A nadie debería de sorprender que Facebook y demás empresas de redes sociales prioricen el lucro monetario sobre cualquier otra cosa, como cualquier otro negocio privado.
A nadie debería tampoco sorprender que los gobiernos no hagan mucho al respecto, solo hasta que la opinión pública, afectada por los excesos de ciertas prácticas empresariales, exiga que la autoridad intervenga para regular y restringir legalmente.
Sin embargo, lo que pudiera parecer un intento político de frenar el crecimiento de empresas como facebook, en realidad tiene más que ver con un reacomodo de fuerzas en la punta económica de la pirámide de poder. Esto porque el Estado es sinónimo de la tecnología que ha ayudado a desarrollar desde la edad de piedra, y de cuya constante actualización depende para mantenerse relevante como el máximo ente administrativo de la sociedad.
Zukerberg y sus ricos y cibernéticos socios lo saben, por lo que es posible que el apagón de la semana pasada haya sido un golpe a la mesa de las negociaciones entre Estado y Big Tech, en torno a la imposición del nuevo paradígma tecnológico, que sera fundamental para equipar al Estado con la tecnología de punta de codigos QR y de pases de vacunación, fundamentales para el control social en una era de robotización, inteligencia artificial, monedas digitales, y cada vez más desempleo humano.
Más que estar metiendo en cintura a Big Tech, el Estado simplemente les está sacando más dinero, ya que al final no puede vivir sin ellos, como tampoco aquellos pueden operar sin la ayuda de los que hacen las reglas del juego.
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