Wednesday, 18 July 2012

La Tecnología como herramienta de poder






 La tecnología no solo logra intensificar  las relaciones sociales de cualquier colectividad, si no que también determina quienes serán sus lideres. El primer articulo de esta serie http://danzanegra.blogspot.com/2012/07/la-tecnologia-y-la-sociedad-una.html relata  como es que la escritura afianzó al patriarcado y a su mitología correspondiente. Pero han existido otras tecnologías que a través de la historia han consolidado a ciertos grupos sobre las mayorías.

La invención del arado (9mil A.C.) trajo cambios fundamentales para la humanidad. No solo se desató la Era Agrícola como originalmente la conocemos, si no que el hombre como genero logestablecerse sobre la mujer al frente de la colectividad. El manejo del entorno quedaba a su cargo y fue ahí donde se inició la gradual complejidad de las sociedades.

A partir de aquí fue donde la búsqueda de poder hizo necesaria la constante invención de mecanismos y tecnologías que la asegurasen. Como resultado de esto surgieron luchas internas por el dominio de los haberes del grupo, lo que acelero la división de clases que había comenzado desde la agricultura. La competencia se convirtió en la constante, y esto técnicamente abrió las posibilidades de la humanidad  como nunca antes. El corolario lógico de esto fue el encuentro con otras sociedades que en muchísimos casos desato una beligerancia que todavía nos acompaña hasta nuestros días. 


La Edad de Bronce (3,300 – 1,500 A.C.) fue una etapa importante en el desarrollo de la mitología y el poder, ya que los hallazgos  arqueológicos revelaron la extensiva dependencia en esta aleación para usos diversos, desde adornos personales hasta armas de guerra. Pero algo fundamental fue que no toda la población estaba involucrada en su manufactura ni en su utilización. Los elementos necesarios para la fundición en esta aleación tenían  que traerse de distintos lugares, y esto solo le era posible a los grupos privilegiados. Las practicas funerarias mostraban a ciertos grupos sociales acompañándose de este metal con carácter simbólico, el cual se llevaron hasta su tumba,  con el interés de acompañarse de las riquezas que se habían tenido en vida, mas la presunta necesidad de la familia de mostrar simbólicamente que el muerto  había formado  parte de una clase distinta. 


Las mitologías y demás dioses que gobernaban el  espacio simbólico surgieron en aquella era, pero no fue hasta le Edad de Hierro (1,500 A.C.) cuando se coronaron como el discurso oficial de las sociedades. Las clases gobernantes transmitían el poder mediante líneas hereditarias y su relación con los mitos creados. Esta combinación era  la justificación para legitimarse sobre sus poblaciones y las de los pueblos conquistados. En esta etapa vemos surgir los mitos fundacionales de algunos pueblos europeos como los celtas, griegos, romanos, germanos y  nórdicos.


Cada transición histórica generalmente se ve reflejada en la tecnología que esta a disposición de las elites. Pero también es cierto que así como la Edad de Hierro hizo irrelevante en muchos sentido a la de Bronce,  por su lado la invención de la imprenta le asestó un duro golpe a la institución religiosa mas poderosa que dominaba el discurso escrito de la cultura  europea. La imprenta fue un invento tecnológico del Renacimiento (XV), pero los usos sociales de la misma cambiaron la faz de el viejo continente de manera radical, fracturando el orden que hasta ese momento le había dado estabilidad a una forma especifica de ver el mundo. La tecnología de la imprenta alteró a la sociedad, pero también la estabilizó posteriormente con nuevos arreglos de poder. Un ejemplo fue el surgimiento de monarquías independientes, muchas de las cuales abandonaron el catolicismo como su base para empoderar  a sus propios reyes y aristocracias.


La Industrialización (XVIII) no fue la excepción. Esta etapa humana desato fuerzas nunca antes vistas en relación a la posibilidad de transformar el espacio vital humano y el medio ambiente. No solo se incrementó la capacidad económica y la complejidad de las sociedades (que aumentaban en demografía) si no que también nos mostró la industrialización y el escalamiento de la guerra. Y aunque estas eran peleadas en nombre de los Estados, el sector privado participaba activamente de ellas, dado el poder que le devenía del tomar parte. Los Estados consolidaban - mediante la industrialización - una relación con el sector privado que venia forjándose desde antaño.  Pero  a partir de esta época el Estado se vio en la imperiosa  necesidad de mantener una estrecha relación con las clases que le favorecían con el abastecimiento de armamento.


Otro excelente ejemplo de la dualidad de toda tecnología es la energía atómica. Esta nos ha catapultado en el camino hacia  la autonomía energética, pero en el camino empoderó a los países que hicieron de ella la mayor amenaza de guerra posible.


