Tuesday, 13 October 2015

El nuevo rompecabezas de Medio Oriente


'La época de la dominación de Occidente ha quedado atrás y EUA ya no establece el orden mundial'
-Der Spiegel, periódico alemán
A Obama le está tocando pagar la cuenta de décadas de mal manejo geoestratégico estadounidense en Medio Oriente.
Es por eso que responsabilizar completamente al Presidente del desastroso proceder de la superpotencia en Siria es una forma muy cobarde de negar el comprometedor pasado.
A la historia me remito.
Comienzo mencionando el derrocamiento del primer ministro iraní Mohammad Mossadeq, quien nacionalizó el petróleo, y que por eso fue depuesto por la CIA y el MI6 inglés para facilitar el restablecimiento del poder dictatorial del Shah Reza Pavlavi.
¿Y qué decir del apoyo del Tío Sam para Irak en contra de Irán durante la guerra que estos países pelearon por una década?
¿Y qué tal la instauración del eje petrodólar entre Washington-Riad, que hoy está llegando a su límite debido a la álgida competencia del multipolarismo?
En cuanto al incondicional apoyo americano a Israel, simplemente me remito a decir que la bandera palestina fue finalmente izada en la ONU sólo un día después de que Putin marcara el cambio en la geoestrategia de Medio Oriente.
La ironía es que Benjamin el ‘Bibi’ Netanyahu respondió a esto con más ataques contra los palestinos, actitud que está encrespando a la comunidad judía europea. Muchos están exigiendo al establishment que sustituya al ‘Bibi’ por un líder más pacifista, ya que están conscientes de que seguir igual no hará más que agudizar el antisemitismo alrededor del mundo.
Alguien que está consciente, no nada mas del accionar del ‘Bibi’, sino también de los peligros del acercamiento con Irán es Henry Kissinger, el duro operador de la política exterior de Jimmy Carter. Kissinger, quien el año pasado defendió la postura rusa en Ucrania, en esta ocasión se ha proclamado en contra del acuerdo nuclear con Irán, ya que considera que profundizará el sectarismo y la animadversión entre Teherán y Riad, lo cual irónicamente ya está sucediendo.
En medio de todo este borlote tenemos el más reciente desenlace en la región con eso de la intervención rusa en Siria, la cual en apenas dos semanas ha logrado más contra el ISIS que los más de tres años del Tío Sam y su OTAN.
Dicho teatro me recuerda la película Wag the Dog (‘‘Escándalo en la Casa Blanca”) de 1998, en la que el presidente de EUA, interpretado por Dudley Moore, planeó una invasión mediática falsa de Albania para disuadir al público de otros asuntos.
Es así que la presencia rusa en Medio Oriente ha redirigido las fuerzas y las estrategias de algunas naciones. Israel está teniendo que negociar con Moscú a regañadientes, ya que por un lado todavía mantiene la relación con EUA, mientras que por otro lado, ‘Bibi’ está furioso con Obama por haber perdonado a Irán.
Otra pieza clave es Arabia Saudita, la cual está en graves problemas. La reciente competencia con Washington por el control de los precios del petróleo ha dejado a la monarquía quebrada, ya que el crudo apenas rebasa la barrera de los $50 dólares.
A esto hay que sumarle la gradual destrucción de su ejercito mercenario ISIS por parte de Rusia, potencia que de aquí a tres meses habrá exterminado la oposición al presidente sirio Bashar Al-Assad.
La única oposición real será EUA, que por ningún motivo permitirá que Rusia se quede con el tablero entero de Medio Oriente. Sin embargo, Washington tendrá que negociar con Moscú, ya que buena parte del mundo se está convenciendo de la veracidad y la certeza de Putin en contra del ISIS.
Al final, esta nueva versión de la Guerra Fría obligará a EUA y Rusia a dividir el poder en la región, lo cual en si ya representa una derrota para el hegemón neoliberal, que a como de lugar busca evitar que se agujere más la bañera que contiene su ímpetu dominador.
Sugiero observar con cautela lo que acontece en Turquía, ya que estos últimos atentados contra los kurdos, sumados al apoyo de Ankara a Washington, pudieren complicar aún más la situación de este aliado clave de la OTAN. El Ejército turco no permitirá que Erdogan incite una guerra civil, como tampoco alentarán el que se agreda abiertamente a Putin. Por eso me atrevo a aseverar que este presidente de grandilocuencia neo-otomana ha empezado a caminar por la cuerda floja.

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