La principal causa del sufrimiento humano es que se aferra a vivir de forma lineal -planeando y proyectando todo a largo plazo- mientras que el resto de los seres se adaptan al presente y a la esencia cíclica de la naturaleza.
Nos juramos amor eterno y establecemos compromisos e instituciones permanentes, pero nada de esto funciona si no se renueva y reinventa constantemente, aceptando que las crisis y las disoluciones son el hilo conductor de toda esperanza.
Por ende, tal vez la única forma de evitar que nuestros grandiosos planes fracasen es relajando nuestra ansiosa prisa por las metas y los resultados, para mejor enfocarnos en los caminos y los procesos, que sacrificamos por los lejanos futuros y los finales concluyentes.
Así será más evidente que el crecimiento en consciencia no es hacia arriba o hacia fuera del cuerpo en expansión excluyente, si no hacia adentro en integración y amplitud incluyente. Pero antes será necesario entrar en contacto con el resto de nuestro ser supeditado a las obsesivas prioridades de la mente.
Entonces, ser más consciente es aceptarse como un entrecruce de ciclos y transformaciones, que solo podremos reconocer cuando por un momento nos liberemos de las restricciones constrictivas de la mente, que organiza todo lo que percibe de acuerdo a fijaciones y delimitaciones conceptuales.
Hacer consciencia es voltear la mirada hacia adentro para observar al pedestal que carga a la mente, pero que no podemos ver porque nuestra mirada suele estar fija hacia el mundo exterior que registramos.
La paradoja más grande de todas es que para ampliar la consciencia -para incluir al resto de los seres con lo que convivimos-, primero tenemos que bajar un escalón mental para integrar todo eso que hemos olvidado y reprimido de nosotros mismos.
Cuando miremos hacia adentro y aceptemos nuestro lado oculto completaremos la circunferencia que somos, permitiéndonos mirar hacia afuera en inclusiva circunspección, dibujando así un ciclo más cercano a la naturaleza que nos compone.
Así seremos capaces de ver al amor como algo más cercano a la siembra y la cosecha, que a la eterna promesa y el compromiso institucional. Como una magia más cercana a la admiración y al agradecimiento, que a los límites y la habituación que lo van desplumando con cada una de sus exigencias y expectativas insatisfechas.
No comments:
Post a Comment