Sunday, 7 December 2014

Despídanse de Turquía

“Enfocaremos nuestros recursos energéticos en otras direcciones”
Vladimir Putin (1952-) Presidente de Rusia

Turquía ha dado un paso decisivo hacia el orden euroasiático liderado por Beijing y Moscú, al aceptar la construcción de un gasoducto ruso a través del país.

Dicho gasoducto sustituirá al cancelado South Stream, que originalmente iba a surtir el sureste europeo desde Rusia a través de Bulgaria, uno de los miembros más débiles de la Unión Europea (UE).

El motivo de la cancelación por parte de Putin tiene que ver con la presión que Bruselas está ejerciendo en contra de Moscú desde el comienzo de la crisis ucraniana, lo cual paradójicamente le está costando muy caro a una UE pobre en energéticos.

El dilema de Bruselas gira alrededor de la competencia abierta, o sea, que los negocios en los que la UE participa deben, en teoría, promover la pluralidad de jugadores en todo tipo de licitaciones. 

Lo curioso es que a South Stream les asustó por ser un plan del monopolio de gas ruso Gazprom, aunque por otro lado no hayan movido un dedo en contra de aventuras similares (también dominadas por Gazprom) en casos como el ucraniano (por donde Rusia surte la mayoría del gas), así como el gasoducto Nord Stream (que surte directamente a Alemania a través del Báltico). 

Parecería que la UE no confía en su patio trasero balcánico, donde yacen miembros como Croacia, Eslovenia, Hungría y Bulgaria, los cuales cada vez más desentonan con una desentendida y centralizada unión. South Stream iba a ser una excelente fuente de ingresos para ellos, ya que habían contemplado el cobro de tarifas de transito para mejorar sus economías.

Ulteriormente, el estar poniendo en entredicho a los miembros menos favorecidos por decisiones de política exterior, evidencia lo lejos que se está de la igualdad y la democracia en la UE.

En cuanto a Turquía, es un hecho que la potencia de 76 millones de habitantes ha optado por Eurasia y la consolidación de su membresía con la Shanghai Cooperation Organization (SCO) liderada por China. 

Ankara actualmente es socio de diálogo en la SCO, la naciente contraparte de la OTAN en Asia. Las razones para su bajo perfil con la SCO son varias, pero la fundamental es que Turquía es a su vez miembro de la OTAN, ese grupo militar que ha transformado su postura defensiva en una de ofensa pura. 

Erdogan seguramente se hartó de la postura estadounidense en Medio Oriente, que está alebrestando y armando a los kurdos para presionar a Ankara para que sea el eje de los ataques en contra del Estado Islámico.

Esta batalla contra ISIS no es más que una excusa para redibujar el mapa energético de la región, algo que Turquía sabe muy bien, y que muy posiblemente influenció su decisión de acercarse con Rusia.

El nuevo gasoducto ruso tendrá capacidad para mover 63,000 millones de metros cúbicos, de los cuales una buena parte se quedarán en Turquía. Dicho esto, es importante saber que se fijarán algunas terminales de gas en la frontera con Grecia, para que los excedentes se coloquen con alguno de los países balcánicos, con la condición de que el “reino”de Bruselas no reniegue por ello. 

Además del gas, Putin llegó a un acuerdo con Erdogan para el uso de sus monedas nacionales en vez del dólar, con la clara intención de incrementar un comercio bilateral ya de por si importante. Asimismo, Putin ofreció ayuda económica y tecnológica para la incipiente industria de energía nuclear turca, lo que en términos prácticos le facilitará a Ankara el abandono del uso intensivo de carbono como energético a favor de ambas opciones propuestas por Moscú.

Déjeme dimensionar el tamaño de este paquete, estimado lector. Primero que nada, hay que dejar claro que el sueño europeo de recuperar Constantinopla (Estambul) en un sentido geopolítico e histórico se ha esfumado por completo. Es cierto que un Erdogan autoritario e islamista se ganó el oprobio de la cúpula europea. No obstante, el tener a Turquía bajo la esfera de influencia de la UE era algo clave, ya que dicha movida le iba a servir al viejo continente para expandir sus mercados, como también para cerrar la pinza de la seguridad continental en el sureste con un miembro actual de la OTAN.

La organización militar liderada por Washington pierde cada vez más credibilidad. Por eso es muy factible que en un tiempo no muy lejano también perderá a su único miembro euroasiático, una Turquía que no es respetada como la segunda fuerza armada terrestre después de la de EUA.

Putin también habló con Erdogan sobre Siria, país cuya supervivencia depende del cordón umbilical ruso. Ahora que Turquía ha encontrado un nuevo proveedor de energéticos en Moscú ya no necesitará con urgencia el gas qatarí. Aparte, esto hace innecesaria la eliminación de Assad para pasar por Siria un gasoducto. Es muy plausible que Putin haya condicionado su ayuda en la permanencia de Assad en el poder.

En conclusión, Rusia ha extendido su esfera de influencia bastante más en Medio Oriente, acción trascendental para ese nuevo orden mundial geoestratégico, ínterconectado con tuberías, puertos, carreteras y vías de comunicación asiáticas.

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