Friday, 4 December 2015

El circo climático

"El drama de un mundo en agonía se ha convertido en una telenovela para la mayoría de la gente' -Terence Mckenna (1946-2000) filósofo estadounidense
El fraude de la cumbre climática en París, con la no adhesión de EUA ni China a los límites de emisiones de carbono, comprueba que la prioridad son las utilidades. El neoliberalismo que nos rige no será frenado por dichas potencias, ya que de hacerlo se detendría el poco crecimiento económico que sostiene al sistema.
Eso no quiere decir que no existan alternativas. Simplemente los poderosos no están dispuestos a modificar lo que hay, ya que eso les costaría gran parte del poder con que dominan al planeta.
En ese sentido, las guerras contra enemigos difusos como el ISIS siguen una lógica económica, ya que se reduce la población, mientras se despojan sus tierras y recursos. Al final todo es ‘‘arreglado” con privatizaciones y lavados de dinero a gran escala, servicios que con mucho gusto les brinda la banca trasnacional.
Este preámbulo nos sirve para entender por qué Europa, EUA, México y muchas más naciones están militarizando la ‘‘seguridad”, a la vez que limitan las libertades civiles. No es sólo ya la inequidad la que buscan esconder mediante la ‘‘complejización” de la sociedad. Es también el hecho climático global, que en teoría los tiene a todos reunidos en París, lo que les preocupa.
Seguramente la alta burocracia hizo caso en privado al consenso científico sobre el cambio climático, y por eso es que se está frenando el libre flujo de la población a todo nivel. Hay por ahí una teoría que dice que a largo plazo la humanidad tenderá a movilizarse y concentrase cada vez más cerca del Polo Norte, en lo que hoy es la Siberia rusa, Canadá y los países escandinavos. O sea, que el norte del planeta será posiblemente el único lugar habitable en un futuro no muy lejano.
El gobierno francés aprovechó el estado de emergencia que se instauró a partir de los atentados del 13 de noviembre, y hoy vemos cómo esa dura actitud le está rindiendo frutos a una deslegitimada representación. Básicamente ya no se puede protestar en las calles, ya que ahora esto es ilegal. Por eso le recomiendo, estimado lector, que no se asuste si la cosa se pone mucho más represiva. Nuestros ‘‘líderes” no conocen de otra más que la violencia para resolver crisis humanitarias como la que enfrentamos.
Lo increíble es que detrás de la parafernalia de las cumbres climáticas se sigan modificando leyes en todos lados para extraer cada vez más recursos naturales. Prácticamente tripulamos una nave con curso suicida, pero no todo mundo demuestra su inconformidad como debería. Se nos sigue convenciendo que la supuesta democracia electoral es la salida, pero tristemente los políticos son cortoplazistas, y por ende nunca hablan sobre los temas de trascendencia como este.
Hay que tener mucho cuidad con los demagogos que señalan a la demografía como la principal responsable del problema, ya que ésta ha sido la excusa para rebajar las poblaciones, que son consideradas de ‘‘menor importancia”. El problema principal es la aglomeración urbana, aunada al ineficiente sistema de consumo, todo bien manipulado por la televisión y la banca.
Culpar a la población les sirve para intervenir en sus asuntos, especialmente si estos son tercermundistas o de países en desarrollo como México.
En resumidas cuentas, los países ricos no van a rebajar sus intenciones de crecimiento económico, así como tampoco los emergentes lo reducirán, ya que apenas empiezan a gozar del materialismo a la usanza occidental.
Por eso la responsabilidad recae en nosotros como individuos.
Demostrémosle a otros que es posible vivir con calidad de vida sin tanta cosa material. ¿Menos gente o menos consumo? ¿Qué será más fácil?

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