Thursday, 11 December 2014

Colapso de la coalición de Netanyahu

`El proyecto de ley que Netanyahu quiere pasar es como los explosivos de un atacante suicida´

-Dr. Alon Ben-Meir (1937-) profesor judío-iraquí

En Israel, el colapso del gobierno de coalición, liderado por el primer ministro Benjamín Netanyahu, sucede en momentos en que la presión internacional para la legitimación del Estado palestino se incrementa.

El despido de los ministros de Justicia y Finanzas, los cuales eran considerados el centro del espectro ideológico del poder, significó el final del orden parlamentario actual, por lo cual próximamente tendrán que organizarse nuevas elecciones. En esta línea, el propio Netanyahu dijo que la nueva elección servirá para reforzarlo a él y a su postura política en el poder.

Dicha postura es considerada como cada vez más radical por gobiernos varios, especialmente los europeos, los cuales han venido modificando su perspectiva sobre Israel. Es en ese sentido que se dieron las novedosas resoluciones europeas a favor del Estado palestino. Solo falta que el primer ministro François Hollande apruebe la resolución que su Parlamento ya pasó abrumadoramente a favor de Palestina para que Francia se sume a España, Irlanda, Suecia y Reino Unido en el tácito oprobio a la política exterior de Israel.

La verdad de las cosas es que las políticas económica neoliberales de Netanyahu, al igual el tratamiento de los palestinos, los árabes y otras minorías israelíes,  han venido radicalizándose seriamente. Aquí cabe el contencioso proyecto de ley que algunos aseguran fue el detonador de la crisis política actual. La intención fallida de Netanyahu era la de cambiar el estatus del país en el papel para de alguna manera alinearlo con su forma de operar de los últimos tiempos. Lo que el `Bibi´ desea es que Israel sea reconocido como un Estado nación judío, lo que en la práctica equivale a fronteras políticas determinadas más por homogeneidad étnica que por otra cosa.

Hoy en día es prácticamente imposible decir que existen países étnicamente homogéneos, salvo posiblemente el Japón, que en sí es un archipiélago aislado del resto de Asia. Entonces, no solo es ridículo tratar de aplicar una visión del siglo antepasado en un mundo contemporáneo que ha trascendido el modelo clásico de Estado nación. Es también casi imposible sellarlo en tierras en donde hace mucho tiempo existen otros grupos humanos, los cuales desde su propio ángulo tienen una legitima demanda sobre un pedazo que consideran su casa.

Dicho esto, es necesario dejar de sorprenderse por el accionar de la `teocracia´ burocrática israelí, la cual sigue poniendo en entredicho al pueblo judío que preside. Mucho del combustible para estas visiones de ultraderecha emanan de los antiguos textos religiosos, los cuales han sido ‘sacralizados’ en un sentido político, con ganas de mantenerlos como el lubricante para las relaciones sociopolíticas y culturales de su población.

De hecho, una parte del antagonismo del centro político que se rebeló tiene que ver con la relación de Netanyahu con elementos de la extrema derecha, la cual incluye a ultranacionalistas y demás lideres religiosos, los cuales esperan obtener capital político de su cooperación con el Estado. Es por eso que es muy factible que el próximo gobierno de coalición incluya a estos álgidos elementos como sus aliados, lo que al final acabará arrastrando al centro de gravedad político todavía más hacia la derecha.

Nada de esto es casualidad. Por un lado está el apoyo popular a la expansión de los asentamientos israelíes en tierras palestinas, los cuales no han cesado con todo y enojo de la comunidad internacional. Por otro lado está la demografía y la cambiante estructura social del país. La tasa de fertilidad de los judíos ultrareligiosos ha rebasado a la del israelí promedio, por lo que de alguna forma puede decirse que esto se está empezando a reflejar en la representación parlamentaria.

No solo es a Palestina que el gobierno israelí le ha faltado el respeto sino también al vecino sirio, al cual acaba de atacar otra vez en clara violación a su soberanía. La excusa, como siempre, es la misma, esa que justifica la violencia en nombre de un fin mayor, aunque los medios sean igual de terribles que las metas trazadas. Pero la cosa no termina ahí, ya que, según algunas fuentes, el nuevo comandante del Ejercito Libre Sirio, fuerza abiertamente antiBashar Al-Assad que lucha en  estas tierras, fue entrenado en Israel por nada menos que la Mossad, lo cual, de comprobarse, implicaría una vez más al Estado genocida de Israel en la ingeniería social de sus vecinos.

Habrá que ver cómo le va al nuevo gobierno israelí en un Medio Oriente tan cambiante, región que transforma cada tercer día sus polaridades de aliados y enemigos. La intensificación de la influencia rusa, que hace unos días sumó a Turquía entre los convencidas, será algo que en definitiva cambiará los roles y las expectativas de los mandones de la política y los negocios. Me pregunto si EUA estará tomando nota de todo esto, o si de plano ha metido al asunto en el cajón de la negación y la disonancia cognitiva para siempre.

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