Más que ser producto de la
ignorancia, creo que el racismo y el clasismo son resultado de la falta de
empatía que tenemos hacia los
demás.
Las emociones de las personas
son sublimadas como parte del proceso que los lleva a formar grupos. Pero las
emociones son aun más limitadas y reprimidas para las necesidades ordenadas de
civilización (según Sigmund Freud), ya que la modernidad y el orden racional se
montan sobre esa base emocional. Esto porque técnicamente para que funcione
dicha civilización colectiva no es
necesario que individualmente
expresemos nuestras emociones en un espacio público.
Es por esto que el racismo, el
clasismo y demás chovinismos y
estigmas serian bajo esta óptica
un mecanismo de defensa emocional, que es empleado más que nada contra el OTRO,
el diferente, ya que este otro por el simple hecho de serlo representa un
espejo en donde pudiésemos vernos tal cual somos. Bajo esta óptica el otro como
espejo refleja los limites de una visión cultural cerrada - pero vendida como necesaria - para la civilización y la patria.
Y en vez de vernos en el espejo
preferimos evitar cuestionarnos en nuestra intención de mantener nuestra identidad sólida y certera, evitando
hacer juicios sobre la cultura que nos lo refuerza. Preferimos
atacar al que representa lo diferente a lo que se nos enseñó a seguir.
Es aquí donde resaltamos las características del otro que lo hacen
distinto, donde se vuelve mas
fácil atacar lo más obvio y evidente que aquel representa, en vez de tratar de
emplear la empatía para buscar comprenderlo y aceptarlo desde su presencia
única. Ulteriormente las características raciales especificas no son atacadas
en si, si no que estas facilitan la construcción de una defensa mas efectiva,
al ser lo diferente algo inversamente proporcional a lo que creemos que somos y que nuestra cultura
constantemente nos refuerza.
En esta misma línea podemos
colocar a las estructuras culturales para analizar como es que las mismas se
reproducen al nivel de la psicología social de las personas. La cultura es un
sistema complejo de indoctrinación que trae como resultado la unión y la
homologación social de grupos humanos. Pero también es cierto que para lograrlo
estas limitan algunas energías y disposiciones individuales en pro de lo
colectivo. Por ejemplo, Freud decía que la culpa era un mecanismo de defensa
que el individuo había desarrollado en respuesta a la ansiedad que le causaba
el sentirse uno mas de la colectividad. Eso quiere decir que según el, la civilización
funcional y ordenada moderna esconde detrás de ella a muchas personas insatisfechas, por la falta de individualidad y
autenticidad que esa vida en sociedad colectiva conlleva.
Es por eso que las emociones que
se sublimaron para hacernos ‘formar parte’ de algo mayor que nosotros – como lo
es una sociedad con una cultura especifica y diferenciadota de otras – impiden
el desarrollar la empatía para
ponernos en los zapatos de otros. Entonces creo que el multiculturalismo
– esa política pública que busca que los diferentes grupos étnicos y culturales
convivan en espacios compartidos - fracasa básicamente por el hecho de que se
busca que la inclusión de las
diferencias suceda a nivel social y político. O sea, que la solución que
proponen va en función de como se
han hecho las cosas con anterioridad, planteando la aceptación del otro como
algo colectivo/ racional mas que algo
personal/emocional.
El problema radica en que muchas
veces este tipo de políticas buscan que la gente de la cultura sede logre
integrarse con otras, pero lo hace de manera discursiva, planteando la
posibilidad de entender al otro desde su propia cultura. O sea, que lo
ambicioso de este visión recae en
que espera que la ciudadanía aprenda fragmentos o totalidades culturales
ajenas, y es aquí donde muestra su debilidad, ya que lograr el interés de alguien sobre otra cultura es
difícil, esto porque previa y
simultáneamente se nos mantuvo en la ilusión de que nuestra cultura es la base
fundamental para el funcionamiento de nuestra propia comunidad, nación y
patria. Entonces la persona tiene
que reflexionar sobre el hecho de que el o ella es propietario de una identidad
cultural que se le presumió como única, a la vez que supuestamente debe
prescindir hasta cierto punto de ella para lograr ver, aceptar, y hasta cierto
punto integrar la de otros.
Lo positivo de una cultura única
y distinta es que logra conformar grupos complejos bajo fines similares. Pero
su lado negativo es que nos dificulta el desarrollo personal, ya que el formar
parte de algo mayor a nosotros se logra gracias al control de nuestras
emociones fundamentales, que nos dificultan el sentir la empatía hacia otros. Para que el
multiculturalismo funcione debiese de evitar el tratar de forzar, indoctrinar o
convencer a la gente a que se interesen en el otro y su cultura de forma practica y pragmática. Pero
curiosamente la empatía no es una política pública, si no una decisión personal del individuo. Y la ventaja de
estar consciente de ello es que podemos buscar desarrollarla sin la necesidad
de sacrificar ninguna forma de identidad que hayamos elegido para nosotros.
Al final la paradoja de la
utilización de la empatia como
virtud humana/personal es que se encuentra en un estadio anterior al desarrollo
racional del individuo - que esta imitando y reproduciendo una cultura
especifica en afán social y civilizatorio. Y por esto es difícil desarrollarla
cuando seguimos una identidad cultural inconscientemente. Es por eso, irónicamente, que el
deconstruir convencionalmente esa identidad cultural fija - que mentalmente tiene sentido en un
contexto cerrado - es esencial para lograr darnos cuenta de que el otro
experimenta lo mismo y que simple y sencillamente también desea lo mismo que
nosotros - el ser feliz. Pero pues
el permitir que los individuos despierten en detrimento de una cultura
limitante suele ser contradictorio para el patriarca representativo de nuestra
cultura que ha invertido muchísimo en ella. De nosotros depende, pues, el
cuestionarlo todo en búsqueda de la comunidad perdida.
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