Pedirle al universo es lo mismo que pedirle a un dios, ya que lo seguimos viendo como algo lejano de lo cual no formamos parte.
Por eso más que pedir hay que ser uno con el universo, jugando nuestro rol como una más de sus partes. Ya que al transformar la fracción universal que somos, nos ayudamos a nosotros mismos.
Creando, proponiendo, compartiendo - refinando nuestra personalidad y carácter- es como sintonizamos con el todo universal. Así es como mejor nos comunicamos con el resto de las cosas y las personas que convivimos, y con las cuales nos gustaría coincidir en vida.
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