Thursday, 15 October 2015

Oscurantismo neoliberal

‘‘30 años de neoliberalismo en México destruyeron la sociedad’’
Asa Cristina Laurell (1943-) investigadora mexicana
Aprobar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) significará el colapso de la comunidad y su república.
Esto porque el hilo conductor del acuerdo es la profundización de la privatización neoliberal de la economía y la cultura, fenómeno que gira alrededor de varios ejes.
Primero que nada se encarece aún más la vida, ya que una mayor concentración del capital y los recursos naturales elimina la competencia y acentúa la escasez. A esto hay que sumarle la especulación financiera de la que se alimenta la banca que nos rige, que convierte dicha escasez en exclusividad, haciéndonos creer que somos especiales y privilegiados porque adquirimos algo limitado y finito.
Segundo, se aceleran los procesos y las prisas, ya que el neoliberalismo depende de la ultra competitividad y la alta velocidad para ser eficiente. Uno de los ejemplos más evidentes de esto es la ‘tramititis’ de la que cada vez somos más presas con los bancos, los cuales aparte de todo el poder que ya tienen, aumentan sus ganancias al complejizar sus operaciones en supuesta eficiencia. ¿Qué no se suponía que era el Estado socialista el sistema más burocrático?
Tercero, se prostituyen los créditos para el consumo, o sea, la base de la economía especulativa. Esto a su vez beneficia a la banca, que gana con la falta de capacidad de pago de una sociedad que ha sustituido el ingreso real por crédito.
Cuarto, se centraliza el poder y las decisiones económicas en un pequeño grupo de corporaciones, que manipulan los mercados y las personas como los regímenes socialistas que tanto critican.
Quinto, la extrema privatización de la sociedad nos arrebata la comunidad y estandariza el gusto, ya que nos 'seduce' para que sacrifiquemos los parques y las plazas por centros comerciales. En esta línea, la televisión y demás medios de masa apuntalan esta cultura, homologando los patrones de consumo y de comportamiento en torno a una forma de vida materialista predeterminada.
Sexto, privatizar sin regular es despojar, lo cual puede constatarse analizando las últimas dos décadas de ‘integración’ norteamericana. Esto aplica tanto para la tierra como las materias primas y la mano de obra organizada.
Básicamente, el neoliberalismo es una ideología de corte neorreligioso, ya que transforma el relieve de valores y prioridades socioculturales. Es así como gradualmente vamos aceptando las ‘cosas como son’ sin cuestionamiento, aunque esto equivalga a una pérdida de derechos humanos y civiles, más la rebaja constante de nuestra calidad de vida.
Cuidado, una cosa es estar a favor de la competencia y los libres mercados, y otra muy distinta es permitir que el corporativismo (fusión de poder público y privado) arrase con la civilidad y la comunidad. El TPP agravará esta ecuación fuera de toda proporción aceptable.
La propaganda de Estado nos ha dicho hasta el cansancio que la principal causa de la violencia es el narcotráfico. Sin embargo, hay otras razones que también se están exacerbando desde lo político-económico, hecho al que estamos respondiendo con la negación institucionalizada, realidad que se ve reflejada en la incrementada burocratización de nuestras vidas.
El dilema ya no es nacionalizar o privatizar más la banca, sino regular sus excesos desde alguna posición democrática. De no hacerlo, terminaremos sometidos completamente a un manojo de corporaciones financieras, que han subcontratado a las fuerzas armadas para perpetuar su mandato. Ulteriormente, seguir con esta tendencia –de financializar todo rubro social– nos conducirá al suicidio colectivo.
En resumidas cuentas, no se trata del autoritarismo de los operadores del ‘Pacto por México’. Se trata de una dictadura oligárquica neoliberal que se defiende con plomo rentado.

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