negocio y de consumo la base del mundo interconectado en el que hoy vivimos.

Si uno viaja a los países vecinos de China puede constatar la penetración cultural del gigante. Eso mismo pasará en México, pero falta mucho para ello. Por eso es factible que por lo menos la siguiente generación se mantenga todavía influenciada por la cultura anglosajona.

Algo que sí queda desprestigiado con el surgimiento de capitalismos de Estado como el chino es aquella visión que aseguraba que el crecimiento económico catapultaba las reformas políticas, y por ende las libertades sociales. Lo que hemos visto en este mundo post Guerra Fría es que la democracia y la libertad han sido supeditadas a la `seguridad´, algo mejor descifrado como el afán de mantener la ilusión del progreso a toda costa, incluyendo las cifras que nos desfavorecen. Los chinos no se están armando para esto, se militarizan para reforzar al Estado como garante de un capitalismo y mercados internacionales cada vez más anárquicos.

El otro día una persona me aseveró que un mundo dirigido por China no será mejor que el ahora controlado por EUA. Le respondí que no importa quién dé la cara en el momento, ya que lo determinante es quién maneja los bancos y las deudas que hoy nos esclavizan a todos. Es así que cambiaremos de iconos (del dólar al yuan) y rituales –nuestros bisnietos hablaran mandarín–, pero la pleitesía por el dios dinero se mantendrá inerme.

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