Todos sabemos que no se puede vivir sin expectativas, ya que suelen ser
la justificación de la conducta.
¿Para que motivarnos a hacer algo si no se obtendrán los resultados deseados?
Pero para entender esto en la practica se
tienen que analizar algunas
estructuras básicas que determinan su funcionamiento.
Primero la motivación. Esta suele ser la base
de todo, ya que sin ella no seriamos más que seres inertes. Pero en la practica
es muy difícil darse cuenta claramente de que nos motiva, como también nos es
complicado distinguir si las motivaciones son producto de la reflexión, o si
están compuestas de emociones,
impulsos y necesidades
inconscientes. Yo creo que es difícil concluir que las motivaciones de
la conducta están libres de influencia. Pero de que nos movilizan a la acción
no cabe duda.
Después vienen las expectativas, que son ideas o conceptos que construimos en nuestra mente en relación a lo
que podemos esperar del acto de hacer algo. Estas son el resultado del
condicionamiento psicológico y de la experiencia de haber obtenido cosas y
resultados gracias a ellas. Las expectativas no existirían si no hubiese ya un
record cultural de su obtención por otros y un historial
personal de ellas para nosotros. Vivir creyendo que su cumplimiento es posible
es parte de ser humano. Pero las resultados a las expectativas no dependen de
nosotros, en su mayoría.
Lo peligroso es que las motivaciones y las
expectativas se combinen
inconscientemente, y si este es el caso, pues estaremos viviendo nuestras vida
como proyección propia, siendo esta una receta segura para el sufrimiento. El
pegamento de esta alianza será el ego, que hará de su poder el obstáculo mayor
para la aceptación de que las cosas no son siempre como queremos - y por ende
nos estancaremos en el desarrollo personal. Esto porque el ego busca
centralizarlo todo en pro de una personalidad supuestamente sólida y bien
definida.
Por eso la intención – especialmente la
focalizada – es mucho mas que la simple síntesis de la
motivación/expectativa. La
intención es una operación mental, obviamente, pero también es una prueba del
poder de la consciencia en nosotros. Y aunque la intención no esta ajena de la
influencia del ego, el poder dirigirla le permite a la persona el observarse a
si mismo - en la búsqueda de
distinguir su voluntad y libre albedrío de las expectativas y motivaciones que
pueden enturbiarla. Muy diferente es esto - en donde uno se da cuenta que tiene
voluntad o libre albedrío - a decir que las conductas están orientadas a
obtener todo lo que se desea, y que el mundo exterior debe sujetarse a ello.
Otra ventaja de dirigir la intención es que
se le puede limpiar de las emociones que la motivación y la expectativa traen
consigo como bagaje - producto de
la personalización que el ego
asegura como función primaria. Siguiendo esta línea, la intención opera como
una especie de depurador - que
logra separarla y diferenciarla de las motivaciones/expectativas. Pero la
intención también es una herramienta fundamental en el gradual descubrimiento
de uno mismo, camino que incluye el despertar hacia el descubrimiento de lo que
nos motiva, y como esto no es lo mismo que lo que esperamos que nos suceda del
exterior.
Esta separación de la motivación y la
expectativa no solo es sana para la psique, es clave para crecer
espiritualmente. Si todo lo que esperamos es para satisfacer nuestras
necesidades, el despertar de la intención servirá para darnos cuenta de lo
fútil de ese camino. Esto pudiese ayudar a refinar este proceso, buscando eficientar lo que buscamos
y mejor manejar lo que esperamos.
En pocas palabras, la intención no prescinde completamente de emociones, pero
logra identificarlas como ajenas. Si hemos hecho de nuestras expectativas una
fantasía emocional es porque no
hemos separado la consciencia de ello. En ese sentido, estaremos
viviendo en la esperanza perpetua del vivir atados a nuestras emociones,
impulsos y fantasías provenientes de una motivación desenfrenada. Pero esto no quiere
decir que las emociones, la
fantasía o un sueño no sean caminos sinceros ni que puedan convertirse
en realidad. Lo importante seria hacer de la intención la plataforma para
estas, y no dejarlas como motivaciones ideales únicamente.
Y la forma de poner toda esta abstracción en
practica es mediante el manejo de las reacciones ante los resultados no
obtenidos de nuestras expectativas. En vez de enojarnos, bloquearnos y
culparnos, mejor seria transformar la reacción en respuesta, en donde el que
toma el mando consciente de las decisiones es el mismo centro que en primera instancia genera las
intenciones y los decretos. El hogar de la insatisfacción esta lleno de motivaciones y expectativas no
resueltas e incomprendidas. La clave, entonces, radica en evitar que el enojo producto de una
expectativa no lograda se dispare de forma inconsciente, obstaculizando el
flujo consciente en nuestro camino
hacia la aceptación.
La reacción hunde a la consciencia en el pantano de la motivación
frustrada, mientras la respuesta la coloca en el nivel de la aceptación. De ahí se puede transitar más
sutilmente a la voluntad y el libre albedrío. Al no ser emocional la respuesta,
esta le permita estar mas cerca del laboratorio de la intención, desde donde se
programara la siguiente expectativa. El limpiar la intención de motivaciones y
expectativas le dará la
posibilidad al individuo de ver
que el resultado de las cosas que
espera no depende de el. Así se podrá percatar que la expectativa es, en muchos
sentidos, la proyección no cuestionada de las motivaciones propias, las cuales
son colonizadas por el ego en búsqueda de la justificación de los actos
personales.
Entre menos obstáculos le pongamos a nuestra
intención/voluntad mas rica será nuestra personalidad y su expresión. Mas aun,
mejor equipados estaremos ante los embates de la realidad que desde afuera nos
condiciona a adaptarnos o sufrir eternamente. La intención toma el control del
péndulo para moverse conscientemente, oscilando entre la motivación y las expectativas en
nuestras vidas.
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