`¡Aquí estamos de fiesta, entonces!´
-Marcelo, taxista de Montevideo, Diciembre de 2014
`Cualquier cosa es mejor que eso que me contás sobre México´, exclamó Marcelo en camino al destino que le solicité en Montevideo el pasado sábado por la noche. Su incredulidad llegó al tope cuando describí al batallón de policías que asechan `nuestras´ calles por nuestro `bien´, provistos de armas largas y patrullas que parecen semáforos descompuestos.
Le platiqué de lo difícil que se había vuelto el ocupar los espacios públicos libremente sin ser molestado de inmediato por esos supuestos defensores de lo republicano. `Nos hemos convertido en sospechosos comunes´, le dije con tristeza en mis palabras, a las cuales atendió con un silencio cargado de emoción.
Continué diciendo que me sorprendía en demasía el observar a la gente sentada en las banquetas y las orillas de la calle raspando ese espacio público que en el Uruguay todavía le corresponde al pueblo, que nunca perdió por haber llevado los menesteres de la `seguridad´ al extremo como nosotros.
Marcelo se reía a carcajadas cuando veía mi cara de asombro durante nuestro traslado al bar de mi elección, ya que las calles estaban llenas de felices trasnochadores que simple y sencillamente caminaban de arriba a abajo, peinando las calles en búsqueda de esas sensaciones que le son naturales al ser humano.
Recalqué que el Monterrey en el que crecí era igual, pero que con el tiempo los gobiernos conservadores nos fueron convenciendo de la intrínseca maldad de la noche, ese rato en donde los miedos se exacerban en todo sentido, catapultados por la incesante propaganda que ha coronado el miedo sobre el resto de las emociones comunitarias.
Imagino que la escasa, sigilosa y rudimentaria policía con la que me topé es el reflejo de la gente autónoma con la que interactué, la cual no perdió su oportunidad de preguntarme sobre la situación mexicana. Pocos podían creer por la que atravesamos, ya que desde su óptica no se debe llegar al extremo de la dictadura para arreglar problemas que por sistema no se resuelven con más autoridad y leyes.
Fue ahí, en el departamento de las normas, reglas y leyes que más me impresioné. Confieso que vi y sentí un pueblo sin prisas, que por lo visto no corre esa carrera materialista que nosotros hemos endiosado y colocado encima de nuestras prioridades colectivas. Queremos ser mejores que los demás, lo triste es que hemos limitado esto a tener más y derrocharlo. Creo que por eso hemos reforzado las diferencias culturales y económicas que nos han dividido. No niego que vi marcas y autos de lujo por acá, pero esto definitivamente no es lo más sobresaliente ni determinante para esta sociedad que no lleva prisa.
Otra cosa que observé es que la gente tiene acuerdos tácitos, esos que sabemos son necesarios para evitar el cintarazo como último recurso. Tampoco vi gente fumando mariguana por doquier, pero lo que sí escuche es a muchos decir que les importa un cacahuate lo que el resto haga con sus vidas.
Interesante fue la identidad nacional como concepto, la cual no jugó papel clave cuando lo saqué a relucir durante la plétora de conversaciones que sostuve con los que estuvieron disponibles para escucharme. En lo que sí estuvieron de acuerdo es en lo afortunados que son de estar localizados entre dos potencias en competencia nacionalista como Brasil y Argentina, lo cual consideraron mucho menos dañino que la ubicación mexicana, atrapada por el hechizo de la orgullosa súper potencia de EUA.
La vida me pareció cara en Uruguay, los precios se parecen más a los de Monterrey que a los del vecino Buenos Aires, donde la moneda va en camino a desfondarse como la nuestra. Un amigo fue muy claro cuando me explicó que las cosas son así para pagar el Estado de bienestar estilo escandinavo que le ha valido al Uruguay el ser la `Suiza de las Américas´.
En esto no me queda duda que el gobierno de Mujica y su Frente Amplio ha sido fundamental, lo cual me hace pensar que en el Uruguay el gobierno es el reflejo positivo de una sociedad igualitaria en otro nivel de consciencia colectiva, el cual pudiere resumirse en dos palabras: inclusión y tolerancia.
Uruguay es el pivote de la nueva era, era de comunidades despiertas y autosustentables sin conflictos identitarios. Lo que viene es funcionar de acuerdo a tus propias necesidades y exigencias –el autogobierno– esperando poco de una burocracia la cual debe representarte con dignidad.
José Mujica es la epítome del concepto del filósofo rey de Platón, ese que debía gobernar por el bien de la comunidad y no por las ventajas que la política traía a sus participantes.
Blog: danzanegra.blogspot.com
Correo: juanguerra@hotmail.com
JUAN CARLOS GUERRA: Licenciado en Estudios Internacionales por la UDEM, con Maestría en Sociología por la Universidad de Essex, Reino Unido. Especialista en Teoría Social y Política. Actualmente locutor y analista del programa de radio Global-es, en la Universidad de Monterrey.
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