Wednesday, 25 July 2012

La Tecnología y la emancipación ilusoria




Los ensayos anteriores de esta serie sobre tecnología la posicionan como fundamental para la supervivencia de nuestra especie, la evolución de su cultura y el funcionamiento actual de sus sociedades http://danzanegra.blogspot.mx/2012/07/la-tecnologia-y-la-sociedad-una.html. Es obvio que sin fuego y sin escritura no estaríamos vivos.  Pero   es claro de que aunque existan grupos de poder que tienen más acceso a la tecnología, otros también han sido beneficiados por ella  http://danzanegra.blogspot.mx/2012/07/la-tecnologia-como-herramienta-de-poder.html. Si los guerreros de la Edad de Bronce no hubiesen defendido a sus poblaciones desarmadas ante el enemigo invasor, estas no hubiesen sobrevivido y trascendido como lo hicieron.


La era denominada la modernidad no solo lo fue en filosofía y formas sociales, también lo fue en tecnología. Y como ya dije anteriormente, la iniciativa privada jugo un papel clave para  la transición. El surgimiento de los grandes capitales para lo producción los incentivó, a principios del siglo XX, a incluir productos tecnológicos personalizados para la venta directa al consumidor. Con esto empezaba una nueva etapa socio-cultural en donde las mayorías lograban su presencia pública ejerciendo derechos económicos que nunca tuvieron. Fue aquí en donde la estratificación tecnología de la sociedad delineó las relaciones básicas de poder con las que hoy estamos familiarizados. Pero esto a su vez precipitó a la cultura a convertirse en una  de constante adquisición de productos de consumo, incluyendo los tecnológicos.

Pero no fue hasta el Estados Unidos de la posguerra en donde se aceleró el proceso de individualización y movilidad social basada en nuevas tecnologías  para el hogar. El ‘American Dream’ comenzaba con una larga etapa de consumo que prometía la emancipación como estrategia de mercado. Y para llegar a esto fue necesario ajustar al sector industrial a algo llamado ‘economías de escala’, (altos volúmenes y menores costos) que obligan a las empresas a vender mucho más. Para eso se centró en los individuos, ofreciéndoles narrativas personales y grupales. Es por eso que la publicidad se volvió  tan agresiva y fantasiosa como lo es en la actualidad. El resultado de esta practica es el tener hoy a la tecnología como una parte fundamental en la vida social y cultural de una ciudadanía cada vez más globalizada según el modelo americano, logrando convertirla en la  pieza clave de la era de servicios y de información que se viene dando desde la década de los setenta en todo el orbe.

Es gracias a esa participación de cada vez más personas  que nuestra civilización contemporánea  muestra cierto grado de aceptación y solidaridad  grupal ante esta realidad de distribución del poder tecnológico. Esto sucedió gracias a que el ciudadano promedio tuvo acceso a tecnología que ‘técnicamente’ hizo de su vida una más sencilla y funcional. Pero como resultado la sociedad hoy transita un   camino que los grandes capitales estructuran para nosotros, sistema que sabemos es  insustentable en lo social, pero también en lo  ecológico.

La publicidad masiva en Internet y  televisión ha sido clave en la elaboración de los capitales simbólicos de aspiración para el consumidor. No solo se fija con esto un eje de  la movilidad social de clases, si no que también establece las características que definen a cualquier individuo ‘involucrado’. En este sentido, la tecnología no solo reviste al mundo privado en cuanto a la funcionalidad y simpleza de los quehaceres, si no que aparte de esto intenta moldear  al individuo en cuanto a su cotidianeidad publica. Lo irónico es que la misma estrategia es aplicada para los muchos, y en ese sentido, uno de sus resultados es que somos iguales en nuestras supuestas diferencias; todos usamos gadgets con funciones idénticas. Más aun, he sido testigo de un fenómeno de despersonalización social incremental, el cual se refiere  a personas aisladas de otras por la excesiva dependencia en la tecnología. La participación en la calle  esta limitada a lo que un teléfono disponga, en detrimento de la comunicación interpersonal y la participación comunitaria. Formamos parte de tribus pseudo-individualistas que interactúan cada vez menos entre ellas.

No se puede negar que los aparatos con  tecnología de punta son asombrosos. El tener un teléfono con cámara, Internet, audio y  video es algo excepcional. Pero excepcional también es la adicción que genera la amalgama de cuatro tecnologías  en una. Las relaciones de poder se establecen de forma vertical entre nosotros y  los fabricantes, innovadores, y grandes capitales financieros que permiten la producción y distribución de dichos productos. La modificación en los patrones de consumo y de comportamiento se desprenden de la necesidad incesante de estar adquiriendo productos paralelos para mantenerse a la cabeza tecnológica. La estrategia de fabricación denominada ‘obsolescencia planeada’ se utiliza para crearnos una necesidad estructural de constante adaptación al cambio tecnológico, que comoquiera que sea surge desde arriba. En ese sentido la tecnología inicial sirve igual que la tardía  (un teléfono es para comunicar) aunque la publicidad nos haya hecho creer que tenemos que estarla actualizando permanentemente para su optimo funcionamiento. Las necesidades de estarse actualizando y comprando subproductos y accesorios relacionados con el original nos convierten en simples fragmentos que  mantienen al sistema.

La tecnología tiene muchas funciones individuales, pero a nivel estructural busca integrar grupos sociales cada vez más complejos centrados alrededor del consumo como forma de control y organización social. Es cierto que la Internet abre la posibilidad de estar informados (como hacen  los libros). Pero también es cierto que nunca había existido tanta invasión de la privacidad y un debilitamiento de la frontera entre los espacios públicos y privados como sucede hoy. Las acciones que buscan controlar  el flujo informativo – que van desde medidas como SOPA, ACTA, o el intento de silenciar a gente como Julian Assange de Wikileaks – son evidencia del deseo del Estado y la Corporación de frenar el poder de la ciudadanía.

La  atracción que emana de la  tribu tecnológica es tal que seduce a los demás a irremediablemente unírsele. ¿Es acaso sensible mantenerse en un camino que nos encadena a vivir de necesidades impuestas? ¿Por qué nos creímos el cuento que la tecnología podría ser  la mejor herramienta para descubrir lo que somos?

Una cosa es la inexorable necesidad de herramientas para la supervivencia colectiva. Otra es que puedan darnos la individualidad que tanto añoramos. Buscar emanciparse  utilizando  al sistema es jugar en su propia cancha. La verdadera libertad no requiere de intermediarios de ningún tipo, incluyendo a la tecnología.



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