‘‘Los libres mercados han creado más fronteras’’
Vladimir Putin (1952- ) Presidente de Rusia
El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) representa una afronta a la multilateralidad de la Organizacion Mundial de Comercio (OMC), y ciertamente un ataque a la soberanía de los potenciales miembros.
Esto porque las corporaciones estadounidenses tienen otras prioridades, que el respetar la institucionalidad comercial global vigente.
Lo primero es tratar de evitar la consolidación de China como nueva hegemonía mundial, ya que el dragón asiático no ha parado de crecer en lo comercial, lo económico, lo cultural y lo militar. Es en este sentido que Washington está reforzando su relación a todo nivel con países vecinos de Beijing. Tanto Brunei, como Singapore, Malasia y Vietnam comparten el mar de la China Meridional con el gigante de Oriente, mientras que Australia y Nueva Zelanda están localizadas relativamente cerca de estas contenciosas aguas.
Dicho de otra forma, todos estas naciones están dentro del eje del Pivote Asiático, la estrategia de la administración de Obama que busca contener a China. EUA no sólo busca incrementar el comercio, sino también convertir a sus invitados en aliados militares contra Beijing. En pocas palabras, el TPP será una versión rebajada de la OTAN, en donde un ataque a cualquier miembro equivale a un ataque contra todo el grupo, que en ambos casos son liderados y defendidos por Washington.
Lo segundo que Washington busca con el TPP es expandir el poder de sus corporaciones, las cuales tendrán rienda y legalidad suelta para hacer y deshacer dentro de dicha zona ‘comercial’. En columnas anteriores expliqué lo de los arbitrajes privados y lo de la privatización de la vida social. Ahora comento que otro de los bemoles de dicho acuerdo es controlar el flujo de información de Internet, como parte del plan de reducción de libertades civiles, que según sus creadores es necesario para someter a la opinión pública a sus designios corporativistas.
Ulteriormente, el TPP está siendo negociando en secreto sin consultar a la ciudadanía, por lo que la manipulación de la red será la coronación de ésta infamia impositiva.
Lo tercero que buscan los cerebros torcidos detrás del TPP es la extensión de los tentáculos crediticios, o sea, la profundización de la financialización de la sociedades adscritas al acuerdo. Los once miembros potenciales del TPP tienen una alta concentración de reservas internacionales en dólares, lo cual ya de por sí los ata al país de la moneda de reserva mundial.
Sin embargo, la Fed no está ya en condiciones de subir tasas de interés, pues de hacerlo, se colapsaría todo el castillo de naipes de crédito a interés nulo, del cual depende la corporación bancaria para hacer sus desmanes.
Por eso es que algunos de los ‘invitados’ al TPP, entre ellos México, están siendo seducidos por la idea de la eternidad del flujo crediticio desde la Fed, ya que sin él sus economías se caerían en pedazos. Por otro lado, la banca trasnacional requiere como mínimo de una docena de países para seguir propagando la usura con su casino capitalismo.
Es por eso que el TPP es mucho más que un arreglo comercial. Aparte de lo mercantil, se incluyen aspectos geoestratégicos, geopolíticos, financieros, informáticos y militares.
Las estrategias de dominación son ya conocidas. En el plano económico se obliga a los países, que tienen el ‘privilegio’ de formar parte de dichos clubes, a contraer altos préstamos, para que gradualmente vayan acumulando enormes deudas que los vuelvan inoperantes. Esto justifica subsecuentes intervenciones, las cuales eventualmente revocan la soberanía financiera de la víctima crediticia.
Por el lado político, la estrategia es convencer mediante la indoctrinación ideológica neoliberal a los miembros, para que ellos mismos instalen gobiernos afines al corazón imperial, facilitando la entrega de los recursos naturales y las políticas públicas.
Al final lo que se pierde es la soberanía en todo sentido, ya que te vas convenciendo de abrir cada vez más tu país a las ‘bondades’ de los poderosos. A través de los tiempos esto siempre ha resultado en desastre social, como hemos podido constatar en el México post-TLC.
En su última etapa, el sol y otras estrellas cubren con gases inertes a otros cuerpos celestes. Los imperios en debacle recurren a los banqueros y los militares para tratar de arrebatarle lo que se pueda a los demás. Irónicamente y sin excepción histórica, esto acaba acelerando el proceso de extinción de cualquier hegemonía, sea esta la romana, la otomana, la británica o la estadounidense.
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