2016 será un año en que las piezas del tablero geopolítico se acomodarán de acuerdo a los cambios de poder del año pasado.
El dilema y conflicto fundamental seguirá siendo Siria, el ‘tapón’ que mantiene la relativa paz del mundo. Es así como China, Rusia e Irán seguirán luchando del lado de Assad para evitar ser tragados por el poderío del petrodólar americano.
Del otro lado estará Occidente y los árabes y turcos sunitas, todos aferrados al orden mundial actual. En pocas palabras, esta lucha por la hegemonía del mundo pudiera desencadenar la Tercera Guerra Mundial.
Otra región que será interesante observar es Sudamérica. Primero que nada está el reciente triunfo de Mauricio Macri en Argentina, el cual pudiera significar un cuestionamiento serio a la izquierda política que lleva ya tiempo marcando los destinos del subcontinente.
No hay que olvidar que las principales potencias de la región, en cuanto a geografía, recursos naturales y ciertamente política exterior (Brasil, Ecuador, Bolivia, Perú, Venezuela y la misma Argentina) se han liberado hasta cierto punto del imperio americano. China y la misma organización Brics han llenado el vacío de poder estadounidense, comprando las materias primas que abundan, a la vez que facilitan los créditos para aprovechar la bonanza. Dicho de una forma, el fin de la Doctrina Monroe en Sudamérica tuvo mucho que ver con su despegue económico, gracias al boom de materias primas (commodities), la principal razón de peso que les permitió a muchas naciones irse hacia la izquierda para cuestionar a EUA.
Con todo y esta nueva realidad regional, la banca trasnacional y su maquinaria endeudadora se mantiene operando en la región. Por ahí dicen que Macri tomó el poder sólo como una imagen, con la prioridad de hacer el trabajo sucio para la banca, que en esta ocasión quiere egresar a la Argentina al ‘flujo’ de sus créditos y estratagemas financieristas.
No olvidemos que la consigna de ambos Kirchner fue de romper con las finanzas trasnacionales. En ese sentido fue que se dio el gran default en que incurrió Nestor hace ya algunos años, y que le costó la reputación al país como destino de confianza para los grandes prestamistas. Por eso es que el triunfo de la derecha en Argentina puede volver a poner en la mesa de debate el asunto de las deudas y las grandes inversiones que EUA y China tienen en Sudamérica, todo parte de su competencia por la hegemonía regional.
Habrá que ver cómo la ya prolongada crisis económica brasileña y el inesperado triunfo y repunte político de la oposición al Chavismo en Venezuela, afectan a lo financiero.
En África habrá que estar pendientes de la disputa militar, comercial, económica y diplomática entre EUA y China por las lealtades del afligido continente. Materias primas en demasía, mano de obra superbarata, y nuevos mercados son las prioridades para ambos gigantes. Es por eso que seguramente en estos frentes veremos más de lo mismo que el año pasado.
Los medios en masa nos llenarán de terror con respecto a África. Inventarán epidemias y muchos ataques ‘terroristas’ para justificar la intervención y salvación occidental, todo mientras China sigue llenando las bóvedas africanas de monedas, préstamos e inversiones. Las lealtades geopolíticas cuestan mucho dinero y paciencia. Beijing lo sabe.
Europa se dividirá aún más en todo sentido, siendo la parálisis burocrática en Bruselas y el triunfo de la Troika, los mejores síntomas del colapso del alguna vez democrático proyecto continental. A su vez, los efectos de la crisis de los migrantes terminarán por consolidar a la ultraderecha en París y algunas otras capitales. ‘Schengen’, el acuerdo de fronteras libres, será recordado como un mero apéndice de la constitución europea. Habrá que ver si París y Berlín se enemistan aún más durante todo este proceso.
El resto del análisis de los grandes rasgos de la geopolítica global del 2016 lo presentaré en la siguiente columna. Gracias.
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