Pero el paso fundamental a esta alianza directa entre Estado e iniciativa privada en la búsqueda de supremacía global no fue finiquitada hasta el advenimiento de la patente como un sistema racional que oficialmente los ‘legitimaba’.  En ese sentido el sistema de patentes no solo realza la innovación tecnológica - defendiéndola de imitaciones y competencias desleales -  si no que también otorga una licencia especial para ciertos grupos privilegiados que cuentan con el capital y la ‘inteligencia’ suficiente para desarrollarla. A escala global  el sistema de patentes  mantiene a los Estados al frente de la competencia internacional, y esto  es lo que ha permitido e incentivado  a la Corporación privada como la forma de organización transnacional por excelencia. Estas aglutinan capitales y recursos como no se había visto desde la época de las Compañías de las Indias Orientales francesa, inglesa y holandesa (XVII). 


La venta de tecnología hoy a nivel internacional sigue una lógica de desfasamiento. O sea, solo es ofertada a otros cuando se ha inventado tecnología de  punta, en la competencia  por estar a la cabeza. No existe nada malo en esto, ya que esta naturaleza competitiva viene arrastrándose desde la agricultura. El problema surge  de forma domestica, cuando este sistema estratifica a la sociedad de un mismo país, entre los que tienen permiso e influencia para desarrollarla, y los que pueden consumirla y someter a sus empleados bajo sus practicas especificas (cuando estos no se han convertido en redundantes, gracias a la robotización y automatización de procesos industriales). El control que la tecnología ejerce no solo modifica las practicas laborales, si no que también existen tecnologías que son usadas por el Estado y la iniciativa privada en afán de protegerse de la misma ciudadanía que gobierna, con ejemplos como  el uso de cámaras de vigilancia y demás sistemas de espionaje que prevalecen como la justificación de la ‘seguridad’ pública que se ofrecen el día de hoy,  época azotada por crisis de toda índole.


Es natural que los subsidios públicos  existan buscando incentivar la creatividad, pero sus efectos suelen ser asimétricos, ya que logran consecuencias inequitativas en la economía y cultura de cualquier país. Es obvio que no todo mundo tiene ni el tiempo ni el dinero para participar en la innovación, pero eso no le quita el hecho de que se favorezcan solo unos cuantos, como viene haciéndose desde la Era de Bronce. 


Pero el mejor ejemplo de los usos de poder y control tecnológico sobre la sociedad puede atestarse hoy, con la proliferación de medios de comunicación como la Televisión y el Internet. El primer articulo de esta serie mencionaba que la escritura expandía el poder de trasmisión de ideas a través del tiempo y el espacio. Pero los medios actuales han logrado extrapolar esta realidad a una proporción desmedida. Es por eso que los medios a la que somos expuestos tienen proporcionalmente el mismo poder – y en algunos casos  aun más – que el del Estado mismo. El ejemplo optimo es la posibilidad que abre la nueva media para las plataformas e ideologías y discursos políticos. La televisión delimita una esfera en la consciencia publica de la población que influye en las decisiones políticas como nadie lo había logrado en toda la historia de la civilización.


Pero la influencia de la corporación mediática no solo recae en la venta de espacios a la clase política, si no que también se ha enriquecido enormemente gracias a las diversas opciones de  entretenimiento que ofrece.  Más aun, los medios de comunicación han logrado explotar la gran necesidad arquetípica de identidad - de significado y de aspiración humana - consolidándolos como intermediario cultural con poderes cuasi-divinos. Con esto me refiero a la cultura del consumo, que ha evolucionado de ser la proveedora de movilidad social y estatus a millones de americanos en la década de los cincuenta, a ser hoy la maquina de sueños de billones de personas alrededor del mundo. El capitalismo ha hecho que esta ‘aldea global’ absorba cada vez a más gente que es atraída por la fantasía de eterna ‘felicidad’. El posicionamiento del consumo material como la supuesta forma del ‘bienestar’ humano es el credo actual de la civilización. Y los centros comerciales son los nuevos templos   donde practicamos nuestra rituales de ‘libertad’.


Las corporaciones mediáticas contemporáneas han incursionado en el arte de moldear nuestras vidas - desde que nacemos hasta la muerte - y por eso han utilizado como forma de seducción toda la ristra de mitos y leyendas que la humanidad ha gestado hasta ahora. La gente necesita narrativas, sueños y fantasías, y la televisión provee el 'secreto' comercial que lo constata. Esta nueva ‘religión’ no tendrá dioses, pero esta llena de iconos, ídolos y demás figuras veneradas, que han hecho del acto de consumir uno que temporalmente congela nuestros temores existenciales mas apremiantes.


Es claro que el poder hipnotizante de la cultura del consumo  han hecho del hedonismo la base del crecimiento económico de las sociedades globalizadas. Pero también se ha convertido en el  mejor tranquilizante y pacificador de la población ante un  Estado en crisis de legitimidad. Esta crisis de desconfianza es el resultado de la exacerbación de la relación neo-feudal entre el Estado y la iniciativa privada en supuesto  afán de progreso. Pero como esta historia lo corrobora, los intereses de la elite incluyen (aunque invisibles o no tan abiertamente obvios) dosis fuerte de control y orden social. Los antiguos lideres patriarcales hubieran sacrificado a toda su línea hereditaria para tener tan solo cinco minutos de acceso a estas tecnologías.


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