De todas las similitudes que hay entre el fiasco estadounidense en Afganistán y el de Vietnam, hay una que debería servir como moraleja y advertencia para aquellos que se les ocurra hacer lo mismo en el futuro.
Ninguna intervención que se haga por la fuerza, por mas humanitaria , pacifista o democrática que sea su fachada, va a lograr mejorar las condiciones de sociedades ajenas a la propia. Lo único que el intervencionismo hace es despertar y unir fuerzas que en condiciones normales jamás se pondrían de acuerdo, pero que en el invasor enemigo tienen la mejor excusa para aliarse.
Es mucho más fácil encontrar motivación y ganas para luchar junto a enemistades locales en contra de enemigos extranjeros en común -que invaden tu tierra y matan a tu gente-, que conseguir ánimo y lealtad ahí donde apenas y se cobra un sueldo militarésco, para luchar sin ninguna sazón más que la ambición y el expansionismo.
El Talibán, a quien los medios han demonizado -y que por cierto es un engendro del financiamiento de mercenarios por parte de EUA- no es el principal culpable de los más de 240,000 muertes afganas que resultaron de la ocupación.
Lo mismo que pasa hoy en Afganistán pasó en Vietnam y el resultado fue el mismo. Más producción de droga y más muerte y destrucción para los locales, así como la derrota geo política para el perpretador.
Los mercenarios que alguna vez ayudaron a los EUA contra la Unión Soviética en Afganistán, ahora se agrandaron y tomaron el control del país, concluyendo así la ocupación de 20 años con la humillación absoluta.
Lo más irónico es que el Talibán ya se está poniendo de acuerdo con China para integrarse con jugosas inversiones a la nueva Ruta de Seda, sin tantas condiciones como las impuestas por los pseudo humanitarios ex colonizadores.
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