Tuesday 24 February 2015

De entretenimiento y tormentas psicológicas

`Hollywood es un lugar donde te pagan mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma´

-Marilyn Monroe (1926 - 1962) actriz estadounidense 

Sin menospreciar el merito de actores, organizadores y directores, confieso que siempre he visto al Óscar como un ejercicio de relaciones públicas. En este se buscan resaltar esos valores que la industria del entretenimiento presenta como los más `característicos´,  de ese sector de la sociedad que nos es vendido como el más autentico y creativo. La verdad es que más allá de apuntar hacia algo novedoso, este tipo de espectáculo mediático intenta perpetuar la hegemonía cultural de una forma de vida especifica.

Desde este punto de vista, las películas que ganan son sólo medios utilizados para proyectar ciertos fines, que en este caso buscan determinar la conducta de un cada vez más grande grupo de personas en EUA y alrededor del mundo. O las películas se hacen respetando la línea que dicta Hollywood, o esta misma las va filtrando de acuerdo a los valores que quiere proyectarle a su cuantiosa clientela. Simplemente no llegan hasta el final las películas que contradicen el guion de los que financian al cine como propaganda cultural.

Hollywood se jadea de ser más poderoso que el Estado, con la capacidad de premiar a aquellos que critican –como el documental ganador `Citizenfour´, sobre el espía de la NSA Edward Snowden– los excesos de las autoridades.

En cuanto a la película de Birdman lo que vi es la difusión de un heroísmo a la inversa, en donde se plantea que hay que regresar al pasado para revivir la gloria del éxito taquillero de riquezas materialistas. El ser uno mismo como producto de tus propias decisiones es cuestionado, por lo que el nuevo trabajo como actor independiente de Michael Keaton es puesto en duda por su indomable consciencia egoica, que le recuerda que lo que había antes era mejor que lo de ahora. En pocas palabras, el libre albedrío individual no puede fluir cuando se vive atormentado por la falta de aceptación de tus decisiones en el presente.

Se nos plantea que es más importante el alinearte con las expectativas del nuestros actos, necesidades y deseos, que con nuestro accionar. Ser tu mismo e ir en contra de todo no funciona. Entonces, si quieres trascender, debes buscar en el pasado, en vez de aceptarte en el presente con cualquier disfraz que hayas elegido para ello.

Y aunque el más atormentado es Keaton, al final el resto del repertorio replica esos mismas conductas y valores que se proyectan como los más naturales para la élite actoral, que en el sentido mediático es un capital simbólico (lo admirable) adscrito a las celebridades. Es así que Hollywood siempre logra mostrarnos su rostro más liberal, ese que hace de le permisividad absoluta en el consumo de sustancias y de practicas sexuales su máxima carta de presentación y de promoción del escándalo. Esta misma estrategia se sigue en toda la industria del entretenimiento; entre más `condimento´ más utilidades. 

La película vende confusión y complejidad, ya que postula a personaje inmaduros y hasta ridículos, los cuales necesitan de intermediación para ser salvados de si mismos. Nunca tienen el control de sus decisiones, por lo cual siempre requieren ser intervenidos.

Birdman caminando en calzones por las calles de Nueva York enfatiza lo que nuestros sueños más profundos nos dicen mientras dormimos. Nos da miedo mostrar nuestra cara real al mundo, por lo que preferimos sumirnos aun más en esa máscara que hemos ido fabricando con el andar de nuestras vidas. Si tu no superas tus miedos el mundo real los corrobora, y aquí yace la mejor enseñanza de la película.

Creo que lo que hace más atractivo al tema es que por lo menos considera al ego, y en si a la lucha interna para ser uno mismo ante la adversidad. O sea, en esta ocasión no se nos presenta la lucha tradicional entre el bien y el mal, si no que son las narrativas de las personas mismas lo que las hacen lo que son. En esto si veo una evolución. No obstante falta mucho todavía para que los personajes que aparecen en las pantallas grandes y chicas no padezcan de la esquizofrenia más aguda, esa que al parecer hace las películas más `interesantes´ y comerciales.

Imagino que la paz interior y la plenitud del ser no vende tantos boletos como el conflicto. Eso mejor se lo dejamos a la filosofía, no al entretenimiento de masas.


Correo: juanguerra@hotmail.com

JUAN CARLOS GUERRA: Licenciado en Estudios Internacionales por la UDEM, con Maestría en Sociología por la Universidad de Essex, Reino Unido. Especialista en Teoría Social y Política. Actualmente locutor y analista del programa de radio Global-es, en la Universidad de Monterrey.


